Por mucho tiempo, la idea de conquistar el punto más alto del planeta Tierra, se ha convertido en el principal objetivo de cientos de alpinistas que, desafiando la muerte misma, y sus propios límites, deciden embarcarse en un camino, muchas veces sin regreso.

Este punto, ubicado a 8.848,86 metros sobre el nivel del mar, que se encuentra en el Himalaya, específicamente en Mahalangur Himal, es conocido por el mundo entero, como el Monte Éverest, aunque también recibe el nombre de Monte Sagarmathaen nepalí y Chomolungma, en el idioma tibetano. Una cordillera helada, con temperaturas que pueden descender hasta los -40º, y donde los hombres, ansiosos por conquistar lo que muy pocos logran, esquivan con suerte, el frío abrumador de la muerte.

Campamento base con más de mil personas, entre alpinistas y sus equipos de apoyo. | Foto: AFP or licensors

Pero más allá de esa idea idílica de llegar a la cima de ese imponente monte vestido de blanco, que casi siempre, o siempre, quita el aliento del más osado y experimentado alpinista, hay una realidad: sus gélidas veredas están plagadas de muertos.

Y es que, después del primer ascenso exitoso de Edmund Hillary y Tenzing Norgay, en mayo de 1953, se estima que más de 300 personas a través de los años, han perdido la vida intentado conquistar el gran “pico del cielo”.

No obstante, no sorprende que muchos de ellos hayan muerto en el camino porque fueron víctimas de una tormenta, o porque su cuerpo les pasó factura mientras sus pulmones se llenaban de agua, o el frío intenso calaba en sus huesos.

Lo sorprendente es que sus cuerpos nunca fueron levantados de su aposento, y quedaron allí, como huella del camino, contando la historia de un olvidado soñador que no logró la cima. El motivo, las adversas condiciones climáticas, y lo riesgoso que era reclamarle a la montaña, uno de estos cuerpos.

A medida que el hielo se derrite, los cuerpos de otros alpinistas fallecidos en el Everest están emergiendo. | Foto: AFP or licensors

Y es que, ya sea para los rescatistas, o para aquellos compañeros que quisieran dar una mano, mover un cuerpo congelado, con un peso aproximado de 100 kg, contando el equipo, no es más que una idea descabellada. Así, momificados y esparcidos en el camino, muchos de ellos se han convertido en punto de referencia, siendo la prueba fehaciente de que la vida podría acabar en un instante.

De hecho, uno de ellos, es quizá el muerto más famoso del Everest. Conocido como el “Green Boots”, quien yace acurrucado en una cueva rocosa. Verlo significa, estar cerca del tramo final hacia la cima.

"Tsewang Paljor, apodado "Botas Verdes", fue un alpinista indio que falleció durante el desastre del Everest en 1996". | Foto: El País

Y como él, a medida que el hielo se derrite, los cuerpos de otros alpinistas fallecidos en el Everest están emergiendo. Entre ellos, George Mallory, quien fue encontrado a 8.157 metros, en 1998, luego de haber intentado alcanzar la cima en 1924. De este, se dice, pudo haber sido el primer hombre, en alcanzar la cima, pues no se sabe si su muerte ocurrió luego de su descenso.