Menos mal
Y encima tantos como si fueran aves de rapiña, pescando en la desazón y la anarquía de un departamento lleno de necesidades donde lo que toca es buscar uniones y no decisiones absurdas.
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9 de ago de 2021, 11:45 p. m.
Actualizado el 18 de may de 2023, 07:13 a. m.
¿Cómo es posible que por cuenta de una medida provisional a raíz de una tutela tambaleara el regreso presencial de los niños a los colegios en el Valle del Cauca? Por fortuna, el mismo juez que decretó la medida, al analizar de fondo los argumentos de la tutela, desestimó el absurdo promovido por el Sindicato Único de Trabajadores de la Educación del Valle, Sutev, que mediante esta acción pretendía cerrar por completo las aulas. Afortunadamente consideró injusta semejante locura y en las últimas horas regresaron a clases, con profesores y pupitres, 337.695 estudiantes entre jardines infantiles, colegios privados y públicos en Cali.
El sindicato, fundado en los 80 y que surgió de la unión de las tres principales agremiaciones de maestros del departamento, argumentaba que las instituciones no contaban con la infraestructura adecuada para recibir a los jóvenes. Es decir, que tras año y medio de encierro, no existían las garantías mínimas de infraestructura, servicios públicos y elementos de bioseguridad para evitar contagios por Covid-19 en los salones de clase. Como si fuera más contagioso un colegio que una manifestación multitudinaria. Y como si ningún colegio ni jardín de todo el departamento se hubiera podido adecuar a los nuevos tiempos.
Soberbia.
El desenlace es, entonces, un profundo respiro pero con un tufo triste y absurdo porque finalmente lo que hacemos es lo que nos define como sociedad. Y en este capítulo quedó al descubierto una mezquindad brutal en la cual lo realmente importante ocupó el último puesto de la fila. De las muchas -muchísimas- lecciones que nos ha dejado esta horrible pandemia, la de los niños en los colegios es de las más relevantes. No hay un solo estudio sobre la educación en tiempos de pandemia que no encienda alarmas de urgencia sobre las vulnerabilidades de quienes no han asistido a clases presenciales, frente a los que sí; o sobre las consecuencias en el bienestar emocional del encierro y todo eso de lo que hemos hablado tantas veces en esta columna. Luego es muy, muy triste que tantos maestros sean capaces de semejante barbaridad. No dejo de preguntarme si todos los afiliados al sindicato están de acuerdo con esos excesos.
Hoy, de las 350 instituciones oficiales que tiene Cali, 330 retornaron a presencialidad y las restantes están en adecuación y así, poco a poco, paso a paso, iremos todos recuperando la vida cotidiana. Qué tristeza todo lo que ha pasado en Cali. Y encima tantos como si fueran aves de rapiña, pescando en la desazón y la anarquía de un departamento lleno de necesidades donde lo que toca es buscar uniones y no decisiones absurdas.
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PD: Me pongo muy feliz de regresar tras un receso de vacaciones, a este, el periódico de mis amores. Gracias por permitirme estar en sus casas.
Sigue en Twitter @vanedelatorre

Periodista siempre, cocinera a veces, lectora cuando puede. Mamá y esposa.
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