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La Victoria recupera su historia con un museo arqueológico

El colegio Manuel A. Bonilla lidera un proyecto de museo arqueológico de la cultura ‘Quimbaya tardía’ en este municipio del norte del Valle del Cauca.

14 de octubre de 2012 Por: Alda Mera, reportera de El País.

El colegio Manuel A. Bonilla lidera un proyecto de museo arqueológico de la cultura ‘Quimbaya tardía’ en este municipio del norte del Valle del Cauca.

A ellos los enterraban con sus vestimentas, sus joyas como el tablón, una figura antropomorfa que se la amarraban al muerto en el cuello –dice señalando un rostro humano en cerámica–; les echaban ollas, vasos, copas, ellos creían que se iban para otro mundo, entonces les ponían todas sus cosas ahí porque era como acomodarles la maleta para el viaje.Esta explicación, que combina datos técnicos de antropólogo en ciernes con expresiones coloquiales, naturales en un niño de 13 años, la hace Juan Diego Colorado, estudiante de 7° grado en la Institución Educativa Manuel Antonio Bonilla de La Victoria, norte del Valle.Cada pieza, cada objeto, devuelve a este niño que empieza a vivir, a un pasado remoto y la máquina del tiempo lo sitúa entre el año 800 a 1.440 después de Cristo. Cuando toma una figura antropozoomorfa (cabeza humana y brazos en forma de pez) su mente asiste a un ceremonial en el que antepasados indígenas dan gracias a un dios, quizás del agua o de la abundancia, por la subienda.Una rana finamente esculpida en cerámica le dice a Juan Diego que la cultura ‘Quimbaya tardía’, la que predominó en el centro y norte del Valle, fue una cultura hidráulica, ya que se desarrolló en torno a la laguna La Margarita, que tenía 5 kms. de longitud en lo que hoy es La Victoria.Este avezado estudiante e integrante del grupo de 20 exploradores bonillistas, participa en el proceso de recuperación del patrimonio arqueológico de su región desde 2010. Proyecto que coordina el profesor de sociales, Oswaldo Pacheco Bonilla, sociólogo e historiador de la Universidad del Quindío y además director de la Casa de la Cultura de La Victoria.A Juan Diego no le importa dedicar sus vacaciones o tiempo libre a ir de casa en casa con el profesor Pacheco y exploradores bonillistas como su amigo Juan David Varela, a tratar de persuadir a unos 150 coterráneos suyos para que se sumen al proyecto del Museo Arqueológico Bonillista de la Cultura Quimbaya Tardía. Que donen unas 2.000 piezas que reposan en las mesas de centro o en las repisas de sus casas o que al menos las presten para su registro y exposiciones temporales.Una de ellas es Rita, una anciana poseedora de una colección quimbaya. “Ella nos ha obsequiado unas 20 piezas como ollas, copas ceremoniales, piedras y volantes (objetos circulares con grafitos)”, explica el profesor Pacheco.La leyenda del pueblo dice que ella, al construir su casa, halló una guaca: el maestro de obra se robó las piezas de oro y sólo le dejó las de cerámica. Como la que representa a un hombre con cola de mono (antropozoomorfa) y que vio Juan Diego.“Un día le pedimos que la donara para el Museo, pero ella dijo que no, que se le refundió porque la guardó justo donde hay un panal grandísimo de avispas y por eso no la puede buscar”, cuenta Juan Diego como si se tratara de un cuento infantil.Mentira piadosa para niños o realidad para adultos, la mujer les contó que cuando viene de visita su hija con el esposo, a la medianoche escuchan tambores, como si esos objetos inanimados cobraran vida y realizaran un ritual, relata el niño.El rescate del patrimonio arqueológico de La Victoria fue un proyecto que lanzó la rectora Elsy Ramírez en el Bicentenario de la República 1810-2010. La meta es hacer del Manuel Antonio Bonilla uno de los 32 colegios museísticos del país.Los hallazgos, “con los que les hemos demostrado al Municipio y al Departamento que La Victoria es una zona arqueológica”, reposan en el colegio. En 2010 recolectaron 150 piezas (hoy suman 400); en 2011 hicieron su estudio y clasificación y en 2012 recibieron la certificación del Inciva y el registro ante el Instituto Colombiano de Antropología e Historia, Icanh, gracias al análisis del arquéologo Alexánder Clavijo, que acredita la originalidad y antigüedad de los vestigios.El proyecto fue uno de los 18 seleccionados entre 80 trabajos de 50 colegios del Valle del Cauca, por el programa Colombia Aprende de la Gobernación y el Ministerio de Cultura. Razón por la cual el profesor Pacheco dice con orgullo que “el arqueólogo nos lo ganamos con la investigación” porque de premio les asignaron el arqueólogo Clavijo, quien se llevó la grata sorpresa de que los bonillistas se habían basado en un libro de su autoría, Arqueología Preventiva en el Eje Cafetero. Y es que desde que llegó el arqueólogo, los victorianos comenzaron a donar más piezas. Las habían hallado al cavar para enterrar un caballo muerto, al construir o al abrir calles para instalar las tuberías del gas, como ocurrió las últimas semanas.Máscaras, restos óseos como quijadas de niños y huesos de fémur revelan la estatura de los quimbayas. Piedras con grabados o petroglifos, todo un lenguaje que es materia de estudio para tratar de descifrar el mensaje oculto o si punticos y palitos dan cuenta de sus adelantos en matemáticas.Razones suficientes para que el Inciva, a través de su director Rómulo Ospina, firmara un convenio con el Municipio para la construcción del Museo Arqueológico Bonillista de la Cultura Quimbaya Tardía de La Victoria. La Alcaldía ya donó el lote y el Departamento, desde el Inciva, destinó $35 millones para los módulos de vidrio para la conservación adecuada de este patrimonio ancestral.A los exploradores les preocupan las colecciones de tenedores particulares. Como la de un funcionario del pueblo que reunió 500 piezas y al morir, su familia donó 200 al Colegio San José. De las otras 300 se dice que cada que llega una “visita importante”, le obsequian una figura.Es lo que busca evitar su trabajo de arqueología preventiva. O la de la anciana pobre que hace unos días vendió barata su vieja casita, que se hundía. El nuevo dueño mandó a cambiar el piso y ante los ojos del constructor brilló un quimbaya victoriano en oro puro, con narigueras y todo. El rumor corrió por el pueblo, pero cuando los funcionarios de Inciva llegaron, ya el dueño había desaparecido con el tesoro. Y pueden ser más. En La Victoria hay tres cementerios prehispánicos en los barrios San Pedro, Santa Teresa y las lomas aledañas al pueblo. Cada que llueve y hay derrumbes, un alumno les lleva un nuevo hallazgo. El más reciente fue un diminuto dedal en forma humana con abundancia de detalles delicadamente esculpidos.O el plato que representa el sacrificio de un indígena quimbaya (por su cabeza cuadrada) por los Calima, atravesado por una lanza y alrededor vuelan los buitres. Hallazgo importante porque muestra que hubo contacto con otros asentamientos prehispánicos como los Calima y los Pijao.Eran sacrificios religiosos y no, como dijeron los cronistas de Indias, que eran actos de antropófagos (caníbales) que exhibían cabezas y brazos de sus rivales en las chozas y que secaban al sol las pieles con sal y ceniza. “Ese fue el falso positivo de los conquistadores para que la Corona Española les autorizara exterminarlos (en 1.800 ya no existían) y así apropiarse del oro”, dice el profesor Pacheco en su búsqueda para “acabar con el analfabetismo ancestral que aún hoy hace carrera”.Proyectos del IncivaEl Plan de Desarrollo de la Gobernación tiene el proyecto de hacer la Ruta Arqueológica en diez municipios del Valle y así promover el turismo arqueológico por el centro y norte del Departamento.Esta se desarrollará a través del Instituto para la Investigación y la Preservación del Patrimonio Cultural y Natural del Valle del Cauca, Inciva.Para ello, acaba de firmar acuerdos con las alcaldías de La Victoria (nota central) y de Versalles, para la construcción de museos arqueológicos, dijo su director Rómulo Ospina.A Versalles le asignó $45 millones para iniciar la fase preliminar del proyecto para que la localidad cuente con su propio museo y albergue las piezas de la cultura Calima, que fueron parte de un decomiso hecho en 2005 y que hoy reposa en el Museo Arqueológico de Calima - Darién.

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