Esta frase de ‘Rebelión’, la popular canción de Joe Arroyo, refleja el repudio y dolor que genera el abuso sobre los seres humanos, y de manera especial contra las mujeres. Lo más lamentable es que pasados cinco siglos desde el relato de la canción, la lección no se aprende y prácticamente no hay día en el que no tengamos noticias de abusos sexuales, entendiendo por este el amplio espectro que va desde el acoso y los tocamientos indebidos, hasta las más crueles prácticas de esclavismo sexual.
Esta semana quedará en nuestra memoria como una del más despiadadas. Iniciamos con la agresión sexual en la salida de una estación de Transmilenio en Bogotá que terminó en la detención del violador quien fue posteriormente asesinado en la URI. Continuó con la paliza miserable que un periodista de Noticias UNO le dio a su pareja, con la complicidad de un desadaptado que le sirvió de auxiliar para arrastrarla y facilitar la golpiza. Ayer supimos de la salida del presidente de Asobancaria aparentemente por un caso de acoso sexual, que derivó inicialmente en la renuncia de la parte más débil, la chica acosada.
Los tres hechos se hicieron públicos. En el último caso, el presidente de la agremiación renunció, manchando así una hoja de vida admirable. Tendrá que asumir ahora la defensa ante la Fiscalía y seguramente la sanción moral de su familia, capítulo íntimo que no quiero imaginar.
El periodista de Noticias UNO fue retirado de su trabajo y quedará marcado como el cobarde agresor de una pareja débil. Teóricos del respeto y la equidad de género cuando en su vida privada son todo lo contrario.
En Bogotá, aparentemente los demás presos mataron al abusador de Hillary. Dura lección para quienes tienen este tipo de comportamientos pues hasta en los niveles más bajos de la sociedad, donde están asesinos y secuestradores, hay un código de valores que no perdona a quienes abusan de menores y les dan su merecido, en situaciones que como en este caso, llegan a la muerte del violador.
Alguna vez leí sobre las prácticas revanchistas de los presos mexicanos cuando entra un abusador sexual. Van desde obligarlo a ser víctima masiva del mismo delito que cometió hasta ser empalado con escobas y trapeadores usados en la celda. Lamento ser tan explícito, pero toda la sociedad tiene que aprender que abusar sin consentimiento del cuerpo y de la emocionalidad de los demás, no puede ser impune. Que los castigos van desde la sanción legal y moral hasta la mayor crueldad de los calabozos.