En 1924, cuando Colombia aún lidiaba con las secuelas de la Guerra de los Mil Días y las instituciones de ayuda eran escasas, en el Valle del Cauca nació una organización que cambiaría para siempre el concepto de solidaridad: la Cruz Roja Seccional Valle.
Hoy, cien años después, sigue siendo una de las instituciones más respetadas y queridas del país, con una misión que no ha cambiado y cada vez está más viva: proteger la vida y la dignidad humana, sin distinción alguna.
El camino ha estado lleno de desafíos, emergencias, alegrías, y sobre todo, personas comprometidas con la acción humanitaria.
Un corazón que late al ritmo del voluntariado
Fabiola Pineda, presidenta de la Cruz Roja Valle, exvoluntaria y Dama Gris, recuerda con emoción el día en que se puso por primera vez el uniforme de Dama Gris hace 50 años, cuando aún se hablaba de consagrar y no certificar. “Nunca imaginé quedarme tanto tiempo aquí”, comenta con una sonrisa llena de orgullo.
A lo largo de estas cinco décadas, ha visto crecer la institución y pasar de un pequeño grupo de voluntarios a tener un instituto de educación, banco de sangre, laboratorio, zonas de vida, vacunación, brigadas móviles, voluntariado especializado y presencia en 21 de los 42 municipios del Valle.
Entre los momentos más difíciles que ha vivido está el estallido social de 2021. “Fue lo que más me marcó, ver el odio entre hermanos” rememora Fabiola Pineda.
Esteban Pachón, director de gestión del riesgo de la Cruz Roja, agrega que la aceptación comunitaria no se impone: “La gente confía en nosotros porque siempre decimos la verdad sobre lo que podemos y no podemos hacer”.
Aun en momentos de tensión e incertidumbre como el estallido social, se resaltó la labor y esfuerzo que ha hecho la institución a través de “el respeto que nos tienen a nosotros y a nuestro emblema. Quebraron los vidrios de todas partes y a nosotros nos respetaron la sede”, enfatiza Pineda, quien planea continuar en la presidencia seccional hasta 2027 y tiene claro su deseo para el futuro: regresar a su rol como Dama Gris y seguir sirviendo desde las bases del voluntariado.
Walter Cotte: de voluntario infantil a líder global
“Uno puede ser feliz haciendo felices a otros”. Esa frase, que Walter Cotte aprendió en su infancia, marcó el inicio de una trayectoria de más de cinco décadas. Ingresó a la Cruz Roja a los 10 años, cuando en su colegio en Cali lo vincularon a un programa educativo de primeros auxilios. Desde entonces, no ha dejado de servir.
Fue socorrista, bombero, rescatista, miembro de la Junta Directiva del Valle, director nacional de socorrismo, y posteriormente, director general de la Cruz Roja Colombiana. Desde ese cargo lideró misiones durante emergencias históricas como la toma del Palacio de Justicia, la tragedia de Armero, el terremoto de Haití, la emergencia del Ébola y la pandemia de Covid-19, esta última como jefe estratégico global.
En 35 años de labor, Walter vivió fuertes momentos como socorrista, uno de ellos fue cuando se presentó una avalancha en la vereda Cumbia, Palmira: “encontramos cuerpos y tuvimos que cargarlos al hombro y entregarlos a sus familias. Ese momento me dolió profundamente, pero también me hizo entender que allí había un ser humano que se había ido, una familia que iba a sufrir y que yo solo estaba ayudando a que al menos pudieran despedirse” recuerda con sentimiento.
Tras tres décadas de liderazgo nacional e internacional, hoy continúa su labor con compromiso humanitario y el propósito de servir.
Transformar vidas: el corazón de la Cruz Roja
En la institución, los jóvenes y adultos que ingresan como voluntarios encuentran una plataforma para formarse, liderar y descubrir sus fortalezas. Hay espacios para todos, desde socorristas hasta rescatistas acuáticos, desde brigadas comunitarias hasta entrenadores y perros de rescate.
“Lo más lindo es todo el servicio que hemos tenido, todas las personas que hemos atendido, ver el agradecimiento y la cara de placer de las personas que nosotros atendemos” afirma Fabiola Pineda, presidenta de la Cruz Roja.
“Esta entidad humanitaria transforma vidas, no solo de quienes reciben ayuda, sino de quienes se suman como voluntarios” afirma Diego Fernando Valencia, director de gestión Humana.
Cómo se sostiene un gigante humanitario
Fernando Bermejo, director ejecutivo, conoce a fondo el engranaje económico que sostiene a esta institución con el pasar de los años, “nosotros como una entidad humanitaria tenemos un desafío enorme en sostenernos, en cómo generar ingresos para poder seguir cumpliendo”.
Por ello, gran parte de sus labores humanitarias se cubren con recursos del Estado, cooperación internacional o de la Federación Internacional de la Cruz Roja y una porción significativa proviene de ingresos propios.
Entre sus principales fuentes de ingresos está el Banco de Sangre -el más grande del sur occidente colombiano en el ámbito privado-, el instituto de formación para el trabajo, servicios de laboratorio, entre otros. Gracias a esos ingresos, la seccional logró invertir en 2024 cerca de $1900 millones provenientes de recursos propios.
Una Cruz Roja activa todo el tiempo
Aunque se le asocia principalmente con la atención de desastres, la Cruz Roja está activa permanentemente. Uno de los programas más emblemáticos es el de Educadoras Comunitarias, liderado por las Damas Grises. En barrios como Potrero Grande, capacitan a madres cabeza de hogar en oficios que pueden convertirse en su sustento.
“Se les enseña el tema de arreglo de uñas, corte de cabello, hacer manualidades, confección de ropa y es muy bonito ese proceso que dura aproximadamente seis meses” explicó Carlos Bernal, coordinador de comunicaciones de la Cruz Roja. Las madres que participan en estos programas cuentan con un diploma otorgado por el Instituto de Educación perteneciente a la entidad.
En los actos de cierre, “muchas de ellas desfilan con la ropa que confeccionaron durante el curso. Ahí uno ve que una habilidad sencilla puede transformar una vida”, cuenta Diego Valencia.
Un legado que se proyecta a futuro
Cien años de historia no solo se celebran, se honran, y la mejor forma de honrar esa trayectoria es proyectarla con visión, sostenibilidad y compromiso.
En el horizonte está fortalecer el voluntariado, la ampliación de la cobertura educativa y la generación de causas que motiven a jóvenes y adultos, para que “se puedan vincular a la organización y tener una fuerza humana que nos permita cumplir todas las metas” aseguro Pachón.
Fabiola Pineda concluye con voz firme: “La Cruz Roja le ha dado al Valle del Cauca una institución que está presente en cada emergencia, pero también en la vida cotidiana de quienes necesitan apoyo”. Y mientras existan corazones dispuestos a servir, la Cruz Roja seguirá cumpliendo su misión.