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El nuevo gobierno

Todos, ustedes, yo, los de aquí y allá, estamos expectantes de lo que vaya a hacer o dejar de hacer Gustavo Petro en su presidencia. Colombia, tal y como la hemos conocido, va a cambiar.

8 de agosto de 2022 Por: Vanessa De La Torre Sanclemente

Todos, ustedes, yo, los de aquí y allá, estamos expectantes de lo que vaya a hacer o dejar de hacer Gustavo Petro en su presidencia. Colombia, tal y como la hemos conocido, va a cambiar. Para bien, o para mal. Es un hecho que va a cambiar. Con el apoyo popular que Petro tiene en un país tan dividido, tan inseguro, con tanta gente furiosa, insatisfecha y olvidada, en sus manos está una posibilidad magnífica de implementar políticas sociales para que los “nadies” -como ha dicho Francia Márquez- salgan del anonimato.

Nada mejor para una nación que una clase media poderosa, grande y trabajadora. La desigualdad colombiana es muy preocupante y nos impide avanzar como nación. Luego, su discurso de igualdad es muy válido y su intención de romper esa brecha bestial de la pobreza y la miseria parada en las esquinas de las ciudades es loable. Debemos entender eso, para entender por qué ganó y por qué debe irle bien.

Ahora, ¿qué tan posible es todo lo que dice y ha prometido? Muy difícil. Y entonces veremos qué tan real es su capacidad de liderazgo. Que ojalá la sea toda. Y que la logre. Y que en cuatro años podamos contar la historia de un país mucho mejor del que tenemos ahora.

Se aproxima un nuevo dialogo con el Eln que es dificilísimo. Es una guerrilla atomizada no piramidal. Eso significa que las decisiones que tome su cúpula no son necesariamente adoptadas por sus tropas, como eran las Farc con su secretariado. En el Eln manda el Coce (Comando Central). Pero decir que ‘manda’ es incierto porque cada bloque tiene autonomía. Por eso es tan difícil un proceso de paz con ellos. Pero la paz hay que celebrarla y si hemos perdido tanto en la guerra, cualquier esfuerzo por la paz, vale la pena.

Lo otro es el Clan del Golfo que son básicamente narcotraficantes. Con ellos es imposible hablar de un proceso de paz. Hablaríamos de rendición, de sumisión, de otros procesos. La paz se hace con enemigos con componente político, no meramente mafioso. Y con las disidencias me pregunto todo el tiempo si vale la pena volverlo a intentar cuando tuvieron tantas posibilidades y le tiraron la puerta en la cara a una oportunidad histórica.

Esto solo por nombrar algunos de los retos de Petro. La paz total. El más importante de sus principios. Inspirado por Rodríguez Zapatero que fue capaz de acabar con Eta, el presidente quiere seguir esos pasos. ¿Estamos dispuestos a tragar nuevos sapos?

La Colombia de hoy no es la de Santos que lo hizo. Pero buscar la paz amerita siempre respaldo. Es la única manera de salir de este círculo vicioso de tragedia que nos ha marcado por seis décadas. O más.