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Incertidumbres y esperanzas

"Cada año trae su afán. Pero, sin duda, el 2016 fue pleno de sorpresas para el mundo. La dimensión de los acontecimientos y sus efectos futuros no son los más tranquilizantes".

26 de diciembre de 2016 Por:

"Cada año trae su afán. Pero, sin duda, el 2016 fue pleno de sorpresas para el mundo. La dimensión de los acontecimientos y sus efectos futuros no son los más tranquilizantes".

Cada año trae su afán. Pero, sin duda, el 2016 fue pleno de sorpresas para el mundo. La dimensión de los acontecimientos y sus efectos futuros no son los más tranquilizantes.El terrorismo volvió a ser el instrumento de los extremismos, en particular del islamista bajo el sello del Estado Islámico. Europa y el Oriente Medio fueron las presas preferidas de suicidas que con sus actos siembran miedo y producen caos.Sin embargo, una cosa son los efectos mediáticos de esas acciones y otra la realidad. El año que termina significó el ataque permanente contra el EI y la consecuente pérdida de control territorial y de efectivos. Ahora, la reacción de Occidente no tardará en producir efectos enormes contra los promotores del terror.El mundo vivió también un revolcón político. El triunfo de los separatistas ingleses, el llamado Brexit, movió los cimientos de la Unión Europea. Así mismo la crisis de casi todos sus integrantes, que con pocas excepciones no parece tener fin, hace temer por el futuro del tratado de integración pacífica más ambicioso de la historia.Y Donald Trump sacudió a la primera potencia del orbe. Su elección como presidente de los Estados Unidos significó la derrota del establecimiento y la llegada de una tendencia mezcla de nacionalismo, radicalismos y ambiciones de grandeza que por ahora llenan de preocupación el ambiente.El programa de gobierno de tinte populista que llegará a la Casa Blanca es la gran incógnita en el escenario internacional. ¿Hasta dónde está dispuesto a ir Trump? A los temores que dejó su campaña se suman los perfiles de un gabinete que suena hecho para cumplir lo que expuso en el curso del debate por la presidencia más poderosa del planeta. Pero no es Trump una excepción y los caudillismos vuelven a ser la regla antes que la excepción. Rusia tiene el suyo en Vladimir Putin, un dirigente dispuesto desde hace años a desenterrar el zarismo. Proceso que aceleró estos doce meses con el uso de la fuerza y la estrategia de dividir para reinar.En medio de ese cambio, la tragedia del pueblo sirio siguió su derrotero, con Alepo como símbolo de destrucción y arrasamiento de todos los derechos ante los ojos de las Naciones Unidas. Frente a ese crimen, La ONU demostró su inutilidad para cumplir lo que prometieron sus fundadores: ser garante de la paz y del respeto a la humanidad.A la par, y como en los viejos tiempos, xenofobia y racismo retomaron fuerzas como banderas ideológicas en buena parte de Europa y en los Estados Unidos. Mientras tanto, el resto de América seguía en su papel de espectador mudo, viviendo de la retórica de sus gobernantes, aislada, golpeada por los desastres de Venezuela, por la crisis política y moral del Brasil y afectada como está por los ideologismos que crean pobreza y dividen con promesas falsas.Muchas cosas más ocurrieron en el Planeta, como la agudización del cambio climático y sus efectos. Puede decirse entonces que el 2016 fue un año de sorpresas que dejaron incertidumbres. En los dirigentes mundiales está la posibilidad de recuperar la confianza en el futuro.

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