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El derecho a elegir

Como cada cuatro años, los ciudadanos de Colombia con capacidad para elegir podrán expresar hoy su opinión en las urnas para definir el que será el próximo Presidente de la República. Es el ritual que demuestra el valor de la democracia por lo cual demanda la participación que le da legitimidad a nuestro sistema de gobierno.

27 de mayo de 2018 Por: Editorial .

Como cada cuatro años, los ciudadanos de Colombia con capacidad para elegir podrán expresar hoy su opinión en las urnas para definir el que será el próximo Presidente de la República. Es el ritual que demuestra el valor de la democracia por lo cual demanda la participación que le da legitimidad a nuestro sistema de gobierno.

Las elecciones de hoy son el final de una larga campaña en la cual han participado propuestas de todas las vertientes políticas e ideológicas en nuestro país. Basta recordar que en septiembre del año pasado aparecieron cincuenta aspirantes a conducir el Estado durante los próximos cuatro años, para entender la magnitud de las libertades que existen aquí, y el respeto que hay por el ejercicio del derecho a ser elegido.

Ese es el valor que los colombianos refrendan en cada elección. Con imperfecciones y errores que no pueden desconocerse, el sistema electoral tiene una trayectoria respetable y destacada que ha sido reconocida en el país y en el mundo. Por ello, y después de una campaña en la cual se ha rodeado de garantías a todos los candidatos, no es el momento para crear sospechas sobre posibles fraudes, recurso que parece más un argumento para justificar una posible derrota.

La elección del nuevo presidente implica también definir el camino que seguirá Colombia en el propósito de cambio que sin duda se debe producir. Es el momento para exigir una batalla frontal contra la corrupción, contra los vicios que enrarecen el ejercicio de la política y el manejo de los recursos públicos. Y es la oportunidad para enfrentar los graves desafíos que significan el narcotráfico y la violencia que se presenta en muchas regiones, afectando a millones de personas.

Al lado de esos asuntos están otros de igual importancia como la derrota a la pobreza y a la desigualdad o la generación de oportunidades de progreso para todos los colombianos. No menos significativo será el deber de conseguir que la Justicia pronta y cumplida vuelva a ser la herramienta principal para lograr la paz que buscan los colombianos, que el Estado sea capaz de derrotar a la delincuencia organizada y que se ofrezca la mano generosa a quienes muestren un arrepentimiento sincero y el propósito de resarcir a las víctimas que produjeron sus fechorías.

Todos esos temas y muchos otros más fueron abordados por los cinco candidatos que están en la contienda electoral. Aunque exista la natural polarización de un debate político, y se hayan producido momentos de grandes contradicciones, nadie puede afirmar que aquí se le ha negado el derecho a disentir, a ofrecer o a proponer alternativas con las cuales se pretende convencer a los electores.

De eso se trata la democracia. Ahora, el turno es para los colombianos mayores de edad, sin distingo de raza, sexo, credo o tendencia política, quienes tienen también el deber de escoger a sus gobernantes. Así se fortalece un sistema político que ha permitido a Colombia tener progreso y construir un país mejor, respetando las libertades y la posibilidad de disentir, acatando las reglas que le dan vida a esa democracia.

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