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El significado de los dos Nobel que ha recibido Colombia

El premio que ganó el Presidente tiene un significado diferente al que obtuvo el escritor en 1982. El de Gabo fue de él; el de Santos, de todos los que apoyan la paz.

9 de octubre de 2016 Por: Alda Mera | Reportera de El País

El premio que ganó el Presidente tiene un significado diferente al que obtuvo el escritor en 1982. El de Gabo fue de él; el de Santos, de todos los que apoyan la paz.

“La comunidad internacional contestó  Sí al plebiscito”

[[nid:584245;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/563x/2016/10/nobelsantosweb.jpg;full;{El impacto del Premio Nobel de Paz al presidente Santos va a ser fundamental para poder sacar adelante lo que ya está firmado en La Habana, coinciden los especialistas. Foto: Tomada de la web de la Academia Sueca | Especial para El País}]]

El premio a Juan Manuel Santos tiene doble significación porque es el segundo que se le otorga a Colombia en la historia del país. Los especialistas coinciden en que la comunidad internacional, a través de Noruega, país garante del acuerdo de paz de La Habana,  quiso reconocer el esfuerzo del Presidente, de  Humberto  de la Calle, jefe del equipo negociador, y demás miembros del grupo, y a todo lo que han hecho para llegar a este acuerdo. Lea también: Las razones de fondo que le dieron el Nobel de Paz a Santos

“Oslo nos está planteando un gran mensaje esperanzador para el país, para aquellos que votaron Sí y para aquellos que votaron No, para que aprobemos la paz y el acuerdo firmado en Cartagena el 26 de septiembre, y si hay que hacerle unas  enmiendas, pues  hagámoslas para que el país empiece a pasar al futuro”, asevera el escritor Fabio Martínez. Javier Fayad,  profesor de la Universidad del Valle experto en educación y procesos comunitarios, dice que el Premio Nobel de Paz “nos está diciendo en palabras mayúsculas que  el proceso de paz en Colombia está blindado afuera y que  la comunidad internacional contestó Sí al plebiscito”. Este  reconocimiento  al proceso de paz en Colombia,  afirma,  independientemente de la votación del plebiscito,  no se detiene. Y  es natural que el proceso tenga conflicto y afronte  situaciones difíciles, pero  el Nobel de Paz al presidente Santos  ayuda para que se reafirme el proceso, que ya no tiene regreso. “Incluso,  es un mensaje también para el ELN para que  acelere su proceso hacia la reintegración”, señala. “Es un reconocimiento porque el país hace más de 50 años está haciendo un esfuerzo por superar la guerra, porque como decía el mismo Gabo, la muerte se nos ha vuelto una costumbre cotidiana”, comenta el escritor Fabio Martínez. Héctor Alonso Moreno, doctor en ciencias políticas en la Universidad de Granada, España, y politólogo docente de la Universidad del Valle, resalta que un  premio Nobel “es un honor personal cuando se trata de una disciplina como la física, la química, o la literatura, pero es un honor nacional cuando es para reconocer un  esfuerzo por la paz y la convivencia de un país, como en el caso del premio Nobel de Paz al presidente Santos”. Por las circunstancias políticas, comenta Moreno, es un espaldarazo al Gobierno y por supuesto, al proceso y a la  paz política, que quedó maltrecha después del resultado del plebiscito del 2 de octubre. Y coincide con todas las posturas que han llevado a  los del No a  acercarse. “Es una consecuencia del plebiscito la aproximación del expresidente Uribe al Gobierno y será una consecuencia del  Nobel de Paz, que ese acercamiento se consolide”, indica Moreno.        José Joaquín Bayona, director del programa Estudios Políticos y Resolución de Conflictos de la Universidad del Valle, dice que el Nobel de Paz estaba entre Siria y Colombia, dos dramas humanos, y dado que en nuestro país la mitad de la población se pronunció,  una cantidad no despreciable votó en contra del acuerdo de paz, vieron la necesidad de darle respaldo político. En su opinión, este Nobel de  Paz tiene un  significado político, para construir correlación de fuerzas con el respaldo internacional al interior de Colombia en la definición, el respaldo y el fortalecimiento de los acuerdos de paz. Y un significado humanitario por las ocho millones de víctimas que deja el conflicto, en una guerra costosa, larga, que ha desangrado al país. Por esta,   América Latina no es  territorio libre de guerra o zona especial de  paz. Añade que ese Nobel se lo pensaban dar colectivamente a Colombia, pero a última hora se lo dan  a Santos, porque si lo compartían con Timochenko,  una víctima de Bojayá, el hijo de José Antequera u otro de los siete nominados, se diluía el significado político. “Lo centraron en el presidente Santos, dado que la contradicción central es entre las élites: una de un sector del Gobierno, progresista, liberal, republicano, de corte moderno, y otra, un sector no atrasado, sino tradicional, con otros intereses económicos y políticos, que no está de acuerdo con  abrir las compuertas de la democracia en Colombia”, dice Bayona.  El docente indica que Colombia venía aspirando a este Nobel hace rato, pero al final lo halló por su labor tesonera, paciente, no solo del presidente Santos sino también de las Farc. “No se los dieron conjuntamente, porque hubiera tenido un efecto político contrario, dada la opinión que hay en Colombia, en contra de las Farc”, admite Bayona. “Gabo también fue un gran militante por la paz del país”

[[nid:584246;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/563x/2016/10/gabonobel2.jpg;full;{Antes del Nobel de Literatura a Gabriel García Márquez, Colombia era un país casi desconocido en el mundo. Luego, se hizo visible para la institucionalidad internacional. Foto: Elpais.com.co | Archivo}]]

El premio Nobel de Literatura otorgado por la Academia Sueca  a Gabriel García Márquez en 1982 significó un reconocimiento al valor de la literatura de Colombia  y de América Latina, coinciden  autores vallecaucanos. Lea también: La semana macondiana que Colombia nunca olvidará

El  Nobel de  Gabo logró poner la literatura latinoamericana en la geografía literaria del mundo, que ya venía  haciendo camino con  el ‘boom’, pero  contribuyó a posicionarla en el mercado  mundial, afirma  el escritor Julio César Londoño.  De igual manera este Nobel de Paz a Santos logra mejorar mucho esa posición de Colombia en el concierto internacional –dice Londoño– porque  siempre hemos tenido una figuración muy triste. “Salvo todos esos logros en artes, música y deportes que  han sido notables, pero en lo político, Colombia ha tenido siempre una pésima imagen por el narcotráfico, la violencia y la corrupción”, explica.  Por lo tanto,   si logramos consolidar unos buenos acuerdos, argumenta, le  enviamos otro mensaje a la comunidad internacional,  de que Colombia está en un  serio propósito de transformación nacional. “Y el mundo lo está copiando así: no en vano, la ONU, la Comunidad Europea, el Papa Francisco, y ahora el Premio Nobel de Paz, nos mandan un mensaje claro de que la paz colombiana  es   de interés mundial”, opina Londoño. Por lo tanto, ese premio es un laudo que puede valorizar y hacer  reconsiderar la posición de Colombia en el mundo, como en su momento el de Gabo logró darle brillo e identidad al país en otro campo.Londoño halla en  ambos premios Nobel un punto de encuentro  en cuanto en  la obra de Gabo había guerra, soledad, desesperanza, problemas, pero al final también en ese mundo de Macondo había mucha poesía, mucha fiesta, tenía  alegría en medio de la tragedia. “De alguna manera  Colombia es también así, hay mucha miseria e inequidad, pero al tiempo con  un gran potencial humano, geográfico,  recursos naturales”, declara. Martínez señala  otra  coincidencia a su juicio,  muy hermosa, entre los dos premios con que  la Academia Sueca ha distinguido a Colombia.  Y  es que a lo largo de su vida, Gabo, el escritor,  fue también un gran  militante por la reconciliación del país. Prueba de ello es que García Márquez apoyó el proceso de paz que inició el presidente Virgilio Barco con el M-19; fue un personaje muy activo en los diálogos del  Caguán  con el presidente Andrés Pastrana, se reunió con el presidente Álvaro Uribe Vélez – porque él también luchó por la paz con las guerrillas–, y últimamente, como era amigo de Fidel Castro, fue un gran consejero de este proceso actual. “Entonces, hoy, el gran esfuerzo es para que nos volvamos a reconciliar porque desde la escritura, Gabo, el primer premio Nobel que obtuvo  Colombia, el de literatura, fue un gran defensor de la paz”, deduce Martínez. En opinión del politólogo Héctor Alonso Moreno, el Nobel de Gabo representa   un honor personal a la capacidad de crear desde la narrativa  literaria las vivencias de un pueblo, pero el Nobel de Paz es un reconocimiento de  todos los que en Colombia hemos venido trabajando por la paz, desde cualquier perspectiva:  la sociedad civil,  los profesores, los intelectuales,  los estudiantes,  los obreros, los periodistas, las víctimas fundamentalmente...  “Es un premio que nos construye a todos una identidad colectiva más fuerte en favor de que  se firme pronto el proceso de paz”, asegura.   Y presagia –para utilizar el léxico propio de Gabo– que el Nobel de Santos va a tener un efecto mediático hasta que el Presidente vaya a recibirlo a Estocolmo (en diciembre).  Efecto que según Moreno, va a poner en primer plano la posibilidad de que todos por fin se acerquen con propuestas concretas para revisar lo que el Presidente firmó con las Farc. “Va a haber una aproximación importante,  no será  un acuerdo ideal,  pero sí necesario para que el país pueda recibir el premio como un referente muy importante de la firma de la paz”. Para Londoño, el significado de este premio Nobel es  altísimo y muy benéfico porque el Gobierno necesitaba una bocanada de aire fresco después de la derrota del plebiscito. “Entonces es un  apoyo, un impulso al Gobierno y una señal de que se está trabajando en la dirección correcta”, dice. Su importancia es enorme, como el tamaño de las alas de un personaje garciamarquiano,  y llegó en  un momento, como diría el mismo Gabo, providencial, uno de sus adjetivos preferidos en su obra.

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