Julio César Londoño es uno de los mejores cultores del ensayo en Colombia, en calidad de crítico literario y de divulgador científico, aunque sus cuentos —por los que fue reconocido en un principio— no son menos valiosos. Ganador del Premio Juan Rulfo de Cuento 1998 en París (Francia), por ‘Pesadilla en el hipotálamo’, y del Premio Simón Bolívar 2014 por su demoledora crítica a la obra de Álvaro Mutis, Londoño continúa mostrando su agudeza y estilo mordaz a través de sus columnas de opinión.
Por otro lado, el escritor vallecaucano también destaca como maestro de escritura creativa, dirigiendo desde hace 16 años un taller en el Centro Cultural Comfandi de Cali, en el que se formaron algunos de los nuevos talentos literarios del suroccidente colombiano.
El autor de libros como ‘¿Por qué las moscas no van a cine?’ (2004), ‘¿Por qué es negra la noche?’ (2010), ‘Cuentos exactos’ (2016), ‘Proyecto piel’ (2018), ‘El cerebro y la rosa’ (2020) y su más reciente volumen de ensayos ‘La letra, el número y la cosa’ (2023), participó en la XI edición del Festival Internacional de Literatura Oiga Mire Lea, donde aprovechó para confirmar que la Universidad del Valle decidió otorgarle el doctorado honoris causa en letras, el más alto título que entrega la institución académica.
Univalle anunció hace pocos días que, en el marco de la celebración por sus 80 años de historia, su consejo superior —después de evaluar perfiles, trayectorias y contribuciones de diferentes candidatos— decidió conceder tres títulos de doctorado honoris causa a personalidades destacadas en diferentes áreas de conocimiento.
Como expresó Héctor Cadavid Ramírez, vicerrector académico de Univalle, “se aprobó el otorgamiento de tres distinciones académicas en grado de doctorados honoris causa a tres destacadas personalidades del mundo académico y cultural”.
“En primer lugar, a la profesora Gilma Mosquera, de la Facultad de Arquitectura, con un destacado trabajo en la proyección de vivienda social en el Pacífico colombiano. El segundo para el destacado investigador Luis Eduardo Bravo, quien por muchos años lideró el registro poblacional de cáncer. Y el tercero, al escritor Julio César Londoño, escritor de nuestra región, reconocido con premios nacionales e internacionales, destacado en el medio literario por quienes realizan procesos de formación de escritura, que es una de sus áreas de desempeño”, agregó el académico.
Durante su visita a la Biblioteca Departamental ‘Jorge Garcés Borrero’, sede del Festival Oiga Mire Lea, Julio César Londoño contó la historia detrás de este nuevo reconocimiento.
—¿Cuál fue su primera impresión al enterarse del doctorado honoris causa que recibirá de Univalle?
Para mí fue sinceramente muy emocionante, porque es que yo fui expulsado de la Universidad del Valle por bajo rendimiento académico. Toda mi vida fui un nerdo irredento, pero justamente en los dos años que estudié ingeniería, me volví muy desaplicado. Fue un tiempo de bohemia muy linda, muy productiva también intelectualmente, pero fatal en el rendimiento académico.
Entonces, el hecho de volver ahora a Univalle a recibir un doctorado honoris causa en Letras, tiene como el sabor de una revancha.
—¿Por qué con su talento literario le interesó estudiar ingeniería eléctrica?
Es que yo estaba un poco perdido en la ingeniería, en realidad no era lo mío. Y fue lo mejor que me sacaran, así me dediqué por completo a la literatura.
—¿Qué tuvieron en cuenta para concederle este título?
Un doctorado en letras es ante todo la exaltación a un trabajo en literatura, lógicamente. Es decir, por lo de mi obra en cuento y ensayo. Pero el jurado tuvo en cuenta unos trabajos colaterales muy relacionados con la literatura, como por ejemplo el taller de escritura, mi trabajo como divulgador de ciencias, mi trabajo como columnista de opinión, para lo que se necesita cierto coraje civil, aunque no seré el más guapo, pero en un país como Colombia, opinar, a veces contra ciertos intereses, puede ser arriesgado, porque uno es un periodista muy visible, que firma y tiene foto en la página.
Además, me imagino que el jurado tuvo en cuenta la gestión cultural que también he estado ejerciendo, como asesor académico del Festival Internacional de Educación y del Festival Internacional de Poesía.