“El problema de Gustavo es que nunca desarmó su espíritu”. Quien hizo esta alusión al hoy candidato del Pacto Histórico es Antonio Navarro, quien lo conoce desde que ambos militaban en el M-19.
Esa descripción no puede ser más exacta. Petro sigue pensando y actuando como guerrillero. La diferencia es que, como hizo Hugo Chávez, cambio el fúsil por los votos para conseguir sus metas.
El modelo con el que sueña Petro es el del Estado que lo controle todo: la salud, la educación, la producción, etc. Por eso plantea acabar con el actual modelo de salud y de pensiones y revivir ese Gotzila administrativo que era el Seguro Social.
Es claro que nuestro sistema de salud tiene graves problemas, y algunos sinvergüenzas se enriquecieron a costa de él. Pero gracias a ese sistema, Colombia llegó a una cobertura casi universal en salud, mientras con el modelo anterior, que padecía problemas de corrupción mucho más graves, solo estaba cubierta el 30% de la población.
También sueña Petro con acabar los fondos privados de pensiones y que el Estado asuma el manejo de ese beneficio. Sin tener en cuenta que con el modelo mixto que tenemos el Estado debe gastar cada año $30 billones para subsidiar las pensiones. ¿Cuánto tendría que invertir si el modelo fuera completamente oficial?
Petro no ve el sector empresarial como un aliado estratégico, generador de riqueza y de empleo sino como un ‘club’ integrado por unos ricos privilegiados que se la ganan toda. Por eso, jamás le dará facilidades para que se expanda y genere más empleo y lo único que le interesa es esquilmarlas a punta de impuestos impagables.
A lo que aspira Petro es a que el Estado asuma las funciones de los empresarios y maneje las fábricas, los ingenios y el comercio, como ocurrió en Cuba y Venezuela. Y obtendrá resultados similares: Pdvsa, la Ecopetrol venezolana pasó de ser una de las empresas más eficientes y ricas del mundo, cuando era administrada con criterios empresariales, a un ente jurásico, politizado y quebrado. Y Cuba, que pasó de ser el mayor productor de azúcar del mundo en la época prerevolucionaria, ahora tiene que importar el granulado porque los burócratas castristas acabaron con todos los ingenios que había en la isla.
Ese modelo estatista ineficiente es el que Petro implantará si es Presidente. Y como esa transición no se hace en 4 años, buscará eternizarse en la Presidencia para cumplir sus propósitos.
La alternativa a este desastre es Rodolfo Hernández, un empresario que piensa y actúa como ingeniero. Como empresario, Hernández tiene claro que la riqueza se crea trabajando de sol a sol, compitiendo e innovando y no calentando silla en un despacho oficial. Y como ingeniero, es un hombre de acción, que no se queda haciendo diagnósticos eternos, sino que busca soluciones viables y pragmáticas a los problemas.
Mejor dicho, mientras Rodolfo es experto en construir, Petro es experto en destruir. Por tanto, este domingo tendremos que escoger entre un constructor y un destructor. Lo demás es carreta.
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