Arranca la cuenta regresiva por la Alcaldía de Cali. En menos de un año estaremos eligiendo al sucesor de Jorge Iván Ospina y se hace fundamental no equivocarse en este proceso. Hay varios elementos a combinar para tener en cuenta. Si falta alguno de ellos, se fracasará en el propósito de renovación:

Un candidato atractivo: se requieren figuras con carisma, que representen vocación de cambio y generen empatía con la Cali de hoy. No creo que alguien de la élite social logre representar esa votación popular, con alto componente afro, incluyente. A buscar figuras reconocidas, meritorias, inspiradoras.

Que sea un buen gerente de lo público: ese candidato carismático deberá generar la certeza que, si gana, será un buen gerente de lo público. No basta el éxito en lo privado. Son dos mundos diferentes. Cali no puede improvisar llevando personas que lleguen a aprender o a dar palos de ciego. Un buen gerente deberá liderar la recuperación de la ciudad con honestidad, buen criterio, sensibilidad social combinada con la autoridad y visión de estadista.

Respaldos políticos sanos: no será fácil llegar a la alcaldía, solo con el empuje cívico. Se requerirán apoyos políticos, pero de aquellos que no tengan el objetivo de llegar al poder para convertirlo en un botín de contratos y corrupción. Esta elección podría ser también la oportunidad de reivindicar la política. Se requerirá grandeza y desprendimiento si queremos sacar adelante la ciudad.

Unidad: varios buenos candidatos simultáneos en la recta final será el lamentable pasaporte para perder ante el candidato del continuismo. Lo hemos visto en varias elecciones. Usualmente los románticos de la política juegan con la pasión y las suposiciones. Los corruptos en cambio, son apostadores que calculan con frialdad de inversionista cada paso para que gane su candidato quien deberá llegar al poder para retribuir con creces su contribución económica. Nuevamente surge la necesidad de grandeza y generosidad para no atomizar las posibilidades de candidatos óptimos.

Liderazgo transformador: quien llegue a la alcaldía recibirá una comunidad con un alto porcentaje de pobreza y vulnerabilidad, alta tasa de desempleo, polarización política y social, visualmente deteriorada.
Tendrá la opción de ser un politiquero proclive a perpetuar el hundimiento o un ejecutivo con sensibilidad pública capaz de tender puentes para reactivarla; para revivir la vocación cívica; restablecer la autoridad y el respeto a las instituciones y especialmente, de generar oportunidades de generación de empleos y emprendimientos viables para que la esperanza y el sentido de pertenencia regresen al espíritu de los caleños por nacimiento y por adopción. Inaplazable desafío.