Abortar

Por eso, la determinación de la Corte Constitucional de despenalizar en Colombia el aborto hasta la semana 24 es la noticia más importante en mucho tiempo.

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21 de feb de 2022, 11:45 p. m.

Actualizado el 18 de may de 2023, 04:56 a. m.

Cuando teníamos como 18-19 años y estábamos comenzando la universidad, una amiga, compañera de estudios, abortó. Fueron días tristes, de mucha angustia y de infinita incertidumbre. Primero, porque cuando supo que estaba embarazada no sabía qué hacer. No quería ser mamá y tampoco consideró entregar a su bebé en adopción. Tampoco sabíamos a dónde ir ni cómo sería el proceso. Ni sabíamos si nos meterían presas por estar en esas. Tampoco, si moriría en el proceso.

El compañero del momento era eso: el del momento. Y muy entregado y todo, pero el bebé nos estaba rompiendo el delirio exquisito de la juventud. Lo cuento en primera persona porque ella y él me hicieron partícipes de la circunstancia. Y porque me quedé sin aliento -como ella- cuando supo del embarazo y cuando tomó semejante decisión.

Si. Al final se hizo, lo que tantas, miles, tal vez millones de mujeres colombianas, se han hecho durante años: un aborto en un lugar clandestino. Tomó unas pastillas fuertísimas que le dieron unos cólicos espantosos y así se sometió a un proceso doloroso desde cualquier óptica. Atrás, con el tiempo, fueron quedando los días de incertidumbre y seguimos la vida sin ese primer embarazo. Nunca más volvimos a hablar del tema.

Pero fuimos la excepción.

Entre 1998 y 2018, en Colombia acusaron a 5.737 mujeres por el delito de aborto. En el 75% de los casos fueron los mismos médicos y enfermeras de clínicas y hospitales quienes las denunciaron luego de que estas mujeres presentaran complicaciones de salud y acudieran a ellos en busca de ayuda. Se estima que 346 mujeres fueron condenadas por este absurdo delito, de las cuales 85 eran menores de edad.

Por eso, la determinación de la Corte Constitucional de despenalizar en Colombia el aborto hasta la semana 24 es la noticia más importante en mucho tiempo. El aborto no es un asunto moral, ni es un método anticonceptivo. Ni es matar a nadie ni es ser irresponsable. Todo lo contrario: es decidir sobre lo más importante que -según la naturaleza y el cuerpo para el que estamos hechas- le puede ocurrir a una mujer: ser mamá.

He visto mujeres desangrarse, mujeres morirse, mujeres gritar, mujeres llorar, mujeres odiar, mujeres sufrir porque tienen hijos que no querían, porque no fueron capaces de abortar, porque las violaron, porque se sintieron obligadas, porque les dio miedo, porque les dio pena, porque no supieron a donde ir. Ninguna aborta sin dolor, sin tragedia. Pero todas las que lo hacen, corren el riesgo de la vida y de la salud mental.

En este momento, mientras Colombia se vuelve pionera y el New York Times nos aplaude porque en Estados Unidos la Corte Suprema de Justicia lo está discutiendo, el aborto aún se criminaliza en El Salvador, Honduras, Nicaragua, Haití y República Dominicana. Se permite abortar si se cumple con determinadas causales en Venezuela, Guatemala, Perú, Costa Rica, Ecuador, Chile y Brasil. México, Uruguay y Argentina imponen un límite temporal. Y Colombia acaba de entrar al libertario club de países donde las mujeres miramos de frente y decidimos lo que hacemos o no con nuestros cuerpos y nuestras vidas para la interrupción del embarazo. Paradójicamente, cuatro hombres (Alberto Rojas, Antonio Lizarazo, José Reyes y Julio Ossa) y solo una mujer (Diana Fajardo) se la jugaron por la libertad de las mujeres, mientras que las otras tres magistradas (Cristina Pardo, Paola Meneses y Gloria Ortiz) no lo hicieron. Brindo, como siempre, por los hombres, hombres.
Sigue en Twitter @vanedelatorre

Periodista siempre, cocinera a veces, lectora cuando puede. Mamá y esposa.

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