Miedo en cada esquina
Y todos lo que deben velar por la seguridad de los caleños aparecen tranquilos diciendo que lo importante es que durante 20 días de este 2021, por supuesto no consecutivos, no hubo ningún homicidio en Cali
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5 de oct de 2021, 11:40 p. m.
Actualizado el 18 de may de 2023, 07:23 a. m.
Cada fin de semana parece peor que el anterior en esta Cali llevada al garete, donde el miedo ronda en las esquinas de la mano del sicario, el ratero, el maleante, el que se toma la justicia por mano propia.
Hace diez días eran 16 los asesinatos cometidos entre viernes y domingo. El fin de semana que pasó las noticias hablaban de dos muertos y dos heridos en el parqueadero de un centro comercial del norte de la ciudad y otro muerto y dos lesionados en una cancha de Terrón Colorado.
Son 40, ¡40!, los crímenes perpetrados entre el 24 de septiembre y el 3 de octubre en la ciudad. Y todos lo que deben velar por la seguridad de los caleños aparecen tranquilos diciendo que lo importante es que durante 20 días de este 2021, por supuesto no consecutivos, no hubo ningún homicidio en Cali.
Es como si los 903 registrados entre el 1 de enero y el 16 de septiembre, más esos 40 adicionales de los días recientes, no fueran importantes. Así, songo sorongo, nos acercamos a los mil asesinatos, 20% más que en el mismo periodo del 2020 y muy próximos a los 1078 con los que terminó el año anterior. Y aún nos faltan 85 días para que llegue el 31 de diciembre.
La noticia ayer era que los muertos del centro comercial se dieron en medio de un enfrentamiento entre organizaciones criminales de Buenaventura que han trasladado sus operaciones a Cali, y lo ocurrido en Terrón Colorado fue por un ajuste de cuentas entre bandas delincuenciales.
Nada nuevo, porque desde hace años, mejor dicho desde las épocas aquellas del Cartel de Cali, sabemos que nuestra ciudad es el epicentro de las acciones del narcotráfico, que desde aquí se mueven los hilos de la violencia en el suroccidente del país, que esta es la sede principal de las ‘oficinas de cobro’ o el sicariato -como lo quieran llamar- y que a eso ahora se le añade el microtráfico, ese nicho del menudeo de las drogas que ha resultado tan rentable y que se mete en la cuadra, en el parque, en la puerta del colegio.
Podría dedicarle párrafos y párrafos también al padecimiento de los caleños por culpa de la delincuencia, esa que atraca en los semáforos, en el andén, se mete a las casas o a los restaurantes. Esa que es la que nos afecta de manera directa a los ciudadanos del común a los que se nos llevan los celulares, el carro, la platica que cargamos en el bolsillo o los ahorros que nos obligan a sacar -pistola traumática en la sien- por el cajero del banco.
No me extiendo más en los hechos, porque lo cierto es que los conocemos tan bien que para muchos ya se ha normalizado tanta violencia y tanto crimen, y poco nos sorprenden así nos dé miedo salir a la calle, nos pongamos nerviosos por las motos que nos rodean en un semáforo, vivamos con el ojo pegado al espejo retrovisor a ver si vemos alguna señal, cualquiera, de que estamos en peligro.
Lo que no se puede es cejar en exigir a quienes deben brindarnos la tranquilidad y la seguridad que cumplan con su deber. Porque si bien hay que reconocer tanto esfuerzo que hace la Policía Metropolitana para patrullar, vigilar e incluso emprender acciones sociales para que la comunidad confíe en ella y sea parte de la solución, los resultados no son los que se esperan.
Cali necesita más pie de fuerza, como la mayoría de las grandes ciudades del país, para combatir la delincuencia y el crimen. Y más recursos para dotar a sus agentes del orden así como a sus calles de los instrumentos que se necesitan para enfrentar el mal. De nada sirven miles de cámaras si la mitad no funcionan o si los trámites para repararlas se demoran meses. O para qué un presupuesto para seguridad si no se ejecuta cuando más se requiere. ¡Ah!, y clamamos, como todos los colombianos, por una Justicia que opere, porque la mitad de los hampones y asesinos son presos que pagan casa por cárcel y nadie controla que estén en las calles haciendo sus fechorías.
Seguridad y tranquilidad. Solo eso pedimos y queremos los caleños.
Sigue en Twitter @Veperea

Directora de El País, estudió comunicación social y periodismo en la Pontificia Universidad Javeriana. Está vinculada al diario EL País desde 1992 primero como periodista política, luego como editora internacional y durante cerca de 20 años como editora de Opinión. Desde agosto de 2023 es la directora de El País.
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