Cada diciembre, nueve días antes de la Navidad, miles de hogares colombianos se transforman en espacios de encuentro, fe y celebración. Y es que, frente al pesebre, familias, amigos y vecinos se reúnen para rezar la tradicional novena navideña, cantar villancicos y compartir la alegría de esta temporada.

Pero lo que para muchos es un ritual cotidiano de fin de año tiene, en realidad, una historia que cruza fronteras y siglos. Y es que, aunque hoy se percibe como una tradición profundamente colombiana, la novena de Navidad no nació en el país. Su origen se remonta al Ecuador.

“La hizo un sacerdote franciscano que se llamaba Fernando de Jesús Larrea a petición de una hermana Clarisa del Colegio de la Enseñanza en Colombia; Clemencia Gertrudis de Jesús Caycedo Vélez Ladrón de Guevara de Aróstegui. Ella le dijo que necesitaban una novena para Navidad. Entonces él la compuso”, cuenta el padre Bernardo Estrada, jefe del Departamento de Teología en la Facultad de Filosofía y Ciencias Humanas de la Universidad de La Sabana.

La Novena de Navidad, es una tradición que se ha extendido por todo el país. | Foto: Alcaldía de Cali

Así surgió la novena que, con el tiempo, se arraigaría en la vida religiosa y cultural del país, aunque no siempre fue como se conoce hoy.

La estructura actual, que incluye los tradicionales gozos cantados, se consolidó apenas en el siglo XX. Fue entonces cuando la Madre María Ignacia —antes conocida como madre Bertilda—, quien complementó la novena y añadió estos cantos que hoy son inseparables de la celebración.

Pero más allá de lo festivo, la novena posee un profundo significado teológico. Para el padre Estrada, el texto pone en el centro uno de los pilares del cristianismo: la encarnación.

Desde sus primeras líneas, la oración subraya el amor infinito de Dios por la humanidad y el misterio de que Dios se haga hombre para habitar entre los seres humanos.

Jesús María Hernández ha creado un impresionante pesebre que incluye más de 2000 figuras y 100 árboles bonsái naturales, ocupando un espacio de aproximadamente 30 m2. | Foto: El País

“Empieza diciendo, ‘Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amaste a los hombres y que nos dio en su hijo la mejor prueba de su amor’. Con esto, pone en primer lugar el misterio que nosotros los cristianos llamamos la encarnación, es decir, el hecho de que el hijo de Dios se hace hombre, viene a la tierra y empieza a habitar en medio de nosotros”, señala el sacerdote.

Así mismo, señala, otro aspecto teológico que se hace evidente por medio de la Sagrada Familia. “Por eso Pablo dice, ‘Dios mandó a su único hijo, nacido de mujer’ y escogió un esposo para María, que había concebido a Cristo por obra del Espíritu Santo. José fue su padre adoptivo o como dice la novena, padre ‘putativo’, que significa ‘que se piensa cómo’, es del verbo latino ‘puteor’ que significa ‘asumir o pensar en cierta manera algo que puede ser de otro modo’”.

Precisamente por su contenido doctrinal, la novena ha requerido, desde su origen, la aprobación de la Iglesia Católica. Como explica el sacerdote, cualquier texto destinado a la devoción de los fieles debe contar con el aval eclesiástico correspondiente, que certifica que no existe objeción doctrinal.

Cada año, las familias colombianas se preparan para disfrutar de la Navidad, y para hacer un homenaje al nacimiento del niño Jesús. | Foto: Créditos: Alcaldía de Palmira / API

“Fernando de Jesús Larrea debió someter el texto al obispo porque en aquella época, como ahora, no hay ningún texto eclesiástico que se escriba para devoción de los fieles que no tenga la aprobación del obispo. Esta clase de documentos deben llevar la aprobación del obispo, que se llama ‘nil obstat’, palabra latina que significa ‘nada se opone’”.

Incluso las modificaciones realizadas en Colombia, como la inclusión de los gozos, que hizo la Madre María Ignacia, debieron pasar por este proceso, y es que, los cambios subsiguientes se hacen notar a simple vista, sobre todo el uso de ‘tú’, en lugar del voceo, una cuestión que no afecta la fe.

“En realidad, cuando uno se refiere a Dios y le dice: ‘Benignisimo Dios de infinita caridad, que tanto amasteis a los hombres’, se puede decir: ‘que tanto amaste’, pero en realidad, el voceo es muy solemne y permite tratar a Dios con elegancia”, explica Estrada.

Lo anterior aplica a todas las oraciones, sin embargo, el sacerdote destaca que Colombia es el único país que todavía conserva en la fórmula de la consagración la palabra “tomad y comed en todos de él porque esto es mi cuerpo que será entregado por vosotros”, pues a la fecha, ya casi todos países de América Latina han eliminado el voceo.

A pesar de los cambios y adaptaciones a lo largo del tiempo, la novena sigue ocupando un lugar central en la Navidad colombiana. Más que una costumbre, es un espacio donde se mezclan la espiritualidad y la tradición familiar.