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Fernando Posada | Foto: El País

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Un viaje de un año

Ahora que llego al final de este primer año me invade la idea de que, por desgracia, la situación no muestra señales de que mejorará en los meses que vienen.

6 de mayo de 2024 Por: Fernando Posada

Hace un año empecé a publicar mis columnas en las páginas de El País. La libertad de escribir desde sus páginas sobre temas de mi decisión, desde mi mirada, mis sesgos y mis anhelos, es algo que agradezco y que he buscado corresponder con el mayor respeto por los lectores.

Desde entonces he buscado cumplir con esta cita de manera infaltable todas las semanas, sin importar fines de semana, festivos, vacaciones o viajes. En estas páginas he escrito muchas veces sobre lo que me preocupa, que en los últimos meses ha crecido por cuenta de la turbulenta época política que vive el país. Y espero, por encima de todo, no caer en la monotonía cuando hablo de la gravedad de una agenda nacional que busca dividir y reproducir los odios, bajo la promesa de una Asamblea Constituyente que solo abrirá puertas de innecesarios riesgos. No podría dejar de escribir sobre lo que ocurre en Colombia en esta hora de complejidades, porque si bien muchas de las divisiones que enfrenta el país no son nuevas, sí lo es que sea el presidente quien busque profundizarlas de semejante manera.

Escribo esta columna los domingos en la mañana semanalmente, siempre con la difícil tarea de abordar un asunto, mientras en el país y en el mundo ocurren tantas cosas sobre las cuales quisiera escribir. Escoger el tema, de entrada, es difícil y retador. Estudiar el país, así como también entender su historia y sus problemas, ha sido uno de mis mayores intereses, desde mi ocupación profesional hasta mis lecturas en el tiempo libre. ¿Qué mejor cosa que tener un lugar para compartir sobre lo que leo acerca de la historia de nuestro país y tratar de aplicarlo en nuestros debates del presente?

También he buscado escribir sobre los motivos que tengo para sentir esperanza, o para al menos no caer en la desesperanza. Creo –y defenderé siempre que pueda esa idea– que el país no venía tan mal en los años más recientes como quienes ahora gobiernan nos hicieron creer durante décadas, así como también pienso que resolver los graves problemas que enfrentamos como sociedad son mucho más complejos de solucionar que a través de la fórmula de cálculos alegres que ganó en 2022.

He escrito desde ese espacio sobre libros, conversaciones y los Beatles. Especialmente sobre los Beatles, luego de que el año pasado viviéramos el día histórico en que fue publicada su última canción. La última de las últimas, ‘Now And Then’. Asimismo, he aprovechado una que otra oportunidad para hablar de cine y de historia, que son dos aficiones que no podría desaprovechar a la hora de escribir y compartir con los lectores del periódico.

Escribir en estas páginas ha sido un viaje por las discusiones cotidianas del país, desde sus días de agitados debates hasta sus horas de silencio. Ahora que llego al final de este primer año me invade la idea de que, por desgracia, la situación no muestra señales de que mejorará en los meses que vienen. Y reconozco ahora más que nunca que quienes escribimos tenemos también la tarea inaplazable de buscar mantener la esperanza, a pesar de las horas oscuras, y no permitir el triunfo del pesimismo en ningún momento.

Mientras termina este primer año de viaje y comienza uno nuevo en este camino de diálogo con los lectores de El País, les digo que por más difíciles que sean los tiempos, tenemos razones para no perder la esperanza. Y que desde estas páginas buscaré siempre aportar a que entre todos mantengamos los ánimos a pesar de lo difícil que parezca el porvenir.

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