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Las huellas desconocidas de la polémica carrera de Dilian Francisca Toro

En Guacarí, hablar de Dilian Francisca Toro es hablar de una diosa. Una diosa terrenal que usa blusas Tcherassi y bolsos Carolina Herrera. ¿Quién es en realidad la política más poderosa del Valle del Cauca?

29 de julio de 2012 Por: Jorge Enrique Rojas, editor Unidad de Crónicas de El País.

En Guacarí, hablar de Dilian Francisca Toro es hablar de una diosa. Una diosa terrenal que usa blusas Tcherassi y bolsos Carolina Herrera. ¿Quién es en realidad la política más poderosa del Valle del Cauca?

La niña Dilian está montada en una monareta roja. Debe tener 12 ó 13 años, pero se ve más grande. Más grande que la edad que le corresponde. Más grande que el resto de chicos que pedalean a sus espaldas. En Guacarí, museo del tiempo detenido, es lunes, jueves o domingo, da igual; el sol se eleva ya apacible y lejano y Dilian corre alrededor de la plaza después de clases. Corre en su bicicleta con todas las fuerzas que le dan esas piernas que le nacieron tan largas. Corre porque hay algo que la empuja; corre porque antes de empezar la carrera juró que la ganaría. Corre, corre, corre. La niña Dilian corre y todo lo que queda atrás se va desdibujando en la distancia: su pelo ondulado, el pueblo, los amigos, el barrio. Desde niña, siempre quiso ser la primera. Dilian Francisca Toro nació un 3 de enero de 1959. Dilian es Capricornio. En el Zodiaco, Capricornio es un signo de ambición y persistencia.Una de las chicas relegadas en la carrera de aquel día dice ahora que eso, ver a Dilian adelante del resto, siempre fue un asunto de lo más común. Lo que para los otros suponía un juego, para ella era un reto personal. Ganar una competencia de cuadra, ser la mejor del colegio, hablar inglés, todo lo que para los demás hacía parte de la aburrida cotidianidad de un niño de pueblo, para ella resultaba un propósito mayor. Su antigua amiga asegura que en eso fue decisivo Luis José Toro, su papá. El papá de Dilian fue rector de la Normal Miguel de Cervantes Saavedra. El rector fue un padre estricto. Aun conectado a un tanque de oxígeno, en la sala de su casa, el señor Toro le hace honor a su apellido. Mientras cuenta de aquella templanza, empuña la mano en el aire; Dilian, dice entonces, nunca fue inferior a sus exigencias. En los registros académicos de la Normal de Guacarí, el Folio 409 de 1973 da fe de aquello: la niña Dilian termina cuarto de bachillerato con un promedio de 4,7 sobre 5,0. En materias como inglés y álgebra, su calificación final fue de 4,89. Mientras ganaba carreras en bicicleta, Dilian Francisca Toro se colgaba medallas de honor. Estar en el ojo público, pues, no es un tema nuevo para ella.***La senadora Dilian está acomodada en el asiento trasero de una cuatro por cuatro. Se dirige a una cita para la que va tarde y la aguja del velocímetro apunta hacia el sol que a esa hora estalla sobre los vidrios polarizados de la camioneta. Dilian habla por teléfono. A alguien, del otro lado de la línea, le promete que llegará a tiempo aunque eso ya sea imposible. “Voy en camino”, dice. Eme, quien hace años hizo parte de uno de sus equipos de trabajo, cuenta que esa es una de sus frases más repetidas. Ir en camino significa que el conductor debe acelerar tanto como pueda. Conducir rápido es uno de los requisitos que deben cumplir sus choferes. A Dilian Francisca Toro le gusta la velocidad. Y la velocidad es una constante en su vida; después de lograr la mayor votación en las legislativas del 2010, a la detenida congresista le bastaron dos años para acrecentar aun más el poder político que venía acumulando desde hace dos décadas: tras las elecciones del 2011 en las que se enfrentó a su mentor Carlos Herney Abadía, logró concentrar catorce alcaldías del departamento, dos curules en el Concejo de Cali y más de 150 en toda la región. Y sumado a eso cuatro diputados. Y sumado a eso, aseguran, control sobre varios entes descentralizados. “Voy en camino”, se le escucha repetir la Senadora desde el asiento trasero de su camioneta de ventanas oscuras.Pero antes de todo aquello, una de las cosas que más preocupaban a Dilian era el reconocimiento nacional. Ya convertida en una matrona electoral, quería dar un salto mayor pero el camino aún parecía lejano. Así que por esos días una de las recomendaciones para su equipo de trabajo era hacer figurar su nombre en los medios nacionales. Una mañana, luego de haber obtenido la mayor votación del Partido Liberal en el departamento, a uno de sus asistentes se le ocurrió sería buena idea lograr una entrevista con Julio Sánchez Cristo, entonces director de la FM de RCN. El asistente llamó como un oyente particular, habló con un periodista que le hacía producción al programa y ofreció a su jefe. Cuando Julio pasó, creyó que se trataba de una Dilian cualquiera:-Hola buenos días, saludó Julio. -Hola Julio, es Dilian, respondió ella.- Doña Dilian buenos días, cuénteme.- Julio, es Dilian Francisca- Doña Dilian, dígame... ¿Doña Dilian?Dilian, ante el desconocimiento inicial de Sánchez Cristo, colgó histérica. Eme pagó los platos rotos: “Lo que usted acaba de cometer es un error infantil imperdonable”. Dilian Francisca Toro es médica especializada en reumatología. La médica Dilian, no admite errores.***La joven Dilian es una estudiante de Reumatología en el Hospital Servidores del Estado de Río de Janeiro. A mano, Dilian le escribe cartas a Héctor Fabio Rengifo, uno de sus amigos más entrañables de Guacarí. En las cartas, la joven Dilian le cuenta de Brasil: del apartamento que comparte con un amiga, de las favelas donde hace prácticas, de lo difícil que ha resultado toda eso. En las cartas, la joven Dilian no lo dice pero está triste. Dilian es una mujer sentimental. El Regreso, un bambuco que es una evocación musicalizada por la tierra natal, está entre sus canciones favoritas. A Dilian le gustan las serenatas. Esos años en Brasil dejaban atrás un pasado por el que jamás volvería. Lejos había quedado la médica que atendía pacientes en el cuarto de su casa. Lejos habían quedado los días en que vendía empanadas para ayudar a pavimentar alguna calle. Lejos había quedado Óscar Sotelo, el novio que tuvo a escondidas de su papá y del que se enamoró por las serenatas que le daba. Lejos había quedado ya la niña que siempre quiso estudiar Medicina y que le escribía cartas al Niño Dios pidiéndole un maletín con instrumental. Lejos, todo aquello ya estaba lejos.En las cartas, Dilian también le contaba a su amigo de una duda: le habían pedido que regresara para que fuera Alcaldesa de Guacarí. Entonces escribía: “Yo no se qué decir. Yo no estudié para ser política. Yo estudié para ser médica”. Aquella decisión es otra de las leyendas que envuelven su vida: aunque su papá asegura que fue él quien la convenció, la leyenda dice que Carlos Herney Abadía, su primo más cariñoso y cercano, viajó hasta Brasil para ayudarle a decantar su determinación. Carlos Herney, dicen también, fue quien le enseñó sus secretos particulares de hacer política. Uno de ellos, afirma una fuente, que aquello se hace con plata, mucha plata. Un periodista que dirigió un espacio radial en épocas de campaña cuenta que Dilian, por ejemplo, acostumbraba a pagar la pauta en efectivo y por adelantado: “Una vez me llevó a la oficina el dinero correspondiente a seis meses de cuñas. Los billetes, extendidos sobre un escritorio, lo tapizaban por completo”. Abadía, un viejo gamonal, había visto en Dilian a una pupila aplicada.La prima comenzó siendo concejal en 1990. En el 92 pasó a ser alcaldesa. Entre el 95 y el 97, Secretaria de Salud del Valle. Consultora en salud del BID. En el 2000, candidata a la Gobernación. Dos años más tarde postula su nombre para el senado y obtiene 71.721 votos siendo elegida por el Partido Liberal. Berta, su mamá, cuenta que Dilian, cuando estudiaba Medicina en la Universidad Libre de Cali, lloraba todos los lunes cuando terminaba el fin de semana en Guacarí y tenía que regresar a clases. ¿Cómo esa chica sentimental logra en diez años convertirse en una baronesa electoral con más de 70.000 votos?***La señora Dilian está en casa. En Bogotá tiene un apartamento en Chapinero Alto; en Cali, una vivienda en Colinas de Arroyohondo, la misma unidad residencial donde también tiene casa Juan Carlos Martínez. Para arreglarla, contrató a un diseñador de interiores. Allí su rutina casi siempre es la misma: desayuna con fruta y luego olvida el resto. Nancy Guevara, su asistente en Bogotá hace cinco años, dice que eso, recordarle que coma, es una de sus tareas diarias. Pero Dilian lo olvida. Dicen que para eso y para respetar ciertos acuerdos políticos, es para lo único que tiene mala memoria. Cuando puede hace ejercicio. Desde hace un tiempo es obsesiva con su figura. Un antiguo trabajador asegura que se ha hecho varias intervenciones quirúrgicas: lipoescultura, reducción de papada. Antes también se había recortado la mandíbula. En Cali tiene un estilista particular. El manicure es religioso cada semana. La congresista sindicada de presunto lavado de activos se esmera por tener las uñas limpias.Su imagen es uno de los asuntos más cuidados. Y procura no dejar detalles a la deriva. Hace años, uno de sus asesores le recomendó perfeccionar la dicción. Un ex profesor de Expresión Oral de la Universidad Santiago de Cali le dio algunas clases. Dilian, nacida en Palmira pero criada en Guacarí, tiene un remarcado acento vallecaucano que le transforma algunas Eses en Jotas. En Youtube, vida paralela del pasado más remoto, Dilian aparece diciendo, por ejemplo: “Los invito a todos los hombres y mujeres que lo lean”, cuando promociona su libro Mujer y Poder en un programa de Telepacífico. Los domingos por lo general los dedica a su esposo, el exsenador Julio César Caicedo, y su hijo, que ahora está de intercambio en Alemania. A Julio César lo conoció mientras ella era Secretaria de Salud del Valle y él diputado. Alguien cercano a la pareja asegura que ve por sus ojos. Y que lo ama sobre todas las cosas. Julio César es el dios de la diosa más terrenal que tiene Guacarí. Una diosa de la que en el pueblo nadie, ni siquiera sus enemigos políticos, se atreven a hablar mal. Una diosa que tiene un closet exclusivo para guardar los zapatos que, junto a la ropa y los bolsos, son su debilidad. Tcherassi, Tommy, Mario Hernández y Carolina Herrera, algunas de sus marcas favoritas. Sterling Joyeros, uno de los sitios donde compra accesorios. Salir sin aretes o collar es imposible para esta diosa. Una diosa, sin embargo, que nadie recuerda a qué huele. Nadie, ni sus amigos, ni sus trabajadores, ni la gente que alguna vez estuvo a su lado, sabe decir a ciencia cierta a qué huele hoy, cuando está encerrada, Dilian Francisca Toro.Leyes y gestiónLa senadora Dilian Francisca Toro ha impulsado importantes leyes en el campo de la salud: la Ley Antitabaco, quizás, es la que le dio mayor reconocimiento en este sentido.Sin embargo, también se destacan la Reforma a la Salud, la ley de Vacunación de Rotavirus y Neumococo, la Ley de Enfermedades Huérfanas y la Ley de Cáncer.Cuando fue alcaldesa de Guacarí, resultó elegida como la mejor mandataria municipal de Colombia y Guacarí, en dos oportunidades, fue declarada como la localidad más pacífica de todo el país.

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