En el país hay 3.480 binomios -entrenador y can- que se encargan de detectar explosivos en las selvas. Sasha, la perra que murió en el bombardeo al campamento de 'Mono Jojoy' era una de ellos. Crónica.

Las balas zumbaban en medio de la selva y las bombas parecían caer cada vez más cerca. Guiada por un soldado profesional, ‘Canela’ se tendía en el suelo húmedo en medio del fuego y se mantenía quieta a pesar de que el traqueteo era incesante. Cuando el soldado corría, la perra golden retriever lo seguía. Y si él llegaba a un sitio seguro para disparar, ella esperaba, sigilosa, una nueva orden.“En el área de combate lo primero es tener control total sobre el perro. Si no es así, el perro hasta se va a perder. Mi perra estaba entrenada para cuando se presentaban combates y estuvimos en varios en la serranía de La Macarena y en el Guaviare”, cuenta el soldado, que pidió no dar a conocer su nombre.Por su valor en la Fuerza de Despliegue Rápido (Fudra) del Ejército Nacional, 'Canela' era considerada un soldado más que del 2005 al 2007 participó en los operativos contra la guerrilla en La Macarena (Meta). Eran acciones similares a las que cumplió ‘Sasha’, la labrador que murió el pasado 23 de septiembre en la operación ‘Sodoma’, contra alias el ‘Mono Jojoy’.El soldado recuerda con orgullo que en una ocasión 'Canela' se encontró varios campos minados y cilindros bomba... “En una ocasión el puntero (es el soldado encargado de guiar la formación) hizo un alto y me llamaron para ir adelante. Yo iba rezando para que el área estuviera limpia. Envié a mi perra y me encomendé a Dios, porque en ese momento se tiene la responsabilidad de la patrulla. Y si el perro no está bien entrenado, lo peor es que el que cae no es uno, sino un compañero, y luego se tiene el cargo de conciencia. Es algo así como no revisar el carro, irse de paseo con la familia y en un accidente morir todos, menos uno…” ‘Canela’ se acercó al campo del que había sospechado el puntero. Empezó a oler. Las horas y días de entrenamiento dieron fruto: encontró cinco minas quiebrapatas y un cilindro bomba. “Por eso la necesidad de que el guía canino que sale de la escuela siga entrenando, para tener mejor seguridad de que al área no se meta con miedo, sino que esté haciendo todo a la perfección... aquí lo que se trata es de conservar vidas” .Ese entrenamiento y el instinto de ayuda han convertido a estos animales en fieles compañeros para las Fuerzas Armadas de Colombia. “En otra ocasión íbamos a pasar un río en La Macarena y armamos un puente con unos palos. El guía canino de otra contraguerrilla estaba pasando, pero cometió el error de no darle libertad a su perro; cuando lo soltó, el perrito estaba muy nervioso y se le estaba ahogando. ‘Canela’ se tiró, cogió al perro por la traílla y lo sacó… son cosas que no se creen y parecen imposibles, pero uno que está en este medio sabe de la capacidad que tienen los perros de salvar vidas” .La historia heroica de ‘Canela’ tuvo un final triste: murió después de tres tratamientos por leishmaniosis, una enfermedad de la selva transmitida por parásitos a humanos y perros. “Fue muy duro su muerte porque estuve con ella tres años… 'Canela' era mi familia, mi lanza, dormía conmigo, le cargaba la comida, nos cuidábamos… pero La Macarena es un área muy complicada. Es muy duro ya no tenerla y más para mí, porque no fue mi primer perro, pero sí con el que estuve en esa área de trabajo”, dice el soldado. Los binomiosComo el que conformaron este soldado y ‘Canela’, en Colombia hay 3.480 binomios ( entrenador y perro), que trabajan en las selvas del país manteniendo la seguridad en las unidades militares.A pesar de ser un cuerpo relativamente nuevo, fundado en 1997, ya comenzó el curso número 77 de posibles nuevos integrantes, que se preparan en 12 escuelas de entrenamiento canino, con perros llevados de criaderos y soldados que son escogidos porque les gusta el trabajo con los animales.“En todas las escuelas de formación de entrenamiento canino tratamos de buscar el perfil del guía. Luego de tener ese hombre con afinidad con los perros, empezamos a buscar a los caninos, que sean bastantes juguetones, que sean hiperactivos. Con ese binomio empezamos el entrenamiento” , explica el sargento primero Jesús Ernesto Urbano Estrada, comandante del Centro de Entrenamiento y Reentrenamiento Canino de la Escuela de Ingenieros Militares.“La función más importante de nuestros binomios caninos es detectar los artefactos explosivos colocados por grupos narcoterroristas que han hecho mal tanto a las tropas como a personal civil” , agrega el sargento primero Urbano.Un curso en detección de sustancias explosivas tiene una duración aproximada de 14 semanas, se inicia con perros de entre 7 meses y 1 año y medio, en su mayoría de la raza labrador.“Hay unos animales más inteligentes, a veces depende de las razas y dentro de las mismas hay ejemplares que aprenden más rápido que otros, pero nuestra raza insignia es la labrador, nos ha dado excelentes resultados. Aunque también estamos trabajando con pastor alemán, pastor belga y golden retriever” .El tiempo de servicio de un perro oscila entre 5 y 6 años, aunque en las selvas pueden ser menos años, pues hay más riesgo de que muera debido a las enfermedades tropicales.Y en caso de que el perro llegue a pensionarse o a morir, los soldados incluso son asistidos por psicólogos. “El guía y el perro se convierten en una sola herramienta de trabajo y se comppenetran tanto, que los dos son incondicionales, a donde va uno, va el otro y el animal se convierte en un miembro más de la familia. Ese perrito que anda con la patrulla es un soldado más y cuando muere o es pensionado, a su guía le va a dar duro, porque lleva 3, 4 ó 6 años trabajando con él. Han estado en las buenas y en las malas y por eso a un soldado le duele tanto cuando un perrito muere en combate” .Como dice el soldado profesional, “tenemos que querer y enaltecer más el trabajo de este animal. Son más que perros, una herramienta excelente para nosotros, pero fuera de eso, son nuestros mejores amigos”.