El pais
SUSCRÍBETE
Santiago Castro
Santiago Castro | Foto: El País

Columnistas

¿Y después de la marcha qué?

Aspiro a la mayor inclusividad donde todas las fuerzas democráticas, ya sean cívicas o políticas (la verdad nunca he entendido del todo la diferencia) se unan con el propósito común de frenar en seco la agenda de la Colombia Humana.

22 de abril de 2024 Por: Santiago Castro

Hoy habrá pasado un día después de la gran marcha. Bajo lluvia salieron cientos de miles de colombianos y se le demostró hasta la saciedad al Presidente que tiene a las mayorías en contra. Pero llega la pregunta: ¿Y después qué? La hago porque es evidente que Gustavo Petro no se quedará quieto. Ante cada derrota se vuelve más radical, más retador, y sobre todo, más autoritario. No quiere decir esto que las marchas no sirven. Todo lo contrario… el pueblo en las calles nos ha llevado hasta este momento, donde el desespero y la improvisación se apoderan del inquilino de la Casa de Nariño. Pero paralela y articuladamente, deben organizarse grupos de estrategia y acción, que anticipen y combatan, con herramientas legales y en los altos tribunales del estado, el torrente de decretos, leyes y hasta constituyentes, orientadas a imponer con trapisondas y componendas, una agenda radical y antidemocrática que no nos lleva sino a la ruina y a la dictadura.

Lo primero que hay que hacer es rodear a las Cortes. La Corte Suprema que ya ha sido objeto de agresiones, la Corte Constitucional y el Consejo de Estado serán nuestra ‘primera línea legal’ en la defensa de nuestra institucionalidad. Pero necesitarán los argumentos presentados por los mejores juristas para poder fallar en derecho. Asimismo, las demandas ante la Comisión de Acusaciones y el Consejo Nacional Electoral, presentadas por patriotas casi que a motu proprio, deben ser respaldadas y financiadas por un gran colectivo.

Lo segundo que hay que hacer es plantearse diferentes escenarios frente al adversario, anticipando sus movidas y afinando estrategias de respuesta. No podemos seguir a la defensiva y reaccionando, sobre todo cuando tenemos la opinión a nuestro favor. Y para esto necesitaremos la participación de expertos en muchas disciplinas. Una opción interesante sería exponer a los habilitadores del gobierno, especialmente en el Congreso, que han buscado pasar de agache y evitar el costo político. Pues bien, hay que dejarles muy en claro que el país los va a reconocer y recordar, y que con las elecciones del 2026 acercándose, la ‘mermeladita’ les saldrá fatal.

Todo esto, aunado al uso de publicidad en todos los medios, tendrá un costo. Los empresarios que, entendiendo las limitaciones de algunos de no poder hablar fuerte por sus deberes fiduciarios con la compañía o sus accionistas, si pueden aportar en este gran proyecto, que en últimas nos lleva a salvar nuestro modelo de libertades económicas y libre mercado, del cual ellos dependen. La democracia no se salva con monedas.

Es importante anotar que este esfuerzo no debe ser secreto. Si es dentro de la legalidad no es conspiración, que será el primer señalamiento del Presidente. Lo mismo decía Samper. Al final, es la transparencia lo que nos daría legitimidad y confianza, así como actuar de frente nos daría fuerza y respaldo.

Ya por último, tocaría definir su alcance y duración. Aspiro a la mayor inclusividad donde todas las fuerzas democráticas, ya sean cívicas o políticas (la verdad nunca he entendido del todo la diferencia) se unan con el propósito común de frenar en seco la agenda de la Colombia Humana. Y debemos actuar rápido ya que tenemos escaso año y medio para lograr resultados. Digo esto porque en la segunda mitad del 2025 cada partido estará preparando sus aspiraciones y sus listas para las elecciones venideras. Pero si para ese entonces nuestras instituciones han sobrevivido, y hay un acuerdo de sana competencia y consultas, para derrotar unidos la reelección del nefasto modelo, entonces habremos ya triunfado.

AHORA EN Columnistas