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"Si aquí llegara un marciano, se aterraría de que vacilemos frente a la paz": Fabio Cardozo

El Asesor de Paz del Valle, Fabio Cardozo, dice que todos tenemos que ‘jalarle’ al cese de hostilidades. “Hay que deponer la irritabilidad de la lengua”, dice. También habló de su experiencia como reinsertado.

16 de mayo de 2017 Por: Paola Andrea Gómez | Jefe de Información de El País

Fabio Cardozo es un reinsertado exitoso: participó de la desmovilización del M-19, fue uno de los coordinadores en el Valle de la campaña para la Constituyente de 1991 y desde 1992, cuando fue elegido concejal de Cali, a los 28 años, ha hecho parte de la vida pública del Departamento.

“En el Colegio Santa Librada me encontré con la guerrilla a finales de la década de los setenta. Cuando eso el ‘M’ no respetaba el Derecho Internacional Humanitario, reclutaba menores, yo tenía 15 años. Ahí estuve como 12 años hasta la desmovilización. Incluso, participé de la décima conferencia del M-19, donde le dijimos sí a la paz, demos el paso al desarme. Esa es la invitación que ahora quiero hacer”, dice.

Hoy, como Asesor de Paz del Valle del Cauca, será uno de los grandes impulsores del Sí a la Paz, para la aprobación del plebiscito. Y asegura que la reincorporación de las Farc propone un reto gigantesco, porque serán unos 12.000 hombres a los que habrá que ofrecerles respuestas inmediatas de desmovilización.

¿Cómo estamos preparados en el Valle del Cauca para asumir el  reto que nos trae el posconflicto?

Estamos trabajando en ello con mucha aplicación. Una oportunidad excepcional fue cuando concebimos el Plan de Desarrollo, que tiene como uno de sus tres pilares la paz territorial. Con ello tendremos mayores capacidades para asumir el posconflicto y no solo prepararnos cuando lleguen algunos exguerrilleros a nuestro territorio, sino apostarle desde ya a la implementación de los acuerdos de La Habana, especialmente el punto primero que tiene que ver con el campo. 

En el Valle hay municipios que han sufrido fuertemente el impacto de la guerra y que necesitarán de mayor acompañamiento...

Tenemos una estrategia especial para diez municipios que han sido los más afectados por el conflicto, y que tiene tres componentes: 1. Contribuir con unos recursos para su plataforma productiva. 2. Reforzar la institucionalidad en esas municipalidades. 3. Auspiciar y promover las expresiones comunitarias. Esos diez municipios son Pradera, Florida y Palmira, al sur; Buga y Tuluá, al centro; Trujillo, Bolívar y El Dovio, al norte;  y Buenaventura y Dagua, al occidente. Y hay otra estrategia sobre 23 municipios donde también ha habido presencia de la guerra. Con sus comunidades haremos una política de gestión de paz, que nos permita fortalecer esas municipalidades,  de cara al posconflicto.

Otra de las estrategias que están implementando es la reactivación del Consejo Departamental de Paz, ¿para qué va a servir el mismo?

Para ponernos a tono con los nuevos tiempos. Queremos vincular a ese organismo, el mosaico de la sociedad vallecaucana, que es un mosaico variopinto, con el fin promover y socializar los acuerdos. Tenemos una comisión importante, que es la de asuntos pedagógicos.  Hay que trabajar fuerte en esa famosa pedagogía de la paz y en la construcción de redes de gestores de paz, porque yo creo que si se trata de blindajes, en el que más confío es en el blindaje social. La paz es un asunto que nos debe motivar a todos.

¿Ese énfasis en la pedagogía obedece a la cantidad de información o desinformación que hay en torno a la negociación en La Habana? 

Bueno sobre todo, lo que acertadamente señalas, y es que ha habido desinformación y también precariedad de la información, y creo que en eso hemos fallado todos. Tanto, que incluso el proceso es más fuerte por fuera de nuestras fronteras que adentro y es porque ha habido un déficit de la información y  también una gran campaña de desinformación. Nosotros queremos contrarrestar esa tendencia; aunque debo también señalar que  la audiencia de quienes propenden  la paz ha ido creciendo y ampliándose.

¿Cree, usted, por ejemplo, que el Sí a la Paz, en el plebiscito impulsado por el Gobierno, está a salvo?

Yo pienso que hoy el tema del plebiscito está a salvo. Va a haber tensiones porque este es un país muy ‘espacial’. Si nos visitara un marciano, estaría aterrado de nosotros, de ver que un país que lleva 50 años dándose bala y que le ha costado 222.000 muertos mal contados esté vacilando en la decisión de si paramos o no la guerra, argumentando con fundamentos baladíes y un poco cínicos en algunos casos.

Son muy pocos los colombianos que ideológicamente están en contra de la paz. Quienes están en contra tienen motivaciones específicas: aquellos sectores que les ha ido bien en medio de la refriega, los mercaderes de la muerte y de la guerra o los que han fortalecido su caudal electoral.

Pero sin duda va a haber una batalla intensa entre quienes apoyan y quienes no la negociación...

Yo creo que esta campaña que amenaza con ser incendiaria debe ser también el momento para que algunos le bajemos el tono y si las Farc fueron capaz con el gobierno de pactar, no un alto al fuego solamente sino un cese de hostilidades, yo hago un llamado para que nosotros también le ‘jalemos’ al cese de hostilidades y que depongamos la irritabilidad de la lengua. Todos debemos deponer el lenguaje, que desde ahora sea un lenguaje de respeto; que intentemos ofrecer razones.

Hay una gran preocupación en torno a la cantidad de desmovilizados que van a llegar al Valle y a Cali...

No van a llegar,  aquí ya están. Y los que faltan van a llegar  a los municipios, pero desarmados. Si, por decir algo, llegan 800 o mil hombres de las Farc, van a llegar sin armas. ¿Cuánto nos gastamos en el tema de la guerra en Colombia? Estamos hablando de 30 billones de pesos anuales, no hay nada más costoso que una guerra. Y no hay nada que cohesione más a un pueblo que la guerra y en sentido contrario, no hay nada que genere mayor debate, si ese pueblo se llama Colombia, que la paz.

Hay que generar condiciones en la sociedad para que podamos acoger a esas personas. Para que haya reconciliación en nuestro país tiene que estar mediado por una política del perdón, eso es clave.

¿Cómo es esa política del perdón?

Bueno, es construir toda una política, el tema de la justicia hace parte de la política del perdón; entonces, por ejemplo, de esos señores que cometieron delitos a algunos se les va a restringir su libertad y otros se van a amnistiar. Algunos van a ser indultados: el indulto es el perdón y la amnistía es el olvido; pero eso lo otorga es el Estado y ellos a su vez dicen: ‘señor Estado, perdóneme; señor Estado, olvide lo que yo he hecho’. Eso también es un principio de reconocimiento, y el aparato judicial del Estado, cuando perdona, empieza a activar una política del perdón, que no es suficiente, porque el perdón es una circunstancia propia de cada individuo. Ahí hay una justicia a la que nosotros queremos darle fuerza en el Valle, donde tenemos casos exitosos como el de El Arenillo.

Usted hizo parte de un proceso histórico que fue la desmovilización del M-19 y luego la participación en política. ¿Qué enseñanzas dejó este proceso, que puedan servir para el actual con las Farc?

El proceso con el M-19 marcó un momento, debilitó los procesos armados. Se construyó una experiencia que nos debe servir para corregir errores y potenciar. En esa experiencia de los años 90 no hubo realmente un diseño del posconflicto: nos  pusieron en buses rumbo a las ciudades y cada uno a construir su proyecto. Nuestro énfasis fue la política, recuerde que el resultado produjo la convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente. Creo que lo más importante fue, uno, fortalecer la democracia como bandera política y dos, la renuncia a las armas. 

Fabio Cardozo es un reinsertado exitoso. ¿Cómo recuerda ese paso de la guerrilla a la sociedad civil?

La cosa empezó desde un rosario de madrazos cada que existía la posibilidad de lograr una curul en el Concejo. Cuando nos desmovilizamos, nos llamaban al teléfono de la sede a insultarnos, pero al final, gracias a un segmento de caleños, llegué a hacer parte del Concejo Municipal en 1992, siendo el concejal más joven entonces, con 28 años.

Hay muchas anécdotas, yo recuerdo una vez que estábamos como en el año 93 en la Escuela de Caballería, compartiendo con oficiales de la Policía, y había una conversación muy animada, cuando una señora tuvo la mala idea de preguntarme ‘¿doctor, y usted es concejal liberal o conservador?’. Yo me quedé mirándola y le dije: ‘soy concejal del M-19’. A los dos minutos estaba solo en la mesa. Eso ya no pasa, la gente se ha acostumbrado.

¿Cuando regresó a la vida civil, sintió miedo? ¿Cómo vivió la muerte de Carlos Pizarro?

La muerte de Pizarro fue muy dolorosa para nosotros, porque él representaba  lo mejor que teníamos en el M-19: un hombre audaz, inteligente, generoso. Para nosotros fue muy duro, pues él era nuestro líder y nos tocó tener la voluntad de sostenernos. Recuerdo que Navarro nos decía que la principal responsabilidad política nuestra era mantenernos vivos y pues se tomaron medidas. Recuerdo que nos tocaba andar con chalecos y armados. Pero ahora ando solo, y caminando por la calle. Cali ha sido mi casa.

¿Qué cree que le hace falta a la ciudadanía para asumir los retos que nos pone el fin del conflicto?

Este proyecto es la oportunidad de que nosotros construyamos propósitos nacionales.

Colombia tiene muy pocos consensos, uno de esos pocos era la rabia contra las Farc y el odio por el chavismo. Así que si nosotros logramos que se construya un gran propósito nacional alrededor del tema de la paz, Colombia puede avanzar de manera económica, social política y en materia ética y moral. Es que nosotros nos acostumbramos a los muertos; Stalin, que es un líder que no les gusta a muchos, decía que un muerto era una tragedia, pero que un millón era un dato estadístico.

Han sido tantos los muertos nuestros que se convierten en datos estadísticos y dejan de ser una tragedia. 

Ese es el daño moral que nos ha hecho la guerra y yo creo que es una ganancia moral y ética que nosotros logremos hacer un buen acuerdo. Si nosotros logramos construir alrededor de la paz un proyecto nacional que nos junte, ya que nunca nos junta nada en Colombia, daremos un paso gigantesco.

Consejo de Paz

El Consejo Departamental de Paz fue creado hace más de una década. Para retomarlo, se presentó un proyecto que actualmente cursa tercer debate en la Asamblea.

En él habrá representantes de la Academia, los gremios, la mujer, los afros, los indígenas, los sectores campesinos, los animalistas, los ambientalistas las, víctimas y otros sectores de la realidad vallecaucana.  

El Consejo  tendrá tres comisiones: la pedagógica que socializa los acuerdos y estructurará la campaña de refrendación;  la de paz territorial, en sintonía con el plan de Desarrollo, y la  de seguimiento a los acuerdos de La Habana.

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