Hablando con algunos amigos planteábamos la pregunta que titula esta columna. Luego de mucho debatir, llegamos a la conclusión que la opinión no se ha acabado, y difícilmente se va a acabar. Sin embargo, lo que sí se está erosionando son los candidatos de opinión. Los invito a que mientras leen esta columna hagan un alto por unos minutos y piensen, ¿quiénes son las reservas políticas de opinión que tiene el departamento del Valle? Siendo honesto no son tantos. La siguiente pregunta que habría que hacerse es: ¿Cuántos de ellos estarían dispuestos a continuar en la vida pública?
Si hacemos una revisión a vuelo de pájaro de las últimas candidaturas al Congreso, Gobernación del Valle y a la ciudad de Cali nos quedamos sorprendidos. A la Cámara de Representantes si había cinco candidatos de opinión es mucho y de ellos tres tenían chance real, lo cierto es que solo salieron dos. Al Senado de la República la historia es parecida y me declaro impedido para opinar.
En las alcaldías de Cali donde ganaron Rodrigo Guerrero y Maurice Armitage tuvo la ciudad que optar por personas de mucho prestigio y reconocimiento, pero ya mayores, lo cual no indica nada diferente a que no existían candidatos que generaran un relevo generacional, ni el surgimiento de nuevos liderazgos lo suficientemente fuertes para poder aspirar con opción real de ganar. En la última elección a Ospina lo enfrentaron ‘El Chontico’ y Alejandro Éder. El último logrando recoger una votación importante pero insuficiente de la opinión.
A la gobernación del Valle a la exgobernadora Dilian la enfrentó Christian Garcés, quién fue derrotado, pero le fue muy bien y ha logrado ser representante a la Cámara en dos oportunidades. En la última puja departamental la actual gobernadora le ganó casi que por W a Francisco Lourido.
¿Qué pueden tener en común todos estos importantes esfuerzos que hacen los candidatos llamados de opinión? 1. Surgen para enfrentar la coyuntura política del momento. 2. Muy pocos de ellos tienen un proceso político estructurado detrás. 3. Surgen más por la quijotada del candidato que por un trabajo político de base. 4. Se enfrentan al establecimiento político y sus estructuras en condiciones asimétricas. 5. Se esfuman sus esfuerzos casi siempre después de que acaban la contienda, es decir no son el pistolazo de salida de proceso político juicioso.
Bajo estas circunstancias lo raro no es que pierdan, la quimera es que ganen. ¿Cómo queremos que surjan nuevos liderazgos si no tenemos procesos estructurados de largo plazo para que florezcan? Yo que fui parte de la locura de participar en política y que he sido un bendecido y privilegiado por el apoyo en mis campañas por los empresarios, sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, no existe en el Valle del Cauca una institución que sirva para asentar las bases de un proceso político sólido, sostenible en el tiempo, que sea cuna de nuevos liderazgos y nuevas figuras para nuestro departamento.
Nuestra región no puede seguir esperando que los nuevos liderazgos de opinión surjan por generación espontánea. Las personas que tienen vocación de servicio y han buscado participar en política se cansan de batallar solos, si pierden no tienen opciones de seguir al no contar con un proceso estructurado detrás que los soporte y seguramente les tocará buscar otros caminos diferentes a lo político. Ganarle al establecimiento político es muy difícil y toma tiempo, pues ellos tienen vocación de permanencia y saben que los candidatos coyunturales de opinión no.
Si queremos que no se pierdan los pocos liderazgos de opinión que quedan tocará crear un espacio idóneo para que en él se incube y escale a largo plazo los diversos procesos políticos en nuestra región.