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El Alacrán luce llantas de 21 pulgadas con rines de radios originales de 1928. | Foto: Foto: Especial para El País

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El Ford A28 de carreras, una joya que levanta miradas en Cali

Este Ford con carrocería de carreras fue el resultado de ocho meses de un pasatiempo de Julián Arbeláez, un amante de los carros.

20 de junio de 2020 Por: Geovanny Gutiérrez | Reportero de El País

Un Ford A28 clásico con carrocería de carreras recorre desde hace tres años las calles de Cali, capturando decenas de miradas. Se trata del Alacrán 4, como lo llama cariñosamente su dueño, el cual es el resultado de un trabajo de ocho meses, que convirtió los restos del pasado en un carro del presente y con mucho futuro.

Su creador, Julián Arbeláez Casas, es un ingeniero civil tolimense apasionado de las autos clásicos que vive desde hace 32 años en Cali y que emprendió este proyecto con varios amigos, solo como un pasatiempo.

Toda esta historia empezó, según dice, como un cuento. “Hace muchos años vino a visitarme un viejo amigo y me vio restaurando un clásico, una Ford A28 pick up. Entonces me mostró una fotografía de un Ford A28 de carreras y de inmediato quedé impactado y convencido de dejar la restauración que había emprendido atrás para hacer algo novedoso y único en Colombia: un Ford A28 pero con carrocería de carreras. De allí nació el primer Alacrán, conocido en el mundo automovilístico como Speedster o Baquets, de 1928, y luego restauré tres más”, relata.

Construir el primero de ellos no fue fácil. El motor original se lo ofreció un amigo que lo tenía en una casa por el Lago Calima y aunque llevaba varios años guardado estaba en perfectas condiciones. Arbeláez comenta que lo más difícil fue quitarle el nido de alacranes que tenía. “Fue muy complicado retirarlos y de allí nació su nombre”, recuerda.

Luego, el chasis original y otras partes fueron llegando a través de pedidos por Internet.

Pero el desafío más grande, que estuvo a cargo de dos artesanos de arte religioso, era construir esa bella carrocería de carreras que lo hace único. Una mezcla de aluminio, bronce, cuero y madera, que cuando sale a rodar hace que todo el mundo tenga que torcer el cuello para verlo. “Parecen partes de un viejo avión de guerra con remaches sólidos y gafas de fantasía que solo sirven para cargar los espejos. Y el capó parece tener ganas de salir volando, por lo que está amarrado con dos enormes correas de cuero crudo”, describe su propietario.

Y aunque parezca mentira, su motor de 2.300 c.c. y 40HP puede alcanzar normalmente los 60 kilómetros por hora, aunque está comprobado que puede correr hasta a cien. Lo mejor es que con un solo toque en el arranque este se pone en marcha. “El sonido de su máquina es indescriptible, como si uno montara dos caballos percherones. Te deja boquiabierto, magnificado por la escasa y rústica carrocería abierta, donde no hay duda de que es un bólido con ínfulas de Gran Prix. Por eso, los tapones para los oídos son obligatorios", dice su creador.

Este coche para 2 ocupantes tiene cojinería en cuero. Una correa del mismo material recorre su capó.

Cuando este Ford A 28 sale a las calles de Cali siempre deja a alguien enamorado. En los semáforos la gente se baja y se toma fotos y le pone charla al piloto, quien define su manejo como perturbador. “La forma como cruza en las esquinas y como toma las curvas prolongadas en pista o en carretera es única. Por eso, debe tratarse con mucha consideración, ya que el auto no conoce las leyes de la fuerza centrífuga, por lo que el piloto deberá hacerse cargo buscando una tangente lo más amable posible. Sus rústicos frenos de varilla son asistidos literalmente con camándula, porque no hay quien más lo proteja a uno. Su suspensión y amortiguación son un claro ejemplo de la mecánica de los 20, o sea entre fuerte, rústica y ausente”, anota Arbeláez, en medio de risas.

“Lo que no tiene el auto, lo debería tener el piloto, de manera que si quiere adrenalina súbase y acelere”, agrega, mientras destaca que gracias a este bólido ha vencido su timidez y ha hecho nuevos amigos.

A la fecha, este gomoso de los autos ha construido cinco réplicas del Alacrán, casi idénticas. Tres están en Medellín, una en Popayán y la cuarta en la casa de Arbeláez, en el oeste de Cali. Pero hay Alacrán para rato, pues ya está construyendo el número 6, un trabajo que con esta pandemia no se sabe cuándo terminará. Pero para él, esto no es sacrificio, porque además de entretenerlo, reconstruirlo es algo que lo llena de ilusión. Por eso, el Alacrán es una joya de bronce que pule como a una piedra preciosa cada semana para que nunca pierda su brillo.

Julián Arbeláez tiene otro Ford 28 tipo camioneta que tiene 90 años, fecha que celebró durante una convención de clásicos en Argentina. “Este carro fue reconocido como el que más ha recorrido América Latina, pues he viajado dos veces en él a Argentina”.

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