Los jueces de los jueces

Crear un mecanismo para vigilar las acciones de los magistrados, jueces, fiscales, abogados y funcionarios de la Rama Judicial no sería necesario si quienes más deben acatar la ley estuvieran comprometidos en actuar con rectitud.

Infortunadamente ese principio no se cumple a carta cabal en Colombia, donde el problema fundamental en el ejercicio jurídico está en la falta de la ética para ejercer las funciones con transparencia y rectitud que requiere la Justicia.

Ahí está la razón para que hace cinco años se incluyera en la Reforma al Equilibrio de Poderes aprobada por el Congreso de la República, la creación de la Comisión Nacional de Disciplina Judicial, que al fin comienza a trabajar.

Su tarea será la de vigilar, investigar y sancionar a quienes incumplan con su deber, y acabar con la corrupción que amenaza la Justicia en Colombia.

Ojalá este nuevo órgano, integrado por siete magistrados elegidos en el mes de diciembre y que acaban de posesionarse, sea efectivo,
independiente y ajeno a intereses políticos, para que cumpla a cabalidad con su objetivo.

De lo contrario, se convertirá en una decepción para los colombianos y en un descalabro como el que terminó por disolver a la tan criticada Sala Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura a la que reemplaza.