La presencia musulmana (771-1492) marcó hondamente los que serían España y sus colonias en el Nuevo Mundo. Como señala Joseph Pérez, nada se parece tanto a la Giralda de Sevilla como la Torre de Hassan en Rabat (Historia de España, 1999, p. 495), salvo la Torre Mudéjar de Cali, si bien mucho más pequeña, pero la más bella de América, escribe el profesor español Santiago Sebastián (Arquitectura colonial en Popayán y Valle del Cauca, 1965) pero muchos aquí ni se han dado cuenta, igual que permitieron la demolición de la torre también mudéjar de San Agustín, después Santa Librada, y luego la iglesia y el claustro, para ese feo y torpe parqueadero verde que nadie ve.
Leyendo a Pérez se entiende cómo la emancipación de los territorios americanos fue un golpe grave al poderío de España (p. 405), pues no eran considerados meras colonias (p. 427) pobladas por indios, negros, mestizos y españoles (p. 429) y Potosí tenía 150.000 habitantes, más que Londres, París, Roma o Sevilla (p. 257 c.). Lo demuestra la Expedición Botánica a la Nueva Granada, iniciativa del arzobispo y virrey Antonio Caballero y Góngora, y dirigida por José Celestino Mutis (p. 336) con la participación de Francisco José de Caldas, y siglos después la Exposición Iberoamericana de 1929 en Sevilla respondía al deseo de España de estrechar los lazos con las antiguas colonias (p. 550), dando impulsó a la arquitectura neocolonial, principiando por el Pabellón de Colombia.
La influencia de lo catalán es más reciente. Ildefonso Cerdá (1816-1876) fue quien creó la palabra y el concepto de urbanismo (Teoría general de la urbanización…, 1867), cuyas esquinas ochavadas del Ensanche de Barcelona se repetirían, pequeñitas, en San Antonio en Cali; por su parte, Gaudí redactó en catalán los planos de la Sagrada Familia (p. 519) todo un ícono de la arquitectura premoderna y, coincidiendo con la de Sevilla, se realiza la exposición Universal de Barcelona de 1929 (p. 567) de la que quedó (reconstruido) el Pabellón de Alemania de Mies van der Rohe y su famosa silla.
Asuntos todos que desde luego influyeron a las nuevas republicas iberoamericanas, ahora llamadas latinoamericanas por interés de los franceses. En la Residencia de estudiantes, inaugurada en Madrid en 1910, se reunían personalidades tanto españolas como extranjeras (p. 506); y la prensa española se ocupa también de las ciudades y su arquitectura, como el periódico El Sol (1917-1936), de ideología liberal, donde había una página semanal especializada en ingeniería y arquitectura (p. 555). Pero especialmente cuando numerosos obreros, profesionales, intelectuales, escritores, artistas y arquitectos, muchos de ellos catalanes y vascos, emigraron a estas repúblicas, desplazados por la Guerra Civil en España (1936-1939).
República, dice el Diccionario de la Lengua Española, DEL (en su edición electrónica gratuita de 2015), es una forma de gobierno regida por el interés común, la justicia y la igualdad, cuya máxima autoridad es elegida por los ciudadanos o por el Parlamento para un período determinado; sin embargo el Drae, en la edición de 1970, la definía como un lugar donde reina el desorden por exceso de libertades, según lo recuerda Joseph Pérez (p. 480 n.). Como lo es cada vez más esta antigua colonia de ultramar, en manos de la corrupción y la politiquería que también heredó de España, y se puede ver en estos días allá y aquí, más interesados en dividir que en reunir bajo una misma lengua común.

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