Marcharé hoy y el 29 de octubre porque siento que los protagonismos ideológicos del presidente y de muchos de sus ministros están en contravía de las necesidades del pueblo colombiano.

No es comprensible que, viniendo una recesión internacional, con declaraciones populacheras pongamos en juego las principales fuentes de ingresos del país, la exploración petrolera y minera con lo cual disminuirá sustancialmente la entrada de divisas y se castigará el valor de la empresa pública más importante de Colombia: Ecopetrol.

Marcharé porque no percibo un análisis serio a la reforma tributaria. La búsqueda ansiosa de los $25 billones al precio que sea, será el detonante para que muchas empresas quiebren o recorten sustancialmente sus nóminas. Es ofensivo el golpe para los pensionados. Es la retribución al ahorro y al esfuerzo de muchas décadas para ahora ser estigmatizados y exprimidos en su ingreso mensual. Duele ver la aplanadora en el Congreso a toda velocidad, recordando la soberbia de aquellos gobiernos que nos cansaron y la mermelada que tanto criticamos.
Estamos cambiando, pero para peor.

Marcharé por el manejo irresponsable que se plantea en la salud. Con defectos y todo, el modelo colombiano es más equitativo que muchos países desarrollados. El resentimiento y la pasión por cambiarlo todo, ignora lo que funciona.

Marcharé porque hay instituciones que deben ser respetadas y no pueden ser mancilladas desde la plaza pública. La independencia del Banco de la República, por ejemplo. Otras deben ser mejoradas, pero sin bajarles la moral ni su capacidad operativa como es la Fuerza Pública. La castración colectiva de la cúpula militar y de Policía pareciera una miserable estrategia para cercenar talento y experiencia, trayendo desestímulo a los demás niveles. Cuando un presidente y un ministro de Defensa actúan así, no es de extrañar la conducta de los indígenas esta semana en Bogotá intentando linchar a los uniformados. Marcharé para recordarle a nuestra Fuerza Pública que no están solos.

Marcharé porque me duelen los golpes al Valle: desfinanciados los 160.000 subsidios de vivienda a través del programa ‘Mi casa ya’; la inversión en infraestructura del Valle se redujo en $113.000 millones y no se comprometieron recursos para el dragado de Buenaventura.

La lista es muy larga. Marcharé porque los empresarios no merecen ser condenados ni los gremios acallados. Porque ansío un gobierno con gerentes públicos y no agitadores de masas. Marcharé porque no haré parte de los pasivos o de los que se limitan a fuertes adjetivos contra Petro y los suyos. Es escribiendo, saliendo a la calle y expresando con valor los riesgos antes de que sea tarde.