De para atrás
Si a ello se le añaden los inconvenientes de un año de pandemia que ha obligado a recurrir a las clases virtuales, en una nación donde el 47% de los hogares no tienen acceso permanente a internet, la situación se torna más compleja.
Si a los problemas de calidad detectados se le suman las dificultades causadas por el Covid-19, el panorama de la educación básica en Colombia es desolador.
Así lo evidencian informes como el del Centro de Investigación, Innovación y Tecnología para la Gestión Académica, Ceinfes, el del Laboratorio de Economía de la Educación de la Universidad Javeriana y el del Observatorio de Realidades Educativas de la Universidad Icesi.
Los tres, que analizaron los resultados entre 2016 y 2020 de las pruebas Saber a los estudiantes de grado 11, reflejan cómo han bajado los puntajes: de 500 puntos posibles, en el 2016 el promedio nacional fue de 260 y en el 2020 de 250.
Esos resultados muestran la crisis sostenida del sistema educativo en el país, que ha ido bajando en cuanto a calidad mientras la deserción estudiantil se incrementa.
¿Dónde está el problema? ¿En la capacitación de los maestros? ¿En la inversión que se hace en un sector al que se le debería dar prioridad? ¿En las dificultades para que todos los niños y jóvenes accedan al sistema?
Si a ello se le añaden los inconvenientes de un año de pandemia que ha obligado a recurrir a las clases virtuales, en una nación donde el 47% de los hogares no tienen acceso permanente a internet, la situación se torna más compleja.
En la educación de calidad y el acceso para todos, está la posibilidad de llevar desarrollo, oportunidades y un futuro diferente a las nuevas generaciones, lo que significa a su vez más progreso para el país, por eso hay que ponerle atención a lo que sucede.