La puerta del penal se abre, y un hombre de tez morena, estatura baja y piel cansada sale después de siete años y medio de encierro. Su familia lo espera, le hace un baño de hierbas, lo viste, y en la misma puerta dejan tirada la ropa que lo acompañó durante su condena. Él asegura que nadie que sale de la cárcel quiere volver.

Por la otra puerta, la de ingreso, Sebastián Montaño desvirtúa esa teoría. Terminó de pagar su condena y ahora aguarda una autorización para volver a ingresar al penal y seguir adelante con el proyecto que le ha dado sentido a su vida.

Sebastián Montaño y Stefhania Agudelo López, trabajadora social, con el trapo que reconoce a ‘Salsa al patio’ dentro de los pasillos de Villahermosa. | Foto: El País

Dios pone a cada persona donde lo necesita, asegura Montaño, bailarín profesional más conocido como ‘Pikachú’ y creador de Salsa al Patio, quien terminó envuelto en un problema familiar por el que fue enviado años atrás a la cárcel Villahermosa, donde empezó de inmediato a trabajar en un propósito que, en libertad, jamás se le habría ocurrido.

El ritmo de la salsa se fue tomando uno a uno los patios de la penitenciaría ubicada en el barrio Villanueva y de todos los rincones del penal aparecían aprendices, algunos bailarines de fiestas y otros pocos con conocimiento de movimientos y pasos más complejos.

Salsa al Patio surge como una necesidad realmente, explica ‘Pikachú’. “Yo estaba privado de la libertad, entonces se vino la pandemia y se convirtió en ese camino del entretenimiento, ese espacio de dispersión y de esa manera fue que realmente empecé a crear Salsa al Patio”.

“El primer permiso que obtengo es de la parte interna para empezar a enseñar a bailar, a formar en mi patio en salsa caleña, la parte básica. Luego el Inpec viene y me busca porque estaba causando muy buena convivencia en el espacio y me empezaron a llevar a todos los patios”, explica.

La terapia, convertida en pasos de libertad, llevaba la música y el ritmo en las tardes de los lunes a la Unidad de Salud Mental; la oportunidad los martes era para los internos de la comunidad Lgbtiq+; el patio de indígenas y el pasillo político se contagiaba de salsa en las tardes de los miércoles; el sabor los jueves se sentía en la comunidad de Negros, Afrocolombianos, Raizales y Palenqueros (Narp), y el viernes el turno era para los internos del Patio 8, donde están los adultos mayores.

“Luego, con un grupo de presos, convertimos la cobija del Inpec en un trapo, le pintamos ‘Salsa al Patio’ y nos regalaron un dummy, un inflable que poníamos cada vez que llegábamos a un patio a dar la clase y sentíamos que el espacio se transformaba. Empezamos a hacer eso en el transcurso de año y medio que estuve pagando mi condena”, agrega Sebastián.

El programa “Muros que hablan, cultura que libera” ha impulsado actividades culturales dentro del centro penitenciario, como el fortalecimiento de la orquesta Son de Villa, la formación en danza folclórica y eventos como Salsa al Patio. | Foto: El País

“Luego que recuperé mi libertad, lo que hice fue buscar una manera de seguir viniendo para ensayar y capacitar al personal privado de la libertad en salsa caleña y garantizar que continúe el proceso”; explica.

No obstante, ‘Pikachú’ se había encargado de contar con los mejores bailarines que hay en cada patio para que continúen con las clases y los ensayos mientras logra los permisos plenos para seguir llevando la coreografía de la libertad con ‘Salsa al Patio’.

Jesús Alberto Córdoba, director del Establecimiento Carcelario y Penitenciario Villahermosa de Cali, asegura que, a través de la cultura, “le damos la posibilidad al privado la libertad de que tenga verdaderos procesos de resocialización. Para que tengamos una reivindicación social a través de un sistema penitenciario humanista que piensa en una justicia restaurativa”.

“Qué bonito es apostar desde ellos mismos, desde sus talentos, desde el arte. Tenemos nuestra orquesta Son de Villa, la cual ha sido de gran orgullo para nosotros en Cali, con la que hemos compartido en diferentes escenarios. Esos escenarios nos han permitido mostrarle a la comunidad caleña que hay personas que tomaron malas decisiones, que tal vez nunca quisieron o nunca evidenciaron estar aquí, y hoy están pagando una condena. Pero qué bueno que están demostrando que sí pueden tener una segunda oportunidad, que se pueden reivindicar con estos actos culturales. Con ‘Salsa al patio’, con la cultura, la pintura, el teatro y todo lo que pueda llegar”, precisó.

“No es romantizar la cárcel”

Las imágenes en el interior de la cárcel Villahermosa distan mucho de lo que se conoce del ambiente en prisión.

Dentro de los patios suenan las maracas, la campana, el güiro y el bongó, y en torno a los instrumentos las voces de cada uno de ellos, los privados de la libertad, entonan las canciones tradicionales de la música salsa y cada uno realiza el baile que puede.

La música salsa se ha convertido en factor de convivencia y armonía en los patios de la cárcel Villahermosa. | Foto: El País

“Es otro momento; es otro el escenario en el que nos sentimos en ese instante porque el pensamiento vuela libre y cada uno se toma la licencia para salir de Villahermosa a sentir por un momento la vida en libertad”, dice uno de los internos al explicar lo que significa para él ese momento en el que la música y el baile llegan hasta su patio.

Con ‘Salsa al patio’ lo que se busca es que la salsa sea una herramienta, explica Stefhanía Agudelo López, trabajadora social e instructora de baile. Y añade: “La cárcel debe tener unos controles, una reglamentación y una disciplina, y el baile no está alejado de eso”.

“Salsa al patio’ no busca romantizar el proceso penitenciario; por el contrario, que se destaque por la disciplina y por el respeto hacia el otro que hay que tener en el baile. Aquí en Cali hay muchas personas que han escogido como profesión el baile y han salido adelante por medio de la danza. Y la danza no es solo bailar, la danza requiere de respeto por el espacio del otro, de autorregulación, de autocontrol, de disciplina, de conocimiento, de liderazgo”, considera Stefhanía Agudelo.

Pero este no ha sido un proceso solitario. Sebastián ‘Pikachú’ ha tenido también la ayuda de ángeles que se han sumado a esta causa, que sabe que va más allá del baile y que puede llevar a que varios de los internos puedan encontrar afuera una oportunidad de vida en el cluster de la salsa.

Con el apoyo de las directivas del Inpec y de varias organizaciones, junto a Salsa al Patio se realizó una jornada para pintar con murales los alrededores de la cárcel Villahermosa. | Foto: El País

“Yo trabajo para Swing Latino y siempre estuve adentro con el uniforme como instructor y coreógrafo. ‘Salsa al patio’ es un proceso personal, pero he tenido el respaldo de la Compañía Mundial y de Luis Eduardo El Mulato, que ha sido el padrino en mi carrera artística. De otro lado, uno de los más importantes es Son Titicó, Don Fernando, ellos son de Atlanta, en Estados Unidos, que ha sido patrocinador, y la Colonia Granadina”, comenta Sebastián.