Los bloqueos de carreteras instalados en Brasil por manifestantes que rechazan la derrota electoral del presidente ultraderechista Jair Bolsonaro se extinguían este viernes, mientras el equipo de transición del izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva empezaba a instalar sus operaciones en la capital.

La Policía Federal de Carreteras (PRF) daba cuenta de cinco cierres parciales que no impedían el flujo del tránsito, en dos de los 27 estados de Brasil.

"Todas las carreteras federales están libres de bloqueos", afirmó la Policía en sus redes sociales.

Desde que Bolsonaro perdió el balotaje presidencial el domingo por estrecho margen frente a Lula (50,9% a 49,1%), sus seguidores bloquearon centenares de carreteras con camiones y tractores, y se instalaron frente a cuarteles en las principales ciudades, demandando una intervención militar para mantener al mandatario saliente en el poder.

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La autoridad vial despejó desde el domingo 975 cortes de rutas en el país, que causaron problemas de desplazamientos y de transporte de mercancías en la principal economía de América Latina.

Los bloqueos empezaron a reducirse luego de que Bolsonaro, quien no ha reconocido explícitamente su derrota electoral, pidiera el miércoles a sus seguidores poner fin a esas acciones debido a su impacto en la economía y en el derecho a la libre circulación.

Cámaras empresariales habían advertido riesgos de desabastecimiento y falta de combustibles en caso de que los bloqueos perduraran.

Bolsonaro, no obstante, dio su apoyo a otro tipo de protestas, sin bloqueos, contra la victoria del líder del Partido de los Trabajadores (PT), quien gobernará Brasil por tercera vez tras dos mandatos entre 2003 y 2010.

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En Brasilia, un centenar de personas se agolpó la mañana de este viernes frente al cuartel general del Ejército, constató un fotógrafo de AFP. En la noche, barreras policiales todavía impedían el acceso a la calle frente al complejo militar.

En Sao Paulo eran hasta 300, algunos con carpas u ondeando la bandera brasileña, símbolo adoptado por los seguidores Bolsonaro, observó un periodista de AFP. "Fuerzas Armadas, salven a Brasil", gritaba la multitud.

Transición, en marcha

En los dos días siguientes al balotaje, el jefe de Estado de ultraderecha se mantuvo en silencio, una actitud que según sus críticos alimentó la proliferación de protestas y generó incertidumbre sobre el traspaso de poder a Lula, que asumirá la presidencia el 1 de enero.

Pero luego de que varios aliados reconocieran el resultado, Bolsonaro, de 67 años, prometió el martes "cumplir la Constitución" y autorizó el inicio de la transición de gobierno.

El mandatario saliente se reunió brevemente el jueves con el vicepresidente electo Geraldo Alckmin, cabeza del equipo de empalme de Lula, quien calificó el encuentro como "positivo".

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La transición dio sus primeros pasos el viernes: la presidenta del PT, Gleisi Hoffmann, inspeccionó junto a otros miembros del equipo las instalaciones del Centro Cultural Banco de Brasil, en la capital brasileña, donde trabajarán 50 funcionarios más un grupo de voluntarios.

"La idea es que a partir del lunes comencemos a ocupar el espacio", dijo Hoffmann a periodistas.

Las celebraciones callejeras por el regreso al poder del exmandatario ocurrieron generalmente sin incidentes en las principales ciudades del país la noche del domingo, aunque hubo episodios de violencia.

Una niña de 12 años, que fue baleada mientras celebraba la victoria de Lula, murió este viernes en Belo Horizonte, según medios locales. La policía investiga si el hombre que disparó tuvo motivaciones políticas.