El indignante, aberrante y dramático asesinato de la niña Danna Sofía Álzate en Chinchiná, Caldas, es todo lo que está mal en este descompuesto país. Sus familiares reportaron el caso ante las autoridades después de que la pequeña de seis años saliera de la casa para buscar a su papá. En ese trayecto fue raptada por un maldito asesino al que nadie vio cometer el secuestro.

Como decía, todo mal. Todo mal porque un fallido país en el que sus niños tienen que estar custodiados, casi que con escolta permanente, porque hay unos malditos enfermos que les quieren hacer daño, no tiene cómo prosperar. Aquí los niños están en permanente riesgo, hay terror entre los padres de familia. De verdad que es un acto de fe intentar criar a un niño en Colombia. Son tantos los riesgos, son tantas las inseguridades, son tantos los dolores que ofrece este país. La tragedia parece una constante de un país infame, lindo, hermoso, pero refleto de infames, qué lástima.

En solo una semana se conocen varios hechos de sevicia contra los más pequeños, el propio futuro de un país en manos de unos tipos que son un peligro para la sociedad y esa sociedad es incapaz de castigarlos como debería ser. Ese maldito (porque no resiste un calificativo diferente) que mató a Danna Sofía tendrá la garantía de unos 20 años en una cárcel, protegido, resguardado, engordando, mientras el Estado tendrá que garantizarle todos los derechos. Y cuando salga de la cárcel seguirá siendo un peligro para la sociedad, no tengo ninguna duda. Un asesino de estas características, que ataca a una niña con esa sevicia no tiene arreglo, está dañado, es un sujeto descompuesto, que no le sirve a ninguna sociedad y no debería estar afuera por ninguna circunstancia.

Y como este remedo de país tiene fama internacional, pues se conoció un nuevo caso de abuso sexual en Cartagena, el paraíso del abuso infantil, donde todo el mundo lo sabe y no hay autoridad que detenga este atropello. Tres niñas, de tan solo once años, fueron abusadas por extranjeros que llegaron de turismo sexual, porque así se ofrece Cartagena, Medellín y otras ciudades colombianas en el exterior.

Y como las leyes aquí son tan laxas, tan garantistas con los delincuentes y tan pobres para proteger a las víctimas pues qué sucede, que el llamado que hace la secretaria del interior y convivencia ciudadana de Cartagena es para que Migración Colombia los expulse del país y no regresen más (en serio, no es una broma, ni siquiera que los detengan, que los saquen del país), es una infamia.

Mientras tanto, en Cali, el concejal Terry Hurtado Gómez denunció que el acoso sexual escolar sigue vigente en las instituciones educativas públicas, constituyéndose en una amenaza para los menores. El Movimiento Social de Mujeres por Cali denunció sistemáticos casos de acosos sexuales contra niñas y adolescentes en instituciones educativas oficiales de Cali, cuyos presuntos agresores son docentes adscritos a la Secretaría de Educación. Ojo con este dato: hay 55 casos a los que estas organizaciones le están haciendo seguimiento. Y hay tres instituciones, la Escuela Normal Superior Farallones de Cali, Institución Educativa Técnica Industrial Rafael Navia Varón e Instituto Técnico Industrial Luz Haydée Guerrero Molina, donde se han identificado conductas de docentes que podrían estar asociadas a acoso sexual.