Extraño tus aguas cristalinas,
mi extenso mar.
Extraño poder correr en mi nado,
sin detener mis ganas de jugar.
Extraño todos mis amigos, delfines,
dorados, bravos, a los señores tiburones,
y a las bellas señoras mantarayas.
Recuerdo a mis amigas las ballenas
y qué decir de las tortugas y su paciente nado.
Por ahora estoy enjaulado en un circo
en tierra seca a miles de kilómetros de ti
mi amado mar, como te extraño.
Triste paso las horas,
enfermo, dizque haciendo divertir a los hombres
ellos supieran que no nací para eso,
si ellos me devolvieran mi libertad,
pero estoy secuestrado y sin ganas de vivir,
obligado a obedecer un lenguaje que no me pertenece.
Será que algún día podré volver a ti
mi amado mar.
León Marino
Esta columna fue escrita en el año 2008 en solidaridad con los miles de animales que están cautivos en los miles de circos alrededor del mundo. Se hizo en ese momento un operativo en la ciudad de Cali, a un circo que dentro de sus muchos animales cautivos tenía un León Marino en pésimas condiciones.
Se procedió al decomiso a través del Dagma y apoyado por la Asociación Sentir Animal.
Ahora los señores del circo, no contentos con el decomiso, están buscando todo tipo de tretas para recobrar y poder seguir maltratando a este León Marino.
Por favor, nosotros como ciudadanos apoyemos este esfuerzo para impedir el maltrato de los animales, no llevando a nuestros hijos a ver a estos animales secuestrados.
¿Qué diferencia tiene un secuestro humano a un secuestro animal?
Dedico nuevamente esta columna a Juana Todoestabien o sea, a Jane Goodall.
¡El cielo está de fiesta!