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Posibilidades abiertas

Por los riesgos que conlleva, Colombia seguirá debatiendo la propuesta de abrir al turismo sus zonas de reserva natural. Lograr el equilibrio entre garantizar la conservación ambiental que se necesita y hacer un turismo sostenible es el reto.

3 de marzo de 2017 Por: Editorial .

Por los riesgos que conlleva, Colombia seguirá debatiendo la propuesta de abrir al turismo sus zonas de reserva natural. Lograr el equilibrio entre garantizar la conservación ambiental que se necesita y hacer un turismo sostenible es el reto.

La Ministra de Comercio y Turismo informó que la dependencia a su cargo tramita un decreto que le daría facultad sobre los Parques Naturales Nacionales para tomar decisiones sobre el asunto y le permitiría hacer un manejo conjunto con la Dirección de esa dependencia del Ministerio del Medio Ambiente. La intención es aprovechar la riqueza de nuestros ecosistemas para atraer a los turistas, en especial a los extranjeros.

Ello implicaría tener una infraestructura hotelera idónea para recibir a los visitantes y brindarles comodidades, así como diseñar programas que exalten los atractivos del lugar. El propósito es que al millón setecientos mil turistas que van cada año a los 59 parques o áreas protegidas se le sume una porción importante de los cinco millones de extranjeros que entran al país en plan recreativo o de trabajo y que gastan US$5.251 millones en viajes y transporte.

El temor de quienes defienden la vocación exclusiva con fines de conservación de los Parques Naturales Nacionales es entendible. Pensar en que a los depredadores que ya existen, como la minería ilegal o el narcotráfico, se le sumen millones de personas capaces de destruir cualquier hábitat o acabar con alguna especie, produce preocupación. Pero, ¿no hay alternativa distinta a negar de por vida que el turismo ambiental se convierta en un sector rentable para la economía?

Los ejemplos cercanos están ahí para ser analizados y, si es del caso, replicados. Costa Rica, donde el 25% de su territorio es zona de reserva natural, ha sabido aprovechar bien esa ventaja y sacarle réditos económicos y ambientales. Allí es el sector privado el que opera el turismo, invierte en infraestructura y se encarga de garantizar la conservación de los ecosistemas. Además de los ingresos percibidos por ese sector, el país centroamericano es receptor de una parte importante de los recursos internacionales destinados a investigación y preservación del medio ambiente.

Ese modelo se aplica también en algunas regiones de Brasil como es el caso de Iguazú, o en Canadá que ha hecho del turismo sostenible uno de sus renglones más prósperos. Lograr el propósito es posible siempre y cuando existan las condiciones para garantizar que el impacto al medio ambiente será mínimo, los controles serán estrictos y que habrá un equilibrio en la inversión para la conservación de las reservas naturales.

Esas condiciones las debe garantizar el Gobierno, en particular el Ministerio de Comercio y Turismo, para que la Nación mire con tranquilidad la posibilidad de abrir sus Parques Nacionales y sus zonas naturales protegidas a los turistas. Si se hace bien, se brinda la oportunidad de regular la informalidad que hoy reina en las visitas a esos lugares, esa sí de alto riesgo, y aprovechar los privilegios únicos que tiene el país para atraer a quienes les gusta disfrutar de la naturaleza.

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