La aceptación generalizada de lo torcido, desde lo más pequeño, es la base de los comportamientos antisociales a gran escala
En los grupos humanos en los cuales los valores fundamentales “pasaron de moda” (porque se desacreditaron a fuerza de repetirlos en discursos vacíos y de contradecirlos en actuaciones aberrantes), predomina una tolerancia generalizada a las conductas antisociales cotidianas que se volvieron parte del paisaje. Es la aceptación de lo torcido porque: “Aquí todo el mundo roba y no hay nada que se pueda hacer” o “El que no aproveche su cuartico de hora (en el poder) es un bobo”.
Los antisociales, también denominados sociópatas, son maestros de estas conductas en la vida pública y privada y comparten ciertas características.
*Estrategas astutos de la manipulación y el disimulo.
*Hipócritas por excelencia. Sus transgresiones son solapadas, difíciles de identificar.
*Fríos y calculadores.
*Magos del fingimiento y la manipulación.
*Soberbios y ambiciosos.
*Narcisistas y egoístas.
*Orgullosos que no le reconocen méritos a nadie.
*Extraordinariamente hábiles para descalificar a los demás.
*Capaces de sacrificar a quien se les atraviese en el camino, con tal de preservar su propia imagen de perfección. No tienen ningún interés en ser buenos, sino en aparentar ser buenos. Su “bondad” es un “show”.
*No aceptan culpabilidad. Jamás aceptan sus errores. Incapaces de ver sus propias faltas, tienen una enorme habilidad para encontrarlas en los demás. De hecho, siempre hay alguien a quien echarle la culpa de todos los asuntos que no los satisfacen.
*Mienten con tranquilidad pasmosa acerca de todo y jamás se arrepienten de nada.
*Están continuamente dedicados a destruir la bondad en nombre de la justicia. Scott Peck, en su impresionante libro del mismo nombre, los denomina “La gente de la mentira” y propone una nueva categoría diagnóstica en psiquiatría: “La personalidad maligna o “evil”. Este autor nos recuerda que: “el hipócrita odia la luz; la luz de la bondad los pone en evidencia; la luz del escrutinio y de la confrontación los expone; la luz de la verdad penetra su hipocresía, su mentira, y los deja al desnudo”.
Lo que tiene que hacer la gente que quiere protegerse de estos seres despreciables, es desarrollar una mayor habilidad para identificarlos oportunamente para evitar cualquier relación con ellos. Observar cuidadosamente los detalles e inconsistencias de sus comportamientos falsos. Recordar que no vale la pena perder tiempo en convencerlos de su falsedad, manipulación o maldad, pues ellos nunca reconocen nada.
En contraste, las personas decentes tienen características muy distintas.
*Trabajan honestamente.
*Pueden equivocarse, pueden ser excesivas, obrar impulsivamente o cometer injusticias, pero jamás violan principios fundamentales.
*Tienen ideales y principios que respetan y hacen respetar.
*Invariablemente se someten al dictamen de su propia conciencia. Al tiempo que le dan la bienvenida a quien quiera revisar sus actuaciones.
*Son capaces de expresar sentimientos de dolor.
*Se arrepienten de sus actos si se equivocan.
*Su entrega y sacrificio son legítimos.
*Son consistentemente genuinas.
*Han demostrado quiénes son, poniendo como ejemplo sus propias vidas.
Nota: Esta columna reaparecerá el 17 de Julio del presente.