¿Sufre usted de dependencia emocional con su pareja?, le contamos de qué se trata
La dependencia emocional en la pareja afecta todas las áreas de la vida. Especialistas explican la diferencia entre esta forma de relacionarse y el amor verdadero.
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25 de sept de 2015, 12:00 a. m.
Actualizado el 18 de abr de 2023, 10:11 a. m.
La dependencia emocional en la pareja afecta todas las áreas de la vida. Especialistas explican la diferencia entre esta forma de relacionarse y el amor verdadero.
Alguna vez se ha preguntado ¿cómo es que algunas personas viven en relaciones de pareja que a simple vista son desgastantes, asfixiantes y enfermizas para la mayoría? No permiten que su media mitad tenga amigos en Facebook ni reciba mensajes en Whatsapp del sexo opuesto; no toleran que salga sin antes rendir indagatoria de a dónde, con quién y por qué; no dejan que use cierta ropa; le exigen que se reporte a cada minuto y se convierten prácticamente en policías y detectives que siguen cada uno de sus pasos. La razón, según Constanza Flórez de Cadavid, licenciada en educación, psicóloga especialista en intervención con familias y docente de la Universidad Cooperativa de Colombia es solo una: las personas forman pareja con aquellos que les ayudan a continuar escribiendo su historia, o sea con quienes responden a sus deseos, necesidades y vacíos inconscientes. Y en este caso se trata de hombres y mujeres que sufren de dependencia emocional, que terminan unidos a parejas tan dependientes como ellos. De hecho, aunque unos y otros terminen acostumbrándose a esa forma de relacionarse, lo cierto es que los especialistas advierten que hay una clara diferencia entre amar y depender y que este tipo de comportamientos necesita corregirse ya que llega a afectar todos los aspectos de la vida de ambos miembros de la pareja. ¿Amar o depender? Uno de los errores en que cae la persona dependiente es que cree que ama demasiado y que todo lo que hace es porque está terriblemente enamorada. Pero la realidad, según Martha Suescún, especialista en adicciones y directora general de la Fundación Libérate, es que quienes tienen problemas de dependencia emocional no saben diferenciar entre amar y depender. De hecho, es muy normal que una pareja que se quiere también se necesite en cierta forma, pero en el amor verdadero hay una relación de interdependencia que se caracteriza por ser tranquila y en la que reina el respeto, los acuerdos, la generosidad, la admiración, el apoyo y el diálogo. En cambio, en la relación dependiente hay angustia, persecusión, imposición, desconfianza y miedo permanente. Así lo confirma la psicóloga Constanza Flórez de Cadavid, quien explica que en una relación de amor real hay un yo y un tú, dos mundos individuales que se unen para compartir un espacio que se llama nosotros. Mientras en la dependencia esos dos mundos del yo y el tú se sobreponen, hasta el punto que se vuelve una relación amalgamada en la que se pierde el límite entre el yo y el tú, con la consiguiente despersonalización o pérdida de la identidad de ambos, explica. Como la tuerca y el tornillo En una relación de dependencia emocional, se dice que los dos miembros de la pareja terminan encajando, tal como un tornillo en una tuerca. Según Suescún, esto implica que para que haya una relación en la que hay una persona dependiente, debe haber un codependiente o colaborador, que responde a esa forma de amar, que se deja poseer y permite el dominio del otro. Algo así como si el uno dijera Yo necesito de tí, necesito que me ames desesperadamente y el otro respondiera Tú sabes cómo amarme, de manera que se vuelve un círculo vicioso en el que los dos se retroalimentan. Mejor dicho, ambos son dependientes, pero uno es activo, agresivo, obsesivo y el otro, pasivo, sumiso, permisivo, obediente, influenciable y frágil de carácter. Y como tal, se considera que ambos, tanto el activo dependiente como el pasivo necesitan tratamiento. Dónde nace el problema En el fondo de la dependencia hay un gran miedo a hacerse cargo de la propia vida. De hecho, desde que nacemos somos dependientes de la madre, con quien se establece un nexo biológico a través del cordón umbilical, que aún después de cortarlo se mantiene muy fuerte. Luego, cuando el niño nace comienza a independizarse a través de actividades como gatear, caminar o vestirse solo. Cuando ese proceso de apego y desapego se desarrolla de manera normal, la persona crece entendiendo que es posible alejarse del ser amado sin temor al abandono. Pero cuando se presentan dificultades o sucede algo que afecte el proceso, entonces se genera la dependencia emocional. Así lo advierte Contanza Flórez de Cadavid, quien asegura que esto puede ocurrir en diferentes circunstancias. Por ejemplo, que la madre deba viajar y dejar a su hijo recién nacido al cuidado de otra persona. Que salga a trabajar y deje a su pequeño dormido y cuando llega ya él esté durmiendo. Que esté presente de cuerpo, pero haya una distancia afectiva o falta de amor. O que por tener conflictos con su pareja descuide a su hijo. En casos como estos, al parecer, se dispara en el niño una sensación de orfandad y se genera un vacío emocional que termina manteniéndose hasta la adultez, y que solo se expresa a través de relaciones dependientes con la pareja. Y en última instancia influye también haber sido víctima de maltrato físico o psicológico de parte de uno o ambos padres, por lo que la persona aprende a ser maltratada y se acostumbra a ello, agrega Suescún. Hasta dónde llega La dependencia o adicción por el otro no se queda solo en su impacto en la pareja. Termina afectando todas las demás áreas de la vida.En lo personal, es desgastante. La víctima no puede desarrollar su identidad, se altera el autoconcepto, se vuelve sumisa, le cuesta tomar decisiones, se altera su estado de ánimo y se puede tornar muy agresiva, anota la psicóloga Flórez de Cadavid. Además, se llena de inseguridades y miedos que afectan la forma en que se relaciona con el mundo, porque tiene una gran necesidad de reconocimiento y aprobación. Por otro lado, la psicóloga Suescún es enfática en que como la relación de pareja le absorbe tanto y le llena de conflictos puede llegar a descuidar a sus hijos y familiares. Las señales de la dependencia Del activo dependienteLe impone condiciones a su pareja y a la relación. Decide sobre cosas como con quienes puede hablar, qué amigos puede tener o qué ropa puede ponerse.La persona es sumamente aprehensiva. Siempre está poniendo en duda lo que su pareja le dice y cualquier situación es motivo de sospecha.Siente que no puede ser ni vivir sin el otro. Tiene miedo a la ruptura de la relación y al abandono.Se obsesiona y crea fantasías fácilmente en torno a las situaciones de pareja.Experimenta algo similar a lo que sufren los adictos a las sustancias psicoactivas. es decir, un síndrome de abstinencia cuando la pareja no está.Del pasivo dependienteAún cuando se puede sentir maltratado, asfixiado o controlado, no puede cortar con la relación de pareja. Le cuesta trabajo tomar decisiones. Tiende a hacer mil cosas para tratar de dejar al otro, pero nunca lo logra. Se va, pero siempre regresa. Además, busca excusas para continuar la relación o no se separa por lástima, porque cree que el otro no va a poder vivir sino es en su compañía.Requiere tratamientoUsualmente la persona dependiente consulta cuando está pasando por una crisis. En estos casos el profesional evaluará su historia familiar y personal, para determinar qué tipo de situaciones o experiencias le llevaron a este problema. Le enseñará a entender además que hay otras formas de relacionarse con el otro. Para lograr todo esto la terapia se desarrolla en tres niveles: El cognitivo, para que la persona entienda lo que le pasa y se dé cuenta de que la relación con su pareja es nociva. El afectivo, en el que aprende a reconocer las emociones que le genera esa dependencia, si le produce angustia o un comportamiento más bien obsesivo. El comportamental, en el que se le enseña la manera de tomar decisiones y sobre todo de mantenerse, o sea que adquiera una consistencia entre lo que piensa, siente y hace. La vía de escapeAprenda a reconocer su problema y a identificar sus miedos.Fortalezca la autoestima y el respeto hacia sí mismo.Establezca una diferencia entre lo que le conviene y lo que no. Asimile ideas como merezco ser bien amado (a) y respetado (a). Haga un balance del costo beneficio que le genera la relación.Trabaje en el autocontrol para que deje de estar vigilando y persiguiendo a su pareja.Fortalezca su identidad. En las relaciones dependientes muchas veces se dice sí, cuando se quería decir no.Luche contra el deseo y el impulso de estar todo el tiempo con la otra persona.Tenga presente que el amor no obliga, mendiga ni soporta. El amor se construye.Consulte. No le pregunte a su mejor amigo qué hacer, porque seguramente esa persona le dirá que deje a su pareja, pero usted no sabrá cómo hasta que no entienda las razones que lo llevaron a tener este tipo de relación.
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