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Las tres preguntas clave después del triunfo del NO

Santos, las Farc y Uribe deberán resolverlas en las próximas horas. Y de sus respuestas dependerá la suerte del país después del hundimiento del acuerdo de paz en las urnas.

2 de octubre de 2016 Por: Ossiel Villada / Jefe de Redacción Online de El País

Santos, las Farc y Uribe deberán resolverlas en las próximas horas. Y de sus respuestas dependerá la suerte del país después del hundimiento del acuerdo de paz en las urnas.

¿Y ahora qué? Esa es la pregunta con la que amanecen este lunes los colombianos, un día después de que el acuerdo que ponía fin a la guerra de 52 años con las Farc se hundiera en las urnas.

Los ojos de todos están puestos sobre la Casa de Nariño, pues anoche mismo el presidente Juan Manuel Santos dijo que está dispuesto a buscar desde hoy un acuerdo político con la oposición para definir el rumbo a seguir.

Y, mientras tanto, las Farc anunciaron desde La Habana que mantienen "su voluntad de paz".

Por su parte el ex presidente Álvaro Uribe Vélez, principal promotor del NO, respondió que su partido, el Centro Democrático, quiere "aportar a un gran pacto nacional".

Pero más allá de esas declaraciones formales de buena voluntad, lo cierto es que el apretado triunfo del NO en el plebiscito por la paz dejó al país inmerso en un panorama nunca antes visto en la historia reciente: dividido, polarizado y sumido en un mar de incertidumbre frente al propósito de la búsqueda de la paz. Encontrar salidas a ese complejo ajedrez es la tarea de las fuerzas políticas del país desde hoy.

Tres grandes interrogantes puntuales son los que se deberán resolver en las próximas horas.

El primero de ellos es qué tanto margen político tiene hoy el Gobierno del presidente Juan Manuel Santos para impulsar una posible renegociación del acuerdo de paz con las Farc, como lo pide la oposición.

El segundo es qué tan dispuesta está la guerrilla para agachar la cabeza, sentarse a renegociar y hacer nuevas concesiones en el acuerdo.

Y el tercero es si al uribismo, después de su sorprendente triunfo en las urnas, realmente le interesa presionar una renegociación bajo el actual Gobierno, o por el contrario, radicalizar su posición para fortalecerse de cara a las elecciones presidenciales del 2018.

Santos en la encrucijada

Los analistas de todas las tendencias coinciden en señalar que el presidente Santos está hoy en una situación política precaria, pues el logro de la paz con las Farc era su gran apuesta y la única posibilidad de contrarrestar los bajos índices de respaldo popular que arrastra.

Después de asumir el desgaste de cuatro años de negociación con la guerrilla, lo cierto es que hoy, cuando le falta menos del 50% de su mandato, tiene las manos vacías. 

Y ha sido puesto contra las cuerdas por su 'archirrival', que anoche mismo le lanzó los primeros dardos: "Nos parece fundamental que en nombre de la paz no se creen riesgos a los valores que la hacen posible", dijo Uribe al cuestionar el fondo del acuerdo con las Farc.

El triunfo del NO deja a Santos sin herramientas jurídicas para cumplir lo pactado con las Farc, pero también causa automáticamente un sismo de gran magnitud en el mapa político colombiano.

El uribismo, que como sus mismos dirigentes reconocieron, dudaba del triunfo, es ahora el gran ganador. Y la coalición de Gobierno, cuyo único elemento cohesionador era la Paz, hoy está debilitada.

Las fuerzas políticas que apoyan a Santos saben que el plebiscito es realmente el punto de partida para las elecciones presidenciales del 2018, por lo que deberán tomar decisiones para tratar de minimizar los daños colaterales de la derrota en las urnas.

Esta situación, sin embargo, no sería del todo mala para el Gobierno. Anoche mismo el presidente Santos hizo su primera jugada. “Convocaré a todas las fuerzas políticas, en particular a las que se manifestaron por el ‘No’, para escucharlas y abrir espacios de diálogo para determinar el camino a seguir. Vamos a decidir entre todos cuál es el camino que debemos tomar para que esa paz sea posible”, dijo Santos.

Si el Presidente logra mantener unidos a todos los partidos en torno a la idea de que sí es posible encontrar una solución conjunta a la encrucijada, tendría margen político para hacer lo que en estos últimos meses calificó como imposible: plantear a la guerrilla una renegociación del acuerdo.

Pero, ¿bajo qué mecanismo? Con el nuevo panorama, la posibilidad de que se convoque a una Constituyente, como siempre pidió la guerrilla, no suena ahora descabellada. 

La pregunta, sin embargo, es qué tan dispuestas estarían las Farc a acceder a renegociar lo pactado. 

Las Farc en su laberinto

Sin siquiera haber entrado a la arena de la política, las Farc recibieron ayer la primera gran bofetada de la sociedad colombiana en ese terreno.

Porque el triunfo del NO dejó en claro a la guerrilla las nefastas consecuencias del camino de violencia indiscriminada que recorrió durante los últimos años. Pero además, la dejó en una gran encrucijada.

Anoche mismo el máximo comandante de la organización, Rodrigo Londoño, descartó la posibilidad de seguir en las armas. Pero el fracaso en el plebiscito representa un golpe moral para sus tropas, y en esas condiciones existe el riesgo de que la unidad de las Farc comience a resquebrajarse por cuenta de la incertidumbre sobre su futuro.

Cabe recordar que ya hubo sectores de la guerrilla que desertaron y anunciaron no estar dispuestos a negociar la paz. Y ha trascendido que dentro del Secretariado se mantienen fuertes posiciones guerreristas, a través de líderes como Jesús Santrich. ¿El NO podría generar nuevas deserciones y divisiones internas en las Farc?

Si la salida no son las armas, la única posibilidad que le queda a la guerrilla, entonces, sería la de aceptar una renegociación del acuerdo suscrito con el Gobierno. Pero, ¿en qué términos? ¿Hasta dónde renegociar?

Si ese escenario hipotético se diera, las Farc serían presionadas por la sociedad colombiana para que se traguen varios 'sapos' que consideraron inaceptables a lo largo de cuatro años de negociación: que haya penas efectivas de cárcel, no conmutables con labores sociales, para sus comandantes. Que no se reconozca el narcotráfico como un delito conexo al de rebelión. Y que no puedan participar en política de forma inmediata una vez dejen las armas. ¿Estarían dispuestas a hacerlo?

Más allá de esos dos escenarios, cabe la pregunta de si la guerrilla está dispuesta a mantenerse en la mesa con un Gobierno que ya empieza a tener el sol en sus espaldas y cuenta con poco margen de maniobra política.  

O si por el contrario podría jugarse una carta intermedia y 'congelar' su juego para tratar de influir sobre las próximas elecciones presidenciales y buscar espacio de negociación con un nuevo Gobierno.

¿Para dónde va el uribismo?

El tercer gran factor de incertidumbre hoy está relacionado con el gran triunfador del plebiscito.

¿Cuál es ahora el objetivo de Álvaro Uribe después de haber obtenido una victoria que tal vez ni él mismo esperaba?

Si bien el expresidente dijo que "queremos contribuir a un acuerdo nacional, que nos escuchen las razones", el triunfo del NO le abre muchos caminos al proyecto político que emprendió después de romper definitivamente con el Gobierno.

En su discurso de anoche, el Presidente de la República reconoció explícitamente su derrota, pero tácitamente también le extendió una mano al Centro Democrático.

Uribe sabe hoy que Santos lo necesita para recuperar oxígeno en el momento más crítico de todo su período. Y en teoría tiene al menos dos caminos.

El primero sería mostrarse realmente dispuesto a forjar un gran acuerdo nacional, acceder al llamado del jefe del Estado y apoyar la búsqueda de una nueva negociación con las Farc.

El segundo sería hacer eso mismo, pero en la práctica dilatar y cuestionar cualquier tipo de renegociación. Eso le permitiría restarle margen de acción a Santos, fortalecerse de cara a las elecciones presidenciales del 2018 y enviar el mensaje de que las Farc deberán sentarse hablar con él.

Desde el punto de vista netamente electoral, cualquiera de los dos caminos podría ser rentable para el expresidente.

¿Y ahora qué? Desde hoy los colombianos esperan respuestas de los tres grandes protagonistas de este episodio de la vida nacional a ese interrogante. Y la premura con la que se conozcan definirá, en buena medida, el futuro inmediato del país.

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