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No a la depredación

Garantizar la conservación de esta reserva es un imperativo, que requiere de medidas permanentes para impedir que unos pocos saquen provecho y destruyan los recursos naturales que alberga el Parque Nacional los Farallones.

12 de septiembre de 2017 Por: Editorial .

El daño que le ha causado la minería ilegal al Parque Natural Farallones está más que probado.

Se han desviado quebradas, los ríos y fuentes de agua que ahí nacen sufren los efectos de la contaminación, los socavones hieren la tierra, mientras se arrasa con los ecosistemas que le dan vida a la mayor reserva ambiental de Cali y del Pacífico vallecaucano.

Esa destrucción que aún persiste pese a los esfuerzos de las autoridades por detenerla, hace inaceptable que grupos de mineros ilegales protesten por los controles que se realizan, aduciendo el derecho al trabajo.

Y que levantan barricadas para impedir que se construyan los puestos ambientales, necesarios para ejercer mayor vigilancia sobre el extenso Parque Natural.

En los Farallones debe primar ante todo el bien común, la preservación de un espacio vital para el medio ambiente de los caleños.

Por eso hay que proteger el patrimonio donde nacen la mayoría de los ríos que surten de agua a dos millones y medio de caleños y a muchas comunidades del Valle y del suroccidente colombiano.

Garantizar la conservación de esta reserva es un imperativo, que requiere de medidas permanentes para impedir que unos pocos saquen provecho y destruyan los recursos naturales que alberga el Parque Nacional los Farallones.

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