La Alcaldía de Cali ha dicho sin titubeos que el llamado monumento a la resistencia, ubicado en Puerto ídem o Puerto Rellena va a permanecer ahí.

Aunque el director de Planeación del Municipio, Roy Barreras Jr., admite que desde el punto de vista estético el monumento deja qué desear, según él, tiene un valor simbólico.

(Entre otras cosas parece que el monumento fue elaborado por unos artistas pastusos de esos que hacen las carrozas que desfilan en el Carnaval de Blancos y Negros).

Lo cierto es que Barreras defiende el monumento por ese valor simbólico. Y afirma que los jóvenes de la llamada primera línea encuentran que la mayoría de los monumentos que existen en Cali no los representan. Pero que ese sí. Y en aras de la convivencia y la tolerancia hay que preservarlo, subraya Barreras.

Lástima que la Administración Municipal no tenga la misma comprensión frente a otros monumentos existentes en Cali. Y me refiero concretamente a la estatua de Belalcázar.

Al gobierno de Jorge Iván Ospina se le ven las ganas de darle largas a la reubicación de la estatua en su pedestal y de poner otro monumento, más acorde con su ideología. Y de dejar a Belalcázar en el cuarto de San Alejo.

Pues los mismos argumentos que se usan para defender el monumento a la Resistencia, sirven para defender la estatua.

Muchos caleños nos sentimos representados por esa estatua, no porque seamos admiradores del conquistador, sino porque esa efigie forma parte de la historia de la ciudad y porque es uno de nuestros monumentos más emblemáticos.

Esta estatua, realizada por el famoso escultor español Victorio Macho, estaba en su pedestal desde 1937. Y durante años sirvió para representar a Cali. Si usted quería tener una imagen característica de la ciudad, se tomaba una foto con la estatua.

Me atrevo a decir que es aún más emblemática que la Ermita o que Cristo Rey. O sea, la estatua tiene en sí misma un valor patrimonial.
No quiero entrar en la discusión sobre los atropellos que cometieron los conquistadores españoles (ni en los que perpetraron los de la primera línea). Ese juicio, 500 años después, con la mentalidad del Siglo XXI, es muy difícil de hacer. Sobretodo porque el enjuiciado no puede defenderse.

Pero si en aras de la ecuanimidad, los caleños deciden mayoritariamente que la estatua debe reubicarse o archivarse, que así sea. Lo que es inaceptable es que venga una minoría foránea y derribe la estatua a las malas.

Entonces, lo que debe hacer la Administración es volver a colocar la estatua en su sitio, cuanto antes, y ahí sí promover una discusión seria en la que participen académicos, universitarios, autoridades y ciudadanos del común. Y luego sí tomar una decisión sobre qué hacer con la estatua.

De lo contrario mañana llegará alguien y con el argumento de que la religión cristiana cometió toda clase de injusticias en tiempos de la inquisición, derriba a Cristo Rey. Y otro se aparecerá con el cuento de que los gatos causan toxoplasmosis, y la emprende contra el Gato del Río.

Si esta administración tiene algo de coherencia, así como mantiene el monumento a la resistencia porque representa a unos caleños, debe restituir a Belalcázar a su pedestal, porque esa estatua tiene significado para otros muchos habitantes de esta ciudad.

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