Hay hechos políticos, contundentes, que han cambiado radicalmente el tablero electoral. Solamente me referiré a cuatro que sugieren una nueva reflexión sobre las estrategias electorales.
En primer lugar, el enfrentamiento, al parecer ya definitivo, entre el presidente Trump y el presidente Petro le abre a la izquierda un amplio espacio para movilizar electores que mantienen una actitud negativa frente a la política tradicional y al establecimiento y, quizás, aquellos que se abstienen de entrar en el proceso electoral y que, ahora, algunos de ellos encontrarían una motivación para apoyar candidatos de la izquierda. Tan cierto es que el propio presidente Petro agradeció a Trump porque le adjudicó parte del triunfo que la izquierda alega que obtuvo en la consulta que se hizo el último domingo de octubre. No hay nada de novedoso en el impacto que tiene un comportamiento de Estados Unidos frente a una personalidad de izquierda o a una fuerza política de esta corriente.
Casi simultáneamente se produjo un hecho de enorme significación política, que fue la total absolución que el Tribunal superior de Bogotá le otorgó al expresidente Álvaro Uribe Vélez. Se trata de la reivindicación de un eficaz jefe político que había estado sometido durante más de 10 años a un proceso judicial, cuyo único propósito era sacarlo del juego político electoral. Tanto la izquierda internacional como la doméstica lo veían como el gran obstáculo para sus aspiraciones de predominio electoral. Ahora, reivindicado plenamente, adquiere una nueva postura ante un electorado que lo percibe como una víctima de una conspiración izquierdista... y ello se suma a la victimización del Centro Democrático: su candidato presidencial Miguel Uribe Turbay, con muchas posibilidades, fue vilmente sacrificado.
Así, pues, en el escenario quedaron dos fuerzas políticas, las que siguen a Petro y las que admiran y colocan su esperanza en el expresidente Álvaro Uribe. Como ninguno de ellos puede ser candidato, son sus palabras, sus acciones, sus propuestas, las que van a adquirir una enorme influencia.
La manifestación que promovió el presidente Petro en Bogotá, el viernes anterior a la realización de la consulta popular, fue sin duda un gran empujón para la misma que, además, contó con el uso irregular del canal institucional durante varias horas.
Y el anuncio de la asamblea nacional constituyente, que dio al traste con el Ministro de Justicia, que había asumido la autoría y la concepción misma de esta asamblea, se constituyó en fuerte motivación de la manifestación en la plaza de Bolívar, uno de los temas fundamentales de la campaña electoral de la izquierda, que además, ponía en boca de una vez los temas que la alimentarían para aprovechar el enfrentamiento con el presidente Trump: soberanía, el respeto a Colombia, no nos arrodillaremos, etc.
El resultado de la consulta de la izquierda, o de algunos de sus sectores, puso en evidencia esta nueva característica del tablero electoral, y así como ha servido de estímulo para los militantes y simpatizante de ese sector, también ha servido de voz de alerta para las corrientes contrarias que ya ven con claridad que la estrategia de mantener el proyecto político de Petro en el poder va muy en serio y encuentra señales significativas de apoyo.
La conversación en Medellín entre César Gaviria y Álvaro Uribe es un paso determinante en esta campaña para construir un nuevo y próspero futuro para Colombia. Al parecer, se abre un amplio abanico de fuerzas políticas para comprometerse en la lucha contra la pobreza y en el fortalecimiento de la democracia colombiana.