Cali

Creo que a la ciudad la están queriendo poco y se nota bastante

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8 de ene de 2023, 11:40 p. m.

Actualizado el 17 de may de 2023, 05:41 a. m.

Aunque vivo cerca de Cali, voy poco. No porque no quiera sino porque una vez uno se instala en un pueblo chico, las grandes ciudades terminan pareciendo, aparte de caras, hostiles.

Ahora, luego de meses, volví con motivo de la Feria, para cumplir con compromisos profesionales. Regreso a mi casa triste y preocupado.
Nunca en 30 años que llevo asistiendo regularmente a esta ciudad la había visto tan mal. Tan mal, digo, que no sé por dónde empezar.

Quizá, por lo que más me pega: ser testigo de la falta de pertenencia de muchos caleños. Creo que a la ciudad la están queriendo poco y se nota bastante.

Esa falta de amor se puede constatar, por ejemplo, en cada esquina con semáforo, señales convertidas hoy en adorno y a las que montones violan e incitan a violar.

Resulta increíble cómo es aquello de que los motociclistas pasan en rojo, juego suicida que no conmueve a nadie. O bueno, a los suyos cuando la aventura termina mal, lo que sucede con frecuencia, dicen las estadísticas.

¿Y quién patentó eso de hacer cambio de luces para que avances mientras pasas por pendejo al respetar la norma vial?

Muestra de desapego e importaculismo también es el manejo de las basuras, más allá de que las empresas públicas destinadas a la recolección cumplan o no con sus obligaciones. Hablo del mínimo compromiso del ciudadano común y silvestre para no convertir calles y parques en muladares.

Sigo con la escandalosa inseguridad, que bien podría estar de primera en esta lista. Por supuesto, no es responsabilidad de la gente, que la padece a diario. Lo que sí aterra es el grado de aceptación del problema y la decisión, muy en boga, de recurrir a la justicia privada. Y a armarse, por si las moscas.

A propósito, ¿cuántas armas de fuego sin salvoconducto hay en la ciudad y de dónde salen?

Alguien cercano me contó que el día ya lejano aquel en que se regó como pólvora la especie de que supuestas hordas se iban a tomar conjuntos habitacionales y demás, descubrió que algunos de sus queridos vecinos tenían en sus armarios baterías dignas de un francotirador.

En un medio así, no sorprende entonces el bajo valor en que anda la vida y el nulo significado que eso tiene para la construcción de una sociedad mejor.

Peor aún resulta todo si a semejante panorama sumamos el desgreño de las autoridades. En la mañana del pasado 28 de diciembre, delante de algunos colegas, pregunté al Secretario de Seguridad de Santiago de Cali, cuál era el número exacto de homicidios sucedidos en la ciudad desde el comienzo de la Feria hasta ese momento.

Circulaba en redes una cifra muy preocupante, 17 víctimas. El funcionario dijo no tener ni idea y, para responder a mi pregunta, eligió echar por el camino más fácil: hablar de cifras anuales con las que se demuestra que todo sigue igual, o peor. Además de achacar a la violencia endémica toda la culpa.

Debo confesar, señor Secretario, que verlo así, atrapado por los nervios en medio de su sinsalida, me produjo toda consideración hacia usted.
Porque, y esto que sigue no se puede decir de otra manera, la culpa no es suya sino de quienes en las urnas han puesto la ciudad en manos de los menos indicados, con alguna excepción, para sacarla del profundo pozo en que se ha ido sumiendo.

Escribo esto porque, más allá de ser colombiano, Cali no me es ajena, tema en el que no voy a entrar en detalle. Y ya sé que van descalificar esta voz por el mero hecho de que soy rolo, de Bogotá. Esa, mi ciudad, donde las cosas andan peor que aquí.

Caleños tienen la palabra, no solo en las elecciones, donde, cómo no, hay que participar y acertar. Pero, créanme, la solución a esta crisis también empieza por cada uno de ustedes.

Directora de El País, estudió comunicación social y periodismo en la Pontificia Universidad Javeriana. Está vinculada al diario EL País desde 1992 primero como periodista política, luego como editora internacional y durante cerca de 20 años como editora de Opinión. Desde agosto de 2023 es la directora de El País.

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