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Quedó incompleto

Lo cierto es que ocho años después, el Pascual sigue incompleto y si se le quiere mantener como un estadio de talla internacional, hay que terminarlo o hacer los cambios que se requieren, como el de sus actuales luminarias.

12 de septiembre de 2019 Por: Vicky Perea García

Cali tiene reconocimiento como capital deportiva, entre otras razones, porque cuenta con escenarios que cumplen con los estándares necesarios para recibir eventos internacionales.

Por ello, no puede permitir fallas como las que hoy tiene el estadio Pascual Guerrero en su sistema de iluminación.

Si bien, no son su culpa los bajonazos de energía como el del domingo anterior, que dejó a oscuras las instalaciones durante ocho minutos en medio del clásico entre América y Cali, la obsolescencia de las luminarias sí influye en el problema.

Que eso suceda no tiene justificación luego de la inversión que se hizo en el 2011 con el fin de renovar el Estadio y ponerlo a punto para los Juegos Mundiales que se realizarían dos años después.

En ese momento a la ciudad se le dijo que las obras valdrían $26000 millones, pero al fin la inversión fue cuatro veces mayor y los arreglos costaron $96.500 millones.

Hasta la fecha nadie ha respondido por ello o ha explicado por qué se realizó un convenio interadministrativo para hacer las obras, en lugar de haber adelantado una licitación.

Pese a tan oneroso presupuesto, los arreglos no se hicieron como se debía, tal cual se evidencia con el sistema de iluminación que desde el principio y con tanta plata metida, debió ser de luz led y autónomo en caso de fallas en el servicio de energía.

Lo cierto es que ocho años después, el Pascual sigue incompleto y si se le quiere mantener como un estadio de talla internacional, hay que terminarlo o hacer los cambios que se requieren, como el de sus actuales luminarias.

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