En un país como Colombia que pretende la construcción de la paz, asegurar la vida y el bienestar integral de todos los colombianos se convierte en un imperativo de justicia social. Y uno de los principales indicadores es la mortalidad infantil. Desde la implementación de la Ley 100 de 1993, Colombia ha afrontado sucesivas crisis del sistema de salud, que ha permitido que muchas personas que antes no tenían acceso al sistema lo tengan, pero también ha generado una constante amenaza a la integridad de los ciudadanos. La expresión más álgida de esta amenaza se traduce en las muertes infantiles, sobre todo en aquellas evitables. Si bien el país logró avances en cuanto a los objetivos de desarrollo del milenio al año 2015, la deuda sigue vigente, en especial, en los territorios más vulnerados como el Chocó, la Amazonia y La Guajira. Y en Cali también. Lo que conocemos de la mortalidad de niños y niñas por desnutrición en La Guajira, es quizá, la expresión más sensible y dolorosa del reto que tenemos como sociedad, de reducir la desigualdad e inequidad social y sanitaria. En Cali por ejemplo, de acuerdo con datos de la Secretaría de Salud Municipal a 2014, además de las muertes en el periodo perinatal, las malformaciones congénitas del corazón y demás malformaciones congénitas, tenemos entre las primeras causas de mortalidad evitable las neumonías, las agresiones, el ahogamiento y las sumersiones accidentales, las enfermedades del sistema digestivo y algunos tipos de cáncer. Las estadísticas muestran que Cali redujo la tasa de mortalidad infantil de 10,4 en 2010 a 8,1 por mil nacidos vivos en 2014. Sin embargo, en lo corrido de este año, la ciudad presenta tasas de mortalidad, en menores de 1 año por comunas, desigualdades que superan la tasa municipal, llegando a cifras elevadas de 13,4; 12,7 y 11,5 por mil nacidos vivos. Este fenómeno se presenta en territorios vulnerables al oriente y ladera, como son las comunas 21, 19 y 1, respectivamente.El sistema de salud ha demostrado debilidades e inequidades en la atención. Hoy adolece de innumerables barreras de acceso a sus servicios, tanto preventivos, como curativos y de rehabilitación. Se mantienen tasas inaceptables de mortalidad infantil evitable. Por ello se requiere hacer un alto en el camino, no solo para revisar la estructura general sobre la cual está fundamentado, sino también para promover la real acción intersectorial que promueva condiciones de vida dignas tendientes a mejorar la salud para toda la población. Tolerancia cero a las muertes infantiles por causas prevenibles debiera ser la consigna del nuevo Modelo de Atención Integral propuesto por el Gobierno Nacional a través de su Ministerio de Salud. No vale conformarse con promedios de tasas. Cero muertes evitables debe ser la meta en todos los grupos poblacionales, sin importar su condición socioeconómica. Un país que desea lograr el desarrollo en medio de una cultura de paz y equidad social, debe priorizar en su agenda este propósito. Cali tiene que continuar avanzando en esta materia. En todo caso, el imperativo debe ser: ni un niño o niña más debe morir, en ningún lugar de nuestro territorio y menos por una causa prevenible. *Rector Universidad Javeriana Cali