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¿Las Farc F.C.?

Ya verán cómo La Paz Fútbol Club se convertirá en tema de discusión en par patadas. Porque si el proceso de paz ha sacado la roncha que todos conocemos (y que no termina de inflamarse), cómo será cuando las Farc salten a la cancha, ahora que han decidido apostarle al fútbol profesional, en un nuevo paso a la vida civil.

25 de abril de 2017 Por: Víctor Diusabá Rojas

Ya verán cómo La Paz Fútbol Club se convertirá en tema de discusión en par patadas. Porque si el proceso de paz ha sacado la roncha que todos conocemos (y que no termina de inflamarse), cómo será cuando las Farc salten a la cancha, ahora que han decidido apostarle al fútbol profesional, en un nuevo paso a la vida civil.

Lo que parece ser cierto si uno se guía por la nota de El Espectador del viernes pasado en la que se hace el ‘dibujo táctico’ de la empresa futbolera que esa guerrilla se trae entre borde interno y borde externo.
La idea, según las fuentes consultadas por ese diario, es “participar a corto plazo en la segunda división del fútbol profesional colombiano, constituir una categoría sub-20 para participar en una Supercopa Juvenil, organizada por la Federación Colombiana de Fútbol (FCF), y un plantel femenino que compita en la respectiva liga profesional”.

Tampoco es cortina de humo. El plan, señala el periódico, forma parte del “proyecto ‘Educación, formación y cultura para la paz y para el posconflicto, Fútbol y Paz’, que se articula con los objetivos de la Alta Consejería Presidencial para el Posconflicto, Derechos Humanos y Seguridad, y que tiene el respaldo del Gobierno y del máximo líder de las Farc, Rodrigo Londoño, conocido comúnmente como Timochenko”.

Si de ser prácticos se trata, hay que entrar desde ya en acertijos sobre cuál será el color del uniforme. Y además, en saber si alguno de los tres consejeros de los que dice haber contactado el abogado Félix Mora Ortiz, vocero de la iniciativa (habla de Alfonso Cañón, Bonner Mosquera y Faustino Asprilla), terminará de director técnico. O si, por el contrario, habrá, como muestra de coherencia, un secretariado parado en la línea de cal.

¿Caben las Farc en el fútbol profesional? No veo por qué no. Y si la Dimayor les abre paso, pues será. De cierta manera, una vez más el fútbol vuelve a ser testigo y protagonista de la historia del país.
Vean cómo. Primero, el torneo profesional nació en agosto de 1948, con ‘El Bogotazo’ aún humeante. Luego, dicen, el Deportes Tolima vino al mundo en 1954 por voluntad de Gustavo Rojas Pinilla, en un intento para que las pasiones políticas se volcaran a las canchas, en esas tierras incendiadas por la violencia bipartidista.

Aseverar luego que el fútbol le hizo gambeta al narcotráfico sería un auténtico fuera de lugar, en ese ‘El Dorado’ de los carteles colmado de estrellas, amaño de resultados y árbitros en nómina o puestos en la mira. Fue más bien el narcotráfico el que goleó al fútbol, con la aquiescencia de casi toda la sociedad, salvo excepciones como Don Guillermo Cano, y algunos pocos más que tuvieron el valor de llamar a las cosas por su nombre.

Después, los paramilitares fundaron sus propios equipos. Uno, por ejemplo, en el Bajo Cauca. Otro más, juntito a Medellín.
Entonces, La Paz Fútbol Club será otro eslabón en esa cadena en la que el balón y el devenir de esta tierra corren parejos. Quizás, con una diferencia: las Farc obran aquí de cara al país, lo que no las hace más malas o más buenas.

Ahora bien, como estrategia política -que sin duda lo es- se van a pegar una señora descachada, así digan que en los equipos habrá también víctimas del conflicto. A lo sumo, si admiten a La Paz F.C. en la Dimayor, ese se convertirá en un equipo más de garaje de los tantos que debemos aguantar hoy en los estadios de Colombia.

Mejor dicho, preparémonos para aburrirnos un poco más en las tribunas y en las ruedas de prensa. Lo que, bien pensado, es un mal menor. Al fin y al cabo es preferible que ahora tiren al arco, en cambio de adonde apuntaron y dispararon durante tantos años.

Sigue en Twitter @VictorDiusabaR

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