* Solo un hombre como él, Jaime Jordán Mejía, sería capaz, cada 6 meses, de visitar a Raúl Fernández de Soto, director de la revista Épocas, a cambiarle la foto para su obituario, porque independientemente de cómo moriría, debería quedar ‘pispo’ en la memoria de sus amigos.
* Solo un hombre como él gozaría que como su novia de entonces se llamó Nubia de Tobón; él, galán en la nueva etapa afectiva de la reconocida banquera, merecía apodarse “Pos-tobón”.
* Solo él dejaría este comentario en una de las cevicherías más populares de la ciudad: “Me encanta la cazuela de langostinos de aquí. Son tan frescos los mariscos que hoy se me comieron el arroz”.
* Óscar Cabal, el empresario azucarero, era recordado entre muchas características por su bonhomía y por los espectaculares autos que disfrutó. Solo a Jaime se le ocurriría decir al ver llegar a la iglesia el féretro del reconocido magnate en la carroza mortuoria: “Esta fue la única vez que Óscar Cabal montó en Subaru”.
* Rodrigo Bernal fue un promotor de proyectos de magnitud, que generó controversias jurídicas y económicas con muchos de sus inversionistas. Por su piel canela era conocido como ‘el negro Bernal’. Alguna vez el entonces presidente Samper estuvo en África y allá afirmó que las tierras decomisadas a narcotraficantes se deberían repartir entre los afrodescendientes para compensar el sufrimiento de sus ancestros. Jordán, en una mesa del Club Colombia, le dijo a todo pulmón a uno de los damnificados del Negro Bernal: “Te tengo una gran noticia. Vas a poder recuperar lo perdido. Le van a llegar tierras a Rodrigo”.
* Estaba Jaime comprando varias cajas de Viagra en la droguería de La 14. Cuando se las estaban entregando se sintió pillado por una conocida señora quien, ante el rubor de Jaime, le preguntó “¿Y tú sí confías en eso?”, a lo cual el notario respondió: “Yo sí confío en la droga; al que le tengo una desconfianza es a este”, señalándose con nostalgia la bragueta.
Algunas de estas anécdotas son del libro de Bernardo Martínez Sanclemente, ‘Humor colombiano. Antología del chispazo y el Gracejo’, otras de la grata memoria de Raúl Fernández de Soto, huellas que en la cotidianidad dejó Jaime. En la Notaría, en el Café Gardel, en el Club, en las reuniones de amigos. Ya muchos de mis colegas mencionaron su trascendencia como ser solidario o como apasionado por la política. No podía quedarse esta faceta de su inteligencia superior que le permitía burlarse de todo y de todos, empezando por él mismo.
Así vivió Jaime Jordán Mejía. Con pasión desbordante, generosidad sin límites, vasta cultura y humor excepcional. ¡Cuánta falta nos va a hacer!