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Grandeza, por favor

Espero -y deseo- que esta sensación de incertidumbre que se ha alojado en la cotidianidad colombiana, nos dé un respiro ahora que llegó en diciembre.

2 de diciembre de 2019 Por: Vanessa De La Torre Sanclemente

Espero -y deseo- que esta sensación de incertidumbre que se ha alojado en la cotidianidad colombiana, nos dé un respiro ahora que llegó en diciembre. Seguramente será así. Y recibiremos el 2020, como somos los colombianos, como si nada hubiera pasado en los últimos meses del año anterior. Pero ha pasado de todo. Y eso no se puede esconder en medio de ferias y árboles de Navidad.

Las manifestaciones en el país, tan fuertes como pocas veces antes en la historia reciente, nos están hablando de una sociedad dinámica, vibrante, joven, insistente, dispuesta a cambiar los tiempos venideros al precio que sea. Bajo la batuta de un grupo de jóvenes irreverentes y creativos, el país se ha ido sumergiendo en un proceso social del que podría salir un futuro prometedor y muy interesante, si los líderes del momento entienden y no subestiman lo que está ocurriendo. De lo contrario, podríamos seguir quién sabe hasta cuándo ni con qué consecuencias, en estos episodios de incertidumbre tan agotadores.

Desde el 21 de noviembre se han perdido en Colombia, según Fenalco, 1,4 billones de pesos en comercio; hay 260.000 empleos en riesgo; se han cancelado más de 10 conciertos, el dólar superó los $3.500 y se redujo significativamente el turismo. Obvio, visitar Colombia con los titulares que está produciendo es una decisión compleja.

A nadie benefician estos desequilibrios económicos. Es innegable que en la vida cotidiana se ha vuelto impredecible. Que uno sale de la casa y no sabe a qué hora ni cómo llega. Que en Bogotá las caminatas de dos horas ya son usuales por las afectaciones al servicio público. Y que uno se va acomodando a esa sensación de incertidumbre, porque así somos los seres humanos, recursivos y de costumbres. Pero a lo que no podemos acostumbrarnos es al caos. A lo impredecible. A no saber cómo termina una marcha que empieza pacíficamente y en la que en un momento se cuelan desadaptados violentos que lo traumatizan todo.

A lo que no podemos acostumbrarnos es a las voces contrariadas desde el liderazgo nacional. A que a algunos pareciera no incomodarles el caos, la angustia colectiva. Por ahí no es la cosa. Es un momento importante del país, con unas voces sensatas que piden cambios necesarios. Otras insensatas que exigen absurdos. Unos que confunden con declaraciones impertinentes. Pero varios, muchos, miles, que están enviando un mensaje de construcción para el que toca sentarse, negociar y hablar. Lo que está intentando hacer el presidente Duque.

Este es un momento para que los líderes muestren el talante que tienen. La capacidad de decidir, de aportar, de influir positivamente. De construir. De demostrar que más allá de las diferencias, el nuestro es un país capaz de sentarse en un momento como este a pensar y a replantear. Es momento de mostrar grandeza.

Sigue en Twitter @vanedelatorre