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Lo que nadie nos dice

La maternidad es bella, pero, también, es muy difícil. Sépanlo las que nunca lo han sabido.

27 de diciembre de 2021 Por: Vanessa De La Torre Sanclemente

Es un trabajo de 24 horas, siete días a la semana y todas las emociones juntas, al mismo tiempo, explotando y explorando entre galaxias desconocidas eso de lo que toda la humanidad ha hablado, pero que a uno jamás le contaron. Porque nunca nadie nos dice lo complejo que es ser mamá. Y, entonces, nos montamos en ese barco siendo muy jovencitas, con cierta presión social -a veces- y con el ejemplo pesado de otras madres, abuelas y tías para quienes cuestionar lo más intenso, fascinante y complejo que puede hacer una mujer, es inaudito. Nadie le dice a uno lo difícil que es ser madre. Y desde que adquirimos cierto sentido, jugamos a la mamá, endiosamos el rol y es lo único que le compite al sueño del príncipe azul. Y ser mamá es dificilísimo.

Entre más crecen los hijos, más demandantes son sus necesidades. Más tiempo debemos pasar con ellos; más paciencia debemos tener; más difícil es organizar el tiempo y la vida para acompañarlos. Porque a los hijos hay que acompañarlos, mirarlos a los ojos, entenderlos, respetarlos, estar con ellos en sus sueños y actividades y ser compasivos con sus caprichos. Eso nadie se lo dice a uno. Nadie nos cuenta que no volvemos a dormir; que perdemos la libertad y que no importa lo que uno quiera, piense o sueñe, la prioridad son los hijos.

¿Mágico? Sí. Y hermoso, también. Son el motivo para despertarnos todos los días e intentar ser mejores en lo que hacemos. Son definitivos en las decisiones laborales que tomamos, pero, también, en lo que dejamos de hacer. La maternidad es tan paradójica como nada sobre este planeta.
Supongo que, porque de ella depende la prolongación de la raza humana, tiene ese manto de misticismo pulcro e intocable que nos impide cuestionar el amor más grande que hay. Y vaya usted y diga que no quiere tener hijos a ver con qué cara la miran.

¿Precioso? Sí. Absoluto. Como nada. Conmovedor. Inigualable. No sé si hay emoción más intensa que la del hijo feliz. Que la del abrazo de las mañanas. Que la del te quiero, mamá. Tampoco hay dolor ni preocupación más grande que la sus tristezas y sus problemas. La maternidad es bella, pero, también, es muy difícil. Sépanlo las que nunca lo han sabido.
Sigue en Twitter @vanedelatorre