Lo mínimo que debo hacer en un año que me ha dado unos réditos emocionales y profesionales, de manera generosa y desmedida, es dar las gracias. El agradecimiento, cuando es genuino y nace de ese sentimiento íntimo y poderoso de la gratitud, no solo genera bienestar para el alma, sino que trae consigo un costalado de bendiciones como si fueran un bonus track. Bueno, es no confundir lo que se nos da por gracia, porque entra en conflicto el ego con el reconocimiento del trabajo y el empeño. Hay dos componentes: la oportunidad que me da la fuerza y el poder superior divino y el aprovechamiento de esta, bajo el esquema del libre albedrío, lo cual también agradezco, porque me da la opción de elegir sin imponer, pero dejándome ver qué estaría bien o mal. Hoy, yo escojo y pedaleo el primer sendero.
Mis motivos de agradecimiento son muchos. Me voy a concentrar en estas líneas en los más relevantes. Hace un par de semanas fui notificado por la CIDH sobre el informe de admisibilidad, que es una providencia proferida por esa jurisdicción internacional, en la cual se pronuncia favorablemente frente a todas mis pretensiones, en el siniestro Avianca en 1989, en el cual perdió la vida mi amado padre, Gerardo Arellano Becerra. Se tardaron más de una década, pero se agradece profundamente y es producto de la perseverancia en la implementación de una estrategia jurídica ganadora, acertada, sólida, irrebatible y eficaz, que confeccioné con agudeza, olfato profesional y serenidad emocional.
Lo segundo en mi lista de agradecimientos es haberme topado en el camino, en un momento importante, de toma de decisiones determinantes, de pensar con mucha consciencia sobre el rumbo de la vida con impacto casi existencialista, a una persona llena de valores. Un ser de luz, con una historia de mucha valía, fe y acción. Una mujer ejemplar que le ganó la batalla a una patología fatal y que hoy regala amor a través de su experiencia ayudando a otros, como debe ser. Bella por fuera; por dentro, es portadora de una belleza de alma que encandila. Gran regalo de Dios.
Por su parte, otra de las mujeres que más he amado en la vida, cumple el próximo 8 de enero 103 años. He tenido la fortuna de estar rodeado de mujeres maravillosas. Una de ellas es mi amada abuela: doña Ana Luisa Becerra de Arellano, a quien le debo algo muy sencillo, pero definitivo: aprender a vivir de verdad. Su filosofía de vida es tan noble, espiritual, saludable y amorosa, que es inevitable no montarse en ese bus de buena vida. Mamanina, como la llamamos amorosamente, a través de la majestad de su sabiduría me enseñó a hacer el bien y a no soltarme de la mano de nuestro Creador; también la pasión y el amor por el arte. Ah, y dato no menor, es que cabalgamos en la misma línea ideológica y nos debemos a los colores de nuestro amado equipo de futbol: La Mechita.
Como esta lista no es taxativa, tengo otros agradecimientos importantes que quiero enunciar: Pude grabar un bossa nova que le escribí a mi madre: “Un atardecer y una taza de diciembre”, desde comienzos de año hago parte de la nómina de miembros de la mesa de trabajo del reputado programa radial Oye Cali, dirigido por mi buen amigo y admirado colega, Mario Fernando Prado, le rendí un homenaje cantado en Ginebra a mi padre en la tarima del coliseo que lleva su nombre. El programa Los Informantes mediante un trabajo muy juicioso me ofreció su vitrina y tribuna para exponer los hechos reales del siniestro Avianca, en 2026 seguiré con mi cátedra universitaria, y este prestigioso diario me sigue abriendo sus puertas para publicar estas notas editoriales. La lista es larga, pero la voy dejando por ahí.
Para finalizar y no menos importante, agradezco mucho tener a dos ángeles en el cielo que me cuidan, a una tía preciosa en esta dimensión a quien cuido, amo y me apoya y a un combo de buenos colegas, motociclistas y golfistas muy queridos con quienes he podido compartir en este 2025 agonizante, que me deja con muy buenos sentires y sabores.
A todos los buenos, mil y un millón de gracias y los mejores deseos para el próximo año. 2026 será un almanaque lleno de ventura.
Abrazo cálido, seguimos trabajando y aguantando. Falta poco.
@muiscabogado