Unos días después de asumir su puesto como nuevo representante especial y jefe de la Misión de Verificación de la ONU en Colombia, Miroslav Jenča llegó a Cali para instalar de manera oficial esta etapa del mandato que apoya la implementación del Acuerdo de Paz que se firmó en 2016 entre el Estado colombiano y la entonces guerrilla de las Farc.
El diplomático eslovaco participó en los diálogos de La Habana que le dieron vida a ese pacto y ahora asume esta tarea en un momento crítico por el recrudecimiento de la violencia en varias regiones del país y los múltiples retos que enfrenta la búsqueda de la Paz.
Jenča le explicó a El País los ajustes realizados por el Consejo de Seguridad a la Misión, los avances y los retrasos de la implementación del Acuerdo, la necesidad de fortalecer la presencia del Estado en diferentes territorios y las prioridades en el contexto del noveno aniversario de la firma de la Paz.
Aunque con cautela, fue enfático al indicar que la violencia no es el camino y que la Misión continuará siendo un actor imparcial que busca soluciones duraderas para la pacificación de Colombia.
¿Qué va a cambiar en la Misión de Verificación de la ONU tras la renovación de su mandato en Colombia?
Se renovó el mandato de nuestra Misión por un año más; el Consejo de Seguridad anualmente lo discute y a fin de octubre toma una decisión. Esta vez el Consejo de Seguridad indicó que la Misión va a quedarse con tres mandatos claves. Primero, reincorporación de los exintegrantes de Farc-EP; segundo, las garantías de seguridad y, tercero, la Reforma Rural Integral.
Los Estados miembros del Consejo de Seguridad realizaron ajustes y se redujo el mandato en el tema de la verificación de sanciones propias de la JEP, capítulo étnico, y también se descontinuó el monitoreo de cese al fuego con ELN. Este proceso colapsó hace casi un año y se tomó por este motivo la decisión.
¿Va a haber nuevos componentes, por ejemplo, relacionados con la seguridad territorial?
Continuamos con el mandato que hemos tenido desde el inicio de esta Misión y son las garantías de seguridad. Nosotros, en lo que toca a este espacio, trabajamos muy de cerca con el Gobierno, con las administraciones, las instituciones y los actores. En este sentido, tuve una reunión muy buena con la Gobernadora del Valle de Cauca y abordamos este tema, porque nuestra presencia de la Misión en Cali y el Valle de Cauca colabora con la Gobernación y con la Fuerza Pública y ayudamos en lo que toca a la competitividad y los canales de comunicación.
La Misión tiene una presencia territorial cubriendo prácticamente todo el país; durante estos años que hemos estado aquí, hemos construido las relaciones de confianza en canales de comunicación prácticamente con todos los actores y esto es una ventaja, pero también, para nosotros, es un espacio donde podemos apoyar la paz y la seguridad.
¿Contemplan ajustar capacidades, equipos o presencia territorial para responder a los desafíos actuales en Colombia?
En lo que toca a la seguridad, el único actor es el Estado, y es su responsabilidad proteger a la población de los territorios. El Estado es el único actor que tiene derecho legalmente a usar armas y la primera misión de las Naciones Unidas, nuestro papel, es ayudar, acompañar, verificar; pero nosotros no tenemos alguna fuerza que pueda imponer seguridad.
Esta comisión se llama Misión de Verificación, porque nosotros hacemos exactamente este monitoreo y tenemos observadores, pero no participamos en las acciones donde se usa la fuerza.
¿Cómo se va a coordinar con el Gobierno colombiano en esta nueva fase, especialmente en las regiones donde la implementación del Acuerdo de Paz tiene más obstáculos?
En las Naciones Unidas siempre apoyamos los diálogos. Un ejemplo de ello es que en la organización conmemoramos hace poco 80 años de la firma de la Carta de las Naciones Unidas y celebramos también el noveno aniversario de la firma del Acuerdo de Paz.
Yo pienso que para responder a estos retos lo más importante es hacer más por ese estilo para implementar el Acuerdo firmado en 2016, que es un reto enorme. Aquí lo que vemos es que hay espacio para mejorar la presencia del Estado y de la Fuerza Pública; esto es un desafío grande porque, con la firma del Acuerdo de Paz y la implementación, se vaciaron territorios enormes con la dejación de armas de las Farc y después su recolocación en los Etcr (Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación).
Este reto ha estado desde los gobiernos del expresidente Santos, del expresidente Duque y ahora continúa también en el gobierno del presidente Petro.
¿Cuál es su deseo en este noveno aniversario de la implementación del Acuerdo de Paz?
Ya se ha logrado mucho, pero, como hemos conversado, todavía hay mucho por hacer. Desearía expresar mi compromiso absoluto y el de nuestra Misión para continuar acompañando en lo que corresponde a la implementación del Acuerdo, para construir una sociedad de paz y seguridad. Nosotros vamos a hacer todo lo posible para continuar en este camino.
¿Cómo ve los esfuerzos del Gobierno en sus políticas de paz? ¿Cuáles son los aciertos y qué falta por hacer?
Uno de los logros, y me parece un desarrollo muy positivo, es la repartición de las tierras y la reforma que se está llevando a cabo. Ya muy claramente están las tierras para quienes han trabajado estos predios y también para los firmantes, lo que les da oportunidad de tener una vida con seguridad legal, porque ya tienen los documentos de propiedad para ir adelante y para asegurar una sostenibilidad económica que beneficie a sus familias.
Las cifras son muy claras; son 270.000 hectáreas las que ya se dieron por este Gobierno para estos fines, 18.000 hectáreas que han recibido los firmantes de estos 270.000, y me parece que esto es un logro muy importante, pues es la posibilidad de darles la oportunidad de ganarse la vida de una manera legítima, para dar una alternativa a los campesinos y desarrollar cultivos que sustituyen la droga.
Por otra parte, el reto más crucial que hemos visto es la presencia estatal en los territorios para garantizar la seguridad. También con estas tierras que se reparten, me parece que es vital asegurarse de que haya infraestructura, caminos y acceso al agua potable, etc.
Otro desafío es garantizar las condiciones de seguridad para todos los que participen en el proceso electoral. Nosotros condenamos el asesinato del precandidato presidencial Miguel Uribe. Me parece que son exactamente los actos que no deben ocurrir en una sociedad democrática y con garantías de seguridad.
Además, aquí recientemente hubo varios casos de explosiones (atentados terroristas), por lo que hice un llamado a los actores para que bajen la tensión y no usen la violencia; me parece que esto es muy importante.
Usted estuvo presente en las negociaciones de La Habana...
El Acuerdo y la implementación pueden servir como un ejemplo, pues fue el resultado de un proceso de diálogo largo y, cuando las partes contratantes, las Farc y el Gobierno, llegaron al punto donde se hizo claro que necesitaban un actor independiente, imparcial, que les ayudara a implementar este Acuerdo, invitaron a las Naciones Unidas.
Yo en aquel entonces trabajé en Nueva York y tuve el honor de recibir esa tarea del entonces secretario general, Ban Ki-moon, quien me mandó a La Habana para empezar estas negociaciones con ambas delegaciones allá.
Después tomó el bastón uno de mis predecesores, Jean Arnault, que ayudó a las partes, con el apoyo del sistema de las Naciones Unidas, a finalizar este Acuerdo que se firmó en 2016.
¿Cómo evalúa la implementación del Acuerdo de Paz?
Es un Acuerdo muy complejo y que da respuesta a cómo afrontar las raíces de este conflicto; no se trata solamente de la dejación de armas y el cese al fuego, se trata de reintegración económica, social, política, también garantías de seguridad y, lo que me parece que es muy importante, crear las condiciones para la reconciliación y la justicia, que es un proceso muy difícil, porque se trata de heridas muy profundas. Para encontrar una solución se necesitan años y por esto pienso que la justicia transicional, que es parte de este Acuerdo y su implementación, es crucial para el futuro de la paz y la reconciliación en Colombia.
Además de la dejación de armas y la justicia transicional, ¿qué otros puntos del Acuerdo resalta?
La sostenibilidad económica. Hace poco visité un espacio territorial Etcr en Norte de Santander, que por razones de seguridad se está trasladando de Caño Indio a Oripaya, cerca de Cúcuta. Allá dialogué con los firmantes; son gente que quiere vivir en paz y el Estado les ofreció parcelitas, un lugar donde estar y construir este futuro ya estable, pacífico y poder integrarse a la sociedad completamente. También están produciendo quesos, yogures, leche de búfalo, dulces y ya se nota que hay una dedicación a la paz.
Lo que me impresionó cuando participé recientemente en un evento organizado por la Agencia para la Reintegración y Normalización, ARN, es que hay ocho mil niñas y niños de los firmantes y esto me parece la prueba más clara de la dedicación a la paz, a una vida normal, sin armas y en familia. Me parece que así es el futuro pacífico de Colombia, para todos.
¿El Acuerdo de Paz de Colombia puede servir de ejemplo para otros países?
Colombia ha servido como ejemplo para otros países; aquí hubo visitas de Tailandia, Nigeria, entre otros. Hay diferentes foros internacionales prácticamente en todo el mundo donde se estudia el caso de Colombia.
Me parece que uno de los retos aquí es convertir la implementación en un asunto de Estado, tener una política que todos los gobiernos se vean obligados a ejecutar, a asegurar los recursos que se necesiten, también los fondos, el presupuesto.
Muchas veces cuando hablo, y también esto fue un caso aquí en el Valle de Cauca, hay inquietudes, preocupaciones, hasta críticas porque no se conectan ni se coordinan bien las diferentes instituciones, por lo que la mejor cooperación entre estas instituciones es una de las áreas donde sí se puede hacer mejor trabajo.
Pienso que hay muchas críticas sobre el proceso de justicia transicional, pero yo desearía también subrayar que estos procesos son muy largos. Pero para formularlos se usó la experiencia de los mejores expertos en estos temas del mundo y se tomaron en cuenta procesos de reconciliación en África del Sur y en Irlanda del Norte.
¿Cuáles son las críticas al proceso que le han manifestado en los territorios?
Me reuní hace unos días con los representantes de las víctimas y me dijeron muy claramente sus preocupaciones, también críticas abiertas, pero al mismo tiempo me reconfirmaron que este proceso es necesario, que hay que tener también la participación de las Naciones Unidas y de la Misión.
A pesar de las críticas, cuando voy más al fondo, lo que he oído durante estos diez años de acompañamiento es la necesidad de tener un actor imparcial, como la Misión de las Naciones Unidas.
El Cauca enfrenta una situación humanitaria difícil por cuenta de los actores ilegales. Usted asumió su cargo hace poco, pero ¿qué mensaje le puede enviar a estas comunidades que requieren acciones urgentes?
De veras se necesita una acción urgente aquí. Nosotros participamos en unas actividades en el pasado; estuve en Cúcuta, en Arauca, en la liberación de los militares detenidos y quiero decir que tenemos contactos, canales y, como actor respetado, acompañamos estos procesos.
El mensaje es muy simple y es que la violencia no es un camino para el futuro; hay que dialogar, hay que encontrar soluciones.
El Estado tiene que cumplir con su deber de asegurar y garantizar la seguridad, pero nosotros, como una organización de diálogo y de derecho internacional basado en la Carta de las Naciones Unidas, siempre vamos a apoyar la reducción de la violencia, encontrar caminos para los diálogos y asegurarnos de que el derecho internacional se aplique y se respete.