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Informe exclusivo: ¡cuidado con las pastillas 'mágicas' para adelgazar!

Pese a estar prohibidos por el Invima, en Cali es fácil comprar productos dietarios con sibutramina, una sustancia que puede llevar a la muerte. Un problema de ‘peso’.

4 de octubre de 2015 Por: Redacción de El País

Pese a estar prohibidos por el Invima, en Cali es fácil comprar productos dietarios con sibutramina, una sustancia que puede llevar a la muerte. Un problema de ‘peso’.

Basta con hacer una llamada. Del otro lado de la línea una voz amable, la de una chica que se identifica como Luisa, indica lo básico: el producto se llama Zero Xtreme y para que acabe a las puertas de su casa hay que tener $120.000 disponibles. “Envíame un mensaje por WhatsApp con tu dirección para  venderte la nueva presentación. Toma una pastilla diaria, 15 minutos antes del desayuno o después de haberlo comido”. 

 Lo mismo cuenta el joven que se refugia  tras el mostrador del local Lif Store, en el primer piso del Sanandresito del Sur. Y dice más: que la mejor muestra de su efectividad es que él mismo, hace meses, bajó 25 kilos de peso. “Cómprelo con confianza, es el original. La clave es mantenerse hidratado, hacer algo de ejercicio y comer sano. No se puede tomar si está en embarazo o lactando. No le puedo hacer rebaja, cuesta $130.000”. 

La escena se repite en tres locales más del Sanandresito de la Carrera 5 con 15, en los que una reportera de El País consiguió el Zero Xtreme sin dificultad. Y, preguntando con  discreción, en dos gimnasios del Sur, Los Ángeles Gym y Training Point, ubicados en El Ingenio, le  indican a quién comprarlo. El precio de un envase plateado con 30 pastillas moradas se consigue en no menos de  $150.000.  

Igual de fácil resulta en páginas web de compras como Mercado Libre. Lo que se ofrece allí es el Xtreme ZX (otro de los nombres con los que se conoce al producto). La presentación es un frasco de 60 cápsulas que podrá adquirir con cualquier tipo de tarjeta.    

O, si quiere, ensaye en  Instragram. Escriba en el buscador las palabras ‘zero xtreme’ y saltarán en la pantalla de su smartphone más de un centenar de cuentas a través de las cuales se llega al  producto. Es simple: 

- Hola, estoy interesado en el Zero Xtreme... quiero bajar algunos kilos.

- Hola, bienvenida a una nueva figura. Contáctanos a este número de WhatsApp: 310...

Cuesta creer que se trata de los mismos productos que hace poco, el pasado 15 de septiembre, llevaron al Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos, Invima, a decretar una alerta sanitaria en Colombia para decomisarlos y retirarlos del mercado por contener “ingredientes potencialmente nocivos”.  

La entidad alertó sobre tres en particular: Zero Xtreme, Body Xtreme y Xtreme ZX. Una semana después agregó dos más: Metafast Revolution 1 y Duo Slim Line Gold.

La razón: un análisis químico demostró que uno de los componentes presentes en esas pastillas es sibutramina, cuya comercialización está prohibida en el país desde 2010.

Se trata de una molécula que actúa sobre el sistema nervioso central, impide  que la persona sienta hambre  y además aumente su gasto calórico para perder peso de forma rápida. Su labor es actuar como inhibidor del apetito, pero a un costo alto: causa alteraciones en el sistema cardiovascular, insomnio, ansiedad y sudoración, entre otros efectos.

Lo sabe el cardiólogo Hugo Ernesto González, de la Universidad Nacional de Bogotá, quien advierte que el consumo de sibutramina trae consigo aumento de la presión arterial y la frecuencia cardiaca. Y precisa que estudios de la FDA  (Agencia de Alimentos y Medicamentos de EE.UU.) demostraron la relación de esta sustancia con pacientes que presentaron muerte súbita, y otros que sufrieron  efectos  como estreñimiento, cefalea, sudoración excesiva, vértigo, depresión y alteraciones en la capacidad de juicio, razonamiento y coordinación.

¿Producto falsificado?

¿Por qué entonces se siguen comercializando sin control estos medicamentos? ¿Por qué en una ciudad donde, según la reciente Encuesta Nacional de la Situación Nutricional, un 53 % de sus habitantes, entre los 18 y 64 años, lucha contra el sobrepeso?

Las mismas preguntas se hace  Juan David Cabrera, piloto profesional de la Federación Colombiana de Automovilismo. Un caleño aficionado a los deportes de velocidad, que vivió más de dos décadas en Estados Unidos, y  que hace un par de años, atraído por la posibilidad de hacer empresa en Cali con la venta de productos dietarios, fundó Zero Xtreme S.A.S.    

La motivación era su propia  historia personal: mientras vivía en Nueva York comenzó a aumentar de peso y un día ya no  pudo competir en las motos con las que corría. No cabía en ellas. Ensayando decenas de productos llegó a unas pastillas que lo dejaron en una talla saludable. Tras descubrir  la fórmula con la que estaban hechas (una combinación de varios  ingredientes entre ellos extracto de té verde, polvo de semillas de linaza  y  L-Carnitina) consiguió que un laboratorio de Cali con más de 25 años de experiencia, Fitocol, las fabricara. Su idea era venderlas bajo la marca Zero Xtreme, creada por él en EE.UU., donde alcanzó a comercializar las pastillas por un tiempo. 

El negocio, en el que invirtió $500 millones,  no tenía pierde. La modelo cucuteña Laura Acuña  serviría de imagen publicitaria y el Invima  dio su visto bueno: en agosto de 2014 concedió el registro sanitario SD2014-0003308. 

Pero algo salió mal. Lo cuenta Cabrera, sosteniendo una voluminosa carpeta entre las manos. En ella conserva copias de las denuncias que se vio obligado a interponer, ante la Policía y el propio Invima, pues —según dice— la fórmula del producto se filtró y comenzó a ser “falsificada y vendida utilizando el mismo logo y  tipo de envase que se había diseñado para el producto. Con el agravante adicional  que se le agregó un componente que no tenía: sibutramina”.        

De acuerdo con el testimonio del joven empresario de 33 años, ese envase plateado de cápsulas moradas que pronto comenzó a ser exitoso en gimnasios del Valle, Antioquia y Bogotá, con la promesa milagrosa de que adelgazaba en corto tiempo, sin dietas, ni ejercicios, no es otra cosa que “un producto falsificado”. 

Mientras eso sucedía, al Invima comenzaron a llegar algunas denuncias anónimas de consumidoras que manifestaron  haber experimentado dolores de cabeza, mareo y taquicardia, tras el consumo del producto.  

Juan David Cabrera se defiende. Asegura que solo él tiene la fórmula del Zero Xtreme original, que actualmente fabrica el laboratorio Herbaplant de Medellín. Que su empresa solo alcanzó a introducir al mercado mil unidades  —entre el 1 y el 15 de septiembre pasados— las cuales no contienen sibutramina. Que las muestras analizadas  por el Invima, y que a la postre motivaron la  alerta sanitaria, fueron de productos falsificados que se apropiaron “de la imagen de mi empresa para poder moverse en el mercado”.

Y deja en claro que en Cali solamente existían dos puntos autorizados para su comercialización: uno en la sede de la empresa, en el barrio San Vicente. Y otro sobre la Avenida San Joaquín, en Ciudad Jardín. 

Sin embargo, en la página de la FDA se lee claramente que la entidad prohíbe el consumo del Zero Xtreme en Estados Unidos debido a que análisis químicos encontraron rastros de la temida sibutramina. 

Así, en medio de lo que aparenta ser apenas un litigio comercial, están cientos de  consumidores que siguen comprando el producto a pesar de sus gravísimos efectos. Es una verdadera bomba de tiempo.

Consultado por El País, el secretario de Salud de Cali, Harold Suárez, sostiene que su dependencia no puede realizar operativos de decomiso de estos productos pues aún no ha recibido oficialmente la circular  del Invima con la alerta sanitaria.

Mientras tanto, el celular de Luisa seguirá sonando. Alguien, al otro lado de la línea, aguarda por el milagro —a cualquier costo— de tener en su cuerpo varios kilos menos.

[[nid:469896;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/563x/2015/10/z-xtreme.jpg;full;{Algunas versiones de Zero Xtreme en el mercado. }]]

“Me dijeron que solo iba a sentir sed”

Los síntomas comenzaron a aparecer en el cuerpo de Liliana Valencia desde que se tomó la primera dosis. A pesar de tener un cuerpo saludable, su meta era rebajar dos kilos y reducir la cintura. Una amiga le habló entonces de una solución que ella había probado. Unas cápsulas moradas que venían en un pequeño frasco plateado: Zero Xtreme.

“Las compré en el gimnasio Los Ángeles. Pagué $150.000 por un frasco de 30. Solo me explicaron que las tomara después del desayuno, que me iba a dar sed y que no era aconsejable tomar bebidas oscuras como café o gaseosas. Pero desde la primera pastilla sentí una resequedad horrible, deseos de no querer parar de tomar agua; ansiedad,  nervios; las manos me sudaban y me costaba  manejar y escribir. Algo de taquicardia y mucho insomnio. Si antes lograba dormirme a las 10:00 p.m., después solo venía a hacerlo pasada la 1:00 a.m.”

 Otro de los efectos fue una repentina falta de apetito. “Físicamente no sientes hambre. Mi almuerzo, por ejemplo, era un filete de pollo pequeñísimo y un par de cucharadas de arroz. Bajé un kilo en ocho días, pero solo fui capaz de resistir  15 pastillas”. 

Pese a experimentar los mismos síntomas, el odontólogo Andrés Ruiz sí se atrevió a resistir esos fuertes malestares con tal de reducir los kilos de más que lo atormentaban. “Me tomé un frasco y rebajé cinco kilos. Algunas veces compraba el Zero Xtreme en el Sanandresito de la 80 o le escribía a una distribuidora por WhatsApp y me lo llevaban a la oficina o a la casa. Lo que pasa es que uno escuchaba que casi todo el mundo lo tomaba porque era efectivo y pues yo también noté resultados”.  

Fue el mismo convencimiento de Gina Betancourt, comunicadora social de 23 años que trabaja en el área de prensa de la Universidad Autónoma. Disciplinada con el ejercicio y asidua practicante de deportes como fútbol y basquetbol desde los 5 años, confiesa que su obsesión por un abdomen plano la dejaron a los pies de unas pastillas moradas “de las que todos hablaban en el gimnasio”.

 Inmediatamente después de su consumo, Gina comenzó a advertir los efectos nocivos. “Yo no sabría cómo describir la sed tan horrible que sentí mientras tomé ese medicamento. Todo el día tomaba y tomaba agua. Mucho más de lo que recomiendan los médicos,  ocho vasos al día. Yo me podía tomar ocho termos grandes llenos de agua en la mañana y otros seis en la tarde. ¡Era impresionante!

Gina relata que además experimentó otro efecto particular: “sentí  como si me hubieran recargado con energía. El ejercicio que antes hacía en una hora lo hacía en treinta minutos. Y en la noche seguía tan activa que no podía dormir. Todo el tiempo andaba acelerada”. 

Nadie, sin embargo, le habló nunca de los efectos nocivos del Zero Xtreme. “Yo soy muy responsable con las cosas que le meto a mi cuerpo. En parte por la disciplina que adquirí como deportista. Hasta agosto del año pasado que busqué en internet no existía información sobre efectos secundarios. Todo vino a conocerse a mediados de este año, cuando ya éramos muchos los que lo tomábamos. De todas formas, la efectividad de la pastilla me generó dudas desde el principio. ¿Qué bueno puede ser algo que te baja de peso tan rápido?”, reflexiona la comunicadora.

El caso de Sebastián Rivera es parecido. Solo que él consumió sibutramina pura cuando aún su venta no estaba restringida. Diez cápsulas las conseguía por $3000, lo que no afectaba su precaria economía de estudiante de la Universidad Javeriana de Bogotá. 

“En ese entonces pesaba 100 kilos y tomando una diaria rebajé a 80. Tomé sibutramina durante un año, a pesar de que sentía efectos muy fuertes como taquicardia, depresión (mantenía triste todo el tiempo) y un sudor helado en las manos”.

 

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