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El Cairo, la capital de la cultura preservada

Este municipio - el más lejano del Valle del Cauca y, dicen, el más bello- fue incluido dentro del Paisaje Cultural Cafetero de Unesco.

3 de julio de 2011 Por: Santiago Cruz Hoyos

Este municipio - el más lejano del Valle del Cauca y, dicen, el más bello- fue incluido dentro del Paisaje Cultural Cafetero de Unesco.

Este es el municipio del Valle más alejado de Cali. Está, exactamente, a 252 kilómetros, casi cinco horas en carro. Se llama El Cairo y para llegar hay que atravesar Buga, Tuluá, Cartago, Ansermanuevo, Argelia y Albán. A un paso, atrás de la Serranía de Los Paraguas, uno de los atractivos turísticos del municipio, empieza el Chocó. Además de ser el pueblo más alejado de la capital del departamento, es también el más frío, junto con Calima Darién. La temperatura promedio es de 18 grados centígrados. Rafael García, el coordinador de proyectos sociales de la Alcaldía, dice que estar aquí es como permanecer en una oficina con aire acondicionado las 24 horas del día. Es mediodía de un miércoles y en El Cairo no se nota mucho movimiento. Algunos ancianos caminan por ahí, cerca al Parque Simón Bolívar, con sombrero y ruana. Otros toman tinto en el café de Efraín Duque. En el Bar La Fontana ya se escuchan rancheras y un par de mesas están ocupadas. Algunos muchachos entran y salen de la Panadería El Palacio del Pan y la Compra de Café El Cairo.Si no fuera por las rancheras de la cantina, el pueblo estaría en total silencio. Las puertas y ventanas de las casas están cerradas, las calles internas, solitarias. Debe ser por la hora. La gente andará almorzando. Además, agrega Rafael, los 1.800 alumnos que estudian en el colegio La Presentación y el Gilberto Alzate Avendaño están en vacaciones. Gran parte de los estudiantes viven en veredas cercanas. El municipio, cuenta el alcalde, Gonzalo Corrales Arcila, les paga el transporte hasta los colegios. Los alumnos que viven muy lejos duermen en el Hogar Campesino, en el pueblo. Acá la noticia de que El Cairo hace parte de los nueve municipios del Valle que fueron incluidos dentro del Paisaje Cultural Cafetero, catalogado por la Unesco como Patrimonio Cultural de la Humanidad, no ha causado revuelo. La noticia se escuchó la semana pasada en la emisora, El Cairo F.M Stereo, y se leyó en este diario, pero no se hizo alharaca del tremendo reconocimiento. Incluso, todavía se ven por ahí a algunos habitantes que no tienen ni idea del asunto. La vida sin afán de este municipio no cambia a pesar de la nueva fama. IIEn El Cairo mataron a Jacinto Cruz Usma, Sangre Negra, el 26 de agosto de 1964. El pueblo, en parte, es reconocido por la muerte de ese guerrillero legendario, de quien se dice, mataba a sus enemigos cortándoles el cuello y sacándoles la lengua para que quedara colgando en el cadáver como si fuera una corbata. También, El Cairo es famoso por su arquitectura. Por estas casas espaciosas pintadas de rojos, verdes, azules, naranjas y amarillos encendidos, es que tiene el remoquete de “el municipio más bello del Valle”. Eso de estar tan lejos de Cali, distanciados de nuevas influencias, explica Rafael García, permitió preservar la cultura y el patrimonio arquitectónico. Y ese patrimonio, por cierto, fue una de las razones principales para incluir a El Cairo dentro del Paisaje Cultural Cafetero reconocido por la Unesco. Todo se debe, comenta el docente de la Universidad del Valle Ricardo Hincapié, a que estas casas se construyeron hace 100 años utilizando técnicas tradicionales tanto indígenas como españolas. Y aún están firmes, resguardando la memoria de toda una época: “De España heredamos el barro y una organización constructiva en base de corredores, patios, coloridos. Eso, en El Cairo, fue combinado con tecnología indígena que utilizaba la guadua, el bahareque. Este tipo de construcciones aún está intacto en el pueblo”, comenta el profesor, quien también es director del Centro de Investigaciones en Territorio, Construcción y Espacio de la Universidad. Además, El Cairo está construido en una montaña a base de cuadrículas, otra herencia de España, y eso hace que cada calle tenga, al fondo, un paisaje estupendo de diferentes tipos de verdes como visual. El pueblo fue fundado en 1919. Desde entonces, ha sido un municipio dedicado, principalmente, al cultivo del café y la ganadería. Y en la década del 70 la zona era un hervidero de gente. El Alcalde Gonzalo Corrales Arcila, cafetero de tradición, recuerda que en esos años llegaron a vivir en el municipio cerca de 35.000 personas, todo por el auge del café. La situación empezó a cambiar a finales de los años 80 y principios de los 90. Los bajos precios del grano y plagas como la roya y la broca acabaron con la bonanza. Entonces, muchos se fueron. El Censo actual de El Cairo indica que aquí viven 9.560 personas. Desde el 2006, sin embargo, la población viene en aumento, precisamente, por el café. La Alcaldía y el Comité de Cafeteros han venido incentivando la producción mediante diferentes ayudas: abonos, colinos, respaldos económicos para el pequeño y mediano caficultor.El problema del último año, sin embargo, fue el invierno. Muchas cosechas, como la de José Ruperto López, concejal y cafetero, se perdieron. Y no hay café, por lo menos no como hace unos años. Diego Fernando Gómez, que labora en la Compra de Café El Cairo, asegura que antes del invierno, en un mes, podía comprar 50 mil kilos del grano. Ahora, acaso, llega a los 8.000. “Se está viendo más plátano”, dice. El pueblo, entonces, padece una crisis económica. Y la gran expectativa que se tiene con el reconocimiento de la Unesco es que ayude, de alguna manera, a cambiar la situación. Porque la vida, en El Cairo, con bonanza o no, gira en torno al café.IIIEn total son 9 los municipios del Valle incluidos dentro del Paisaje Cultural Cafetero catalogado por la Unesco como Patrimonio Cultural de la Humanidad: Alcalá, Ulloa, Sevilla, Caicedonia, Ríofrio Trujillo, Ansermanuevo, El Águila y El Cairo. En todo el país son 47 los municipios que hacen parte de ese paisaje, además de 411 veredas, de los departamentos de Caldas, Quindío, Risaralda y Valle.El gran objetivo con el reconocimiento es que la cultura cafetera de este país se preserve. Pero también, agrega Diana Milena Marín, administradora del Hostal El Cairo, los habitantes esperan que desde el gobierno departamental y nacional se trate al pueblo de otra manera: si somos reconocidos mundialmente, que se mejoren las vías de acceso al municipio que están acabadas por el invierno; si somos paisaje cultural cafetero, que los habitantes nos podamos capacitar más allá del colegio o la escuela pública; si somos tan conocidos ahora en el mundo, que se invierta en el fomento del turismo; si somos Patrimonio de la Humanidad, que la gente de la región tenga facilidades para emprender proyectos productivos. Es decir: muy bueno preservar la arquitectura; la tradición oral llena de duendes y patas solas; las técnicas tradicionales en el manejo del café; el paisaje; las formas de organización social. Pero también que ojalá se entienda con este reconocimiento que los campesinos de estos municipios apartados merecen la atención y la inversión necesaria para acceder a la universidad, al empleo, a la edificación de empresas productivas. Ese es el anhelo generalizado del pueblo. Porque, justamente eso que se quiere mantener, la cultura cafetera, está en riesgo en El Cairo. Lo advierte Diego Fernando Gómez. En los muchachos del pueblo se está acabando el amor por trabajar la tierra. Los padres los levantaron con el café, después les enseñaron que el futuro estaba en la ciudad y los mandaron con una orden: supérense. Entonces, el caficultor tradicional se envejeció, los jóvenes que deberían sucederlos están emigrando a las capitales. Por eso el reconocimiento de la Unesco, agrega Diego Fernando, es la oportunidad para que este pueblo preserve esa cultura cafetera. Siendo patrimonio de la humanidad se fomentará el turismo, quizá aparezca la posibilidad de generar empresas a través del café, quizá se creen oportunidades de vida para los muchachos. Así no tendrían que exiliarse de este pueblo en donde los días pasan sin afán, con aire acondicionado natural y verdes de todos los tonos que nadie, en realidad, quiere dejar de ver, de disfrutar.

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