Este año no tomaré la vida de mis seres queridos, en especial de mis viejos, por sentado. Llamaré, visitaré, estaré presente; prestaré atención con paciencia, a las historias, los rodeos, las explicaciones y tardanzas.

Este año no daré mi salud por garantizada, acudiré a la cita por tanto tiempo aplazada, al examen pendiente; tomaré el suplemento detestado y las vitaminas que desde hace tiempo se acumulan en mil cajones y gavetas.

Este año aprenderé de los niños, les haré más preguntas, regresaré a la edad del por qué.

Este año, al fin, haré caso a los consejos de mis padres, pues entendí que tuvieron siempre la razón.

No romantizaré la pobreza ni la riqueza. No seré el idiota útil de los intereses bancarios, ni el mejor amigo de las tarjetas de crédito, ni el alentador ciego de las cuotas rediferidas, los avances y las deudas innecesarias.

Este año no confundiré aburrido con falso, ni emocionante con verdadero. No diré mentiras chicas, ni medianas, ni grandes; preservaré a toda costa la fuerza de la palabra, creadora, fecunda, espiritual.

Este año aceptaré y celebraré mis rarezas, y las de otros. No usaré la amabilidad con otros para violentarme a mí misma; la generosidad con otros para vaciarme a mí misma.

Este año me reservaré mis consejos y opiniones sobre los demás, pues importan tan poco como las de ellos sobre mí. Este año concentraré mi energía en mis propios asuntos, mis procesos, mis responsabilidades, mis lazos, la construcción de la vida que sueño y deseo.

A quien se siente humilde no le rescataré de su infundada ficción, al que se siente bueno no le demostraré su soberano error de juicio. Dejaré ser, sin pretensiones de cambio externas, pues estaré ocupada siendo imperfectamente feliz.

Este año no sucumbiré al bloqueo creativo, ni permitiré que los frustrados arrojen sobre mí sus frustraciones.

Valoraré el proceso de quienes se pierden en medio de la búsqueda, antes que el dogmatismo de los que no se atreven a nada. No daré a nadie por perdido, ni me aferraré a superioridad moral alguna.

Este año no me apresuraré a probar que tengo razón: dejaré que la vida sea sin oponer resistencia.

Este año temeré menos la incertidumbre del futuro, pues para estas alturas uno tendría que ser descreído, desagradecido o desmemoriado para dudar que existen y abundan las almas buenas, los amigos justos, las segundas oportunidades, las presencias protectoras a cada paso del camino.
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