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¿Omisión o corrupción?

Preocupa, sin embargo, que sus buenas intenciones no se vean reflejadas a la hora de gestionar esas multas impuestas: hasta la fecha se han tramitado 45 de las dos mil sanciones y de ellas sólo 38, por valor de $2.639 millones, están en firme.

4 de marzo de 2019 Por: Editorial .

A la Directora del Dagma hay que reconocerle su interés por organizar una entidad tan cuestionada por su poca eficacia en el cuidado del medio ambiente de Cali.

En entrevista con este diario, Claudia María Buitrago contó que desde su llegada al cargo, hace año y medio, ha descubierto engavetadas dos mil sanciones que no se habían hecho efectivas y podrían ser “un caldo de cultivo para la corrupción”.

Preocupa, sin embargo, que sus buenas intenciones no se vean reflejadas a la hora de gestionar esas multas impuestas: hasta la fecha se han tramitado 45 de las dos mil sanciones y de ellas sólo 38, por valor de $2.639 millones, están en firme.

Son varias las preguntas que surgen frente a esa grave situación.

Por ejemplo, ¿por qué solo ahora se sabe de esas penalidades? ¿Cuánto suman las 1955 sanciones que siguen sin procesarse?

¿Acaso alguien las guardaba esperando que prescribieran los tiempos? ¿Alguien estaba recibiendo sobornos para mantenerlas escondidas?

Las multas impuestas son por hechos recurrentes, como el exceso de ruido, realizar vertimientos en los ríos, tenencia ilegal de especies protegidas de flora y fauna o por botar residuos sólidos.

Todas son infracciones a las normas ambientales que continuarán sucediendo si no se sanciona a quienes las cometen y si se permite, por omisión o por corrupción, que las multas sigan escondidas en los escritorios del Dagma.

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